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70 AÑOS DEL BRETTON WOODS, BM , FMI Y EL APOYO A LAS DICTADURAS

PHILOSOPHICUS, 13-11-14

Autor : Eric Toussaint 
        (CADTM)

La estrategia del Banco Mundial recuerda claramente la que aplicó con respecto a la dictadura de Ferdinand Marcos en Filipinas en 1972 y a la de Augusto Pinochet en Chile en 1973. De nuevo las razones geopolíticas fueron determinantes: a caballo entre Europa y Asia, Turquía es un peón fundamental en el tablero del Cercano Oriente y de Oriente Medio. Por lo tanto, había que asegurarse su sumisión a los intereses de Washington favoreciendo un régimen autoritario y aportándole un apoyo entusiasta. A esta tarea se aplicó el Banco Mundial promoviendo, con los militares en el poder, un programa económico neoliberal que abría de par en par las puertas a las inversiones de las sociedades multinacionales mientras reprimía a los sindicatos y a los partidos de extrema izquierda. Esta política consolidó el papel de Turquía como cabeza de puente de Estados Unidos a la hora de un nuevo reparto histórico.



El Banco Mundial comenzó mal con Turquía en los años 50. Su apoderado, el holandés Pieter Lieftinck, fue expulsado por las autoridades de Ankara debido a un intervencionismo excesivo.

La importancia geoestratégica de Turquía, uno de los países predilectos de Estados Unidos, llevó al Banco, bajo la presidencia de McNamara, a multiplicar sus gestos para mejorar las relaciones. Unos meses después de haber asumido el cargo, en julio de 1968, visitó Turquía. Conocía bien el país, aliado militar de Estados Unidos. Siendo secretario de Defensa hasta 1967, mantuvo relaciones estrechas con las autoridades de Ankara. Para no repetir la experiencia de Lieftinck, el Banco Mundial se esforzó en los años 70 en no demostrar interés en inmiscuirse en los asuntos internos. |1|

Al final de la década, el Banco comenzó a aumentar progresivamente la presión sobre el gobierno turco, en particular en 1978, cuando el nacionalista de izquierda Bülen Ecevit fue designado primer ministro. Se esforzó especialmente en obtener un fuerte aumento de las tarifas eléctricas.

El golpe de Estado de los militares de septiembre de 1980, que instauró una dictadura hasta mayo de 1983, satisfizo al Banco, pues los militares dieron su acuerdo para mantener el plan radicalmente neoliberal que había tramado con Süleyman Demirel |2| y Turgut Özal. |3|



Turgut Özal había sido nombrado subsecretario de Estado encargado de la coordinación de la economía por el primer ministro de la época, Süleyman Demirel. Fue este dúo el que lanzó el programa económico neoliberal, en enero de 1980. Pero su aplicación se hizo difícil por la agitación sindical, el sentimiento de inseguridad debido a los enfrentamientos entre estudiantes de izquierda y de derecha, las maniobras del partido islamista que negociaba duramente en el Parlamento su apoyo al gobierno minoritario de Süleyman Demirel... y por la sed de poder de los militares, que desestabilizaban el gobierno en secreto con el apoyo de los estadounidenses. Sin embargo, el régimen militar, que disolvió el Parlamento y encarceló a Süleyman Demirel en septiembre de 1980, accedió a nombrar a Turgut Özal ministro encargado de la economía con plenos poderes. Éste pudo así gestionar sin trabas el programa neoliberal durante dos años, hasta el crash financiero que le desalojó.
El Banco Mundial apoyó con entusiasmo la política de los militares y de Turgut Özal, pues le permitía «el aumento de los incentivos a las exportaciones; la mejora de la gestión de la deuda externa; [...] la eliminación del déficit presupuestario; [...] la reducción del nivel de la inversión pública». |4|
Los historiadores del Banco Mundial escribieron: «El programa turco se transformó en un prototipo para los préstamos con ajuste estructural.» |5|
Todo esto fue facilitado por varios factores:
1) La relación estrecha entre políticos turcos y altos funcionarios turcos del Banco Mundial. Aparte de los nombres ya citados, se ha de mencionar a Attila Karaosmanoglu |6| y Munir Benjek |7| , los hombres del Banco por excelencia. |8|
2) En 1977, Turquía, muy endeudada, entró en crisis y, a diferencia de otros países endeudados, recibió una importante ayuda de las potencias occidentales (Estados Unidos, Alemania), del Banco Mundial y del FMI para que no se hundiera. |9|
El giro neoliberal de Turquía no fue fácil, pues la Constitución heredada de principios de los años 60 establecía que el país debía seguir una política de industrialización por sustitución de importaciones, y que para ello se aplicaría un fuerte proteccionismo y una fuerte inversión pública.
El golpe de Estado militar de septiembre de 1980 gozó así de toda la simpatía del Banco Mundial. Es probable que McNamara estuviera al corriente de los preparativos del golpe de Estado, pues tenía estrechas relaciones con el presidente Carter.
El ejemplo de Turquía muestra otra vez que la política del Banco Mundial está profundamente determinada por intereses geoestratégicos, en particular los de Estados Unidos.



Los historiadores del Banco Mundial no lo ocultan: «En lo personal, como hombre de Estado global, McNamara no estaba ciego ante la importancia geopolítica de Turquía.» |10|
Frente al peligro que representaba la revolución iraní de 1979, que enfrentaba la política estadounidense, había que asegurar la estabilidad de Turquía favoreciendo un régimen autoritario y apoyándolo. |11| El golpe de Estado turco se preparó con la ayuda de Estados Unidos.
En el vecino Iraq, el golpe de Estado de Saddam Husein de 1979 contra el régimen pro soviético presenta esta misma convergencia de intereses estratégicos. Después, en 1980, Husein sirvió directamente a los intereses estadounidenses y de las potencias de Europa occidental lanzando la guerra contra Irán.
De esto, los historiadores del Banco no dicen nada, pero señalan con claridad, volviendo a Turquía: «El Banco tuvo dificultades para atribuir a los militares turcos motivaciones bienintencionadas y evitar mostrar disgusto por sus intervenciones. Los comentarios formales del Banco, sobre el hecho de que el golpe de Estado de 1980 no cambiaría en nada sus intenciones de préstamos, fueron extremadamente corteses.» |12|
Esta manifestación de autosatisfacción merece un comentario. Si nos atenemos a uno de los objetivos más importantes pregonados por el Banco, la reducción de la inflación, podemos afirmar que no tenía de qué enorgullecerse: la tasa de inflación anual antes del ajuste estructural, a finales de los años 70, oscilaba entre el 40 % y el 50 %: bajo la dictadura militar, que puso en marcha el ajuste estructural, la inflación fue del 46 % en el período 1980-1983; del 44 % en 1984-1988; del 60 % en 1989. En la década siguiente, oscilaba alrededor del 70 % de media, con picos que llegaron hasta el 140 %.
En resumen, el objetivo de reducción de la inflación fue un fracaso absoluto. Lo mismo con la deuda pública interna, que se disparó, y con la deuda externa, que prosiguió su crecimiento.
Ahora, si consideramos la agenda oculta del Banco, ésta sí, efectivamente, podía cantar victoria en el curso de los años 80:
1) Turquía permaneció en el campo de los sólidos aliados de las potencias occidentales;
2) abandonó totalmente el modelo de industrialización por sustitución de importaciones, que implicaba un alto grado de proteccionismo y de inversión pública;
3) adoptó un modelo volcado a la exportación, aumentando su competitividad, reduciendo los salarios reales y devaluando su moneda en proporciones considerables;
4) gracias a la dictadura, reprimió con dureza el movimiento sindical y la izquierda, reformista o revolucionaria.
Efectivamente, entre fines de 1979 y 1994, el valor del dólar frente a la libra turca se multiplicó por 900; el proceso comenzó en 1980 con una devaluación del 30 %. En el curso de los años 70, los salarios reales habían tenido un fuerte aumento por el auge del movimiento sindical y la conquista por la extrema izquierda de un lugar político muy importante entre la juventud y la clase obrera. El golpe militar de 1980 permitió la prohibición de los sindicatos y las huelgas, una reducción radical de los salarios y una explosión de los beneficios.
El país se convirtió en un paraíso para las inversiones de las transnacionales. Turgut Özal fue recompensado y elegido presidente de Turquía, de 1989 a 1993.
El Banco Mundial apoyó con firmeza al régimen militar y al que lo sucedió, prestándoles cerca de mil millones de dólares por año.
En 1991 Turquía prestó sus servicios a Estados Unidos y sus aliados en la primera guerra del Golfo, y como recompensa se benefició de las reparaciones pagadas por un Iraq derrotado.
Podemos afirmar que la estrategia del Banco Mundial en Turquía recuerda con mucha claridad a la que se empleó con la dictadura de Ferdinand Marcos en Filipinas, a partir de 1972, y con la de Augusto Pinochet en Chile, a partir de 1973.
Agreguemos que en 1999-2001 Turquía pasó por una situación de crisis financiera extrema, comparable a la de Argentina. Aquí también la geoestrategia desempeñó su papel: el FMI abandonó a Argentina en diciembre de 2001 negando al presidente de la Rúa un nuevo préstamo, mientras que, al mismo tiempo, proseguía su política de préstamos a Turquía, a fin de evitar los disturbios sociales y la desestabilización de un peón clave en el tablero del Cercano Oriente y de Oriente Medio.
Pero, como en todos lados, la ayuda del FMI y del BM aumenta la deuda de los países que se «benefician» de ella, y los ciudadanos turcos tienen todo el derecho de negarse, hoy o mañana, a seguir pagando a las instituciones de Bretton Woods.
La deuda contraída con el FMI y el Banco Mundial es perfectamente odiosa.
Traducción: Griselda Piñero y Raúl Quiroz
Revisado por Antonio Sanabria

Notas:
1| Devesh Kapur, John P. Lewis y Richard Webb, The World Bank, Its First Half Century, Brookings Institution Press, Washington D.C., 1997, vol. I, p. 547.
2| Süleyman Demirel (1924- ) fue varias veces primer ministro (1965-1971; 1975-1978; 1979-1980); jefe de Gobierno en 1991 y presidente de la República de 1993 a 2000.
3| Turgut Özal (1927-1993) fue primer ministro de 1983 a 1989, después presidente de la República desde 1989 hasta su muerte. Por otra parte, trabajó durante dos años, entre 1971-1973, en el Banco Mundial, en Washington DC.
4| Devesh Kapur et al., op. cit., nota 60, p. 548.
5| Ibid. p. 548.
6| Attila Karaosmanoglu fue un poco más tarde, a mediado de los años 80, vicepresidente del Banco Mundial para el Este Asiático y el Pacífico. Había sido contratado en 1960 por Turgut Özal para la DTP (dirección de planificación), y fue viceprimer ministro en 1971, después del golpe de Estado.
7| Munir Benjenk fue vicepresidente del Banco Mundial para Europa, Oriente Medio y África del Norte a lo largo de los años 70. Asesoraba directamente a McNamara en lo referente a Turquía.
8| Se convirtió más tarde en una tradición, en particular con Kemal Dervis, ex vicepresidente del Banco Mundial, que fue ministro turco de Finanzas de marzo de 2001 a agosto de 2005. En el año 2005 fue nombrado director del PNUD.
9| Esto continuó en los años 90 y principios de la década siguiente.
10| Devesh Kapur et al., op. cit., nota 62, p. 549. (Remarcado nuestro).
11| En el momento en que tuvo lugar el golpe de Estado, la tensión entre Estados Unidos y el régimen iraní era extrema porque un centenar de rehenes estadounidenses estaban retenidos en Teherán. El tema estaba en el centro de la campaña electoral en la que contendían Ronald Reagan y Jimmy Carter, que pretendía un segundo mandato.
12| Ibid., p. 550.
Éric Toussaint, portavoz del CADTM Bélgica (www.cadtm.org) y profesor en la Universidad de Lieja, es autor de varias obras, entre ellas: Bancocratie, Aden, Bruselas, 2014, http://cadtm.org/Bancocratie; Procès d’un homme exemplaire, Edition Al Dante, Marsella, 2013; Banco Mundial: el golpe de Estado permanente. La agenda oculta del Consenso de Washington, Ediciones El Viejo Topo, Mataró (Barcelona), 2007; y una Tesis Doctoral, presentada en 2004 a las Universidades de Lieja y de París VIII, titulada: «Enjeux politiques de l’action de la banque internationale pour la Reconstruction et le Développement et du Fonds Monétaire International envers le tiers-monde»http://cadtm.org/Enjeux-politiques-... Además es coautor junto a Damien Millet de 60 preguntas, 60 respuestas sobre la deuda, el FMI y el Banco Mundial, Icaria Editorial, Barcelona, 2009; del libro colectivo La deuda o la vida, Icaria Editorial, Barcelona 2011 que tuvo el premio al libro político concedido por la Feria del libro político de Lieja.