En su segunda acepción “quimera”
significa, según el Diccionario de la Lengua Española, “aquello que se
propone a la imaginación como posible o verdadero, no siéndolo”.
En las declaraciones y documentos de las cumbres de la zona euro (ZE), pero también del G7, del G20 y del FMI, todos los caminos conducen
al Consejo de Estabilidad Financiera (CEF), porque de lo que se trata
es de mantener la estabilidad del actual sistema de dominación
financiera sobre la economía global. El antecesor del CEF, el Foro de
Estabilidad Financiera (FEF), surgió en 1999 como iniciativa del G7, al
mismo tiempo que se lanzó la creación del G20 a nivel de ministros de
Finanzas y de Gobernadores de los bancos centrales, con el
“asesoramiento” del sector financiero privado.
El muy conservador Hans Tietmeyer,
en 1999 presidente del Bundesbank -y actualmente vicepresidente del
Consejo de Dirección del Banco de Pagos Internacionales (BIS, en su
sigla en inglés)- fue designado por el G7 para concebir y crear el FEF.
La creación del FEF y del G20 tienen lugar a finales de la presidencia
del Demócrata Bill Clinton, quien llevó a cabo lo esencial de la
desregulación del sistema financiero para facilitar su expansión global.
Clinton lleva a cabo estas acciones en el contexto de la “Tercera Vía”,
o sea de la continuación de las políticas neoliberales de Margaret
Thatcher y Ronald Reagan por los partidos liberales y socialdemócratas.
Los principales socios de Clinton en la Tercera Vía son Tony Blair y
Gerhard Schröder.
El politólogo canadiense Tony
Porter de la Universidad McMaster de Hamilton escribía a comienzos del
2000, en una ponencia titulada “The G-7, the Financial Stability Forum,
The G-20, and the Politics of International Financial Regulations” (1)
que la creación del FEF y del G20 podía obedecer a principios que enfatizan el papel de apoyo mutuo entre los Estados y los poderosos actores del mercado (2)
, agregando que en su estructura el FEF y el G20 tienen algunas
similitudes “a las informales e interconectadas redes de las
instituciones, como la Comisión Trilateral o el Grupo de 30 (3), las
cuales reúnen a los más altos dirigentes de los negocios, los gobiernos y
el mundo académico “para forjar políticas destinadas a la economía
global y favorables al capitalismo (y para) legitimar los efectos de la
autoridad privada y técnica”.
Y de paso darle legitimidad a los
mecanismos políticos destinados a aplicar las recomendaciones del FEF,
convertido en CEF y abierto a todos los países del G20 a partir de la
reunión del G20 en Londres, en abril de 2009.
Estabilidad y capitalismo, una incongruencia
El pasado 8 de diciembre el autor del muy respetado blog The London Banker
(4) –que ocupó una posición en el sistema financiero de la City de
Londres – describe las razones por las cuales se opone a la “estabilidad
financiera”: Nunca entendí porque la Estabilidad Financiera debería
ser un objetivo de política pública. Deseables y medibles realizaciones
en beneficio del público deben ser objetivos de la política pública. La
Estabilidad es un estúpido e impracticable objetivo en una economía
capitalista. Éxitos y fracasos de firmas que compiten entre sí son la
base del progreso económico, de la asignación de capitales y de la
fijación de precios por el mercado. El capitalismo requiere el
reconocimiento del fracaso, y el fracaso siempre causa pérdidas
económicas y alguna inestabilidad en tanto que los supuestos del pasado
son re-examinados y re-evaluados más objetivamente a la luz de la
presente y dolorosa realidad.
Seguidamente London Banker
enfatiza que la manera de encarar el fracaso puede contribuir a mejores
resultados en el futuro, pero “sólo si los costos del fracaso caen sobre
las espaldas de quienes lo causaron y no sobre las de los inocentes.
Las políticas de la década de los 90 promovida durante la Gran
Moderación por los reguladores (financieros) estuvieron dirigidas a
anticipar los fracasos para disfrazarlos, retardarlos y subsidiarlos”, y
recuerda que desde la crisis financiera del 2008 los gobiernos han
estado más que dispuestos para socializar con los contribuyentes, a
través de rescates en serie, los costos de los fracasos magnificados por
el apalancamiento.
Recuerda que no siempre fue así. De
la década de los años 30 y hasta los años 80 el sistema bancario
estadounidense trató los fracasos de manera rápida y certera. Habiendo
institucionalizado el rescate en todos los niveles de la economía,
continúa London Banker, presenciamos ahora la “japonización”
(estancamiento a largo plazo) en lugar de la recuperación de la economía
real. Y añade que el objetivo de la “estabilidad financiera”, al
igual que el de la “seguridad nacional”, nunca podrá ser objetivamente
confirmado. Muy seguido sirve a sus proponentes para disfrazar objetivos
ulteriores, o para desviar la atención de malas políticas de ayuda, que
dañan en lugar de promover los intereses públicos.
La dictadura de los banqueros
Reaccionando a un artículo de
Robert Fisk titulado “Los banqueros son los dictadores en Occidente” y
al relato de Patrick Meighan sobre su arresto durante la “Ocupación de
Los Ángeles” (5), el 12 de diciembre London Banker escribe en su blog que “los bancos como dictadores tiene sentido para mi”.
Para este ex banquero que desde
hace casi una década analiza críticamente la actual crisis financiera,
la dictadura de los banqueros que denuncia Fisk “tiene sentido” porque
los reguladores del sistema financiero están al servicio de los bancos,
de los especuladores y de las agencias de calificación del crédito: “Es
inimaginable para (los reguladores) la idea de hacer política pública a
favor del interés público si los bancos la desaprueban. Y de esta manera
los bancos logran las regulaciones que ellos prefieren”.
Todo lo anterior explica tanto las
causas como el desenvolvimiento de las crisis financieras que se vienen
sucediendo en Estados Unidos y los países capitalistas avanzados. Esta
subordinación de los Estados al dictado del sistema financiero es
evidente en el obtuso empecinamiento de defender los accionistas de
insolventes bancos de la ZE mientras se aplican programas de austeridad
en los países de la ZE, y con mayor severidad en los países más
endeudados y vulnerables al chantaje del mercado financiero.
Al final de la última Cumbre de la
UE, en Bruselas, el analista económico Eric Reguly, del diario
canadiense The Globe and Mail, escribía que esa reunión fue un fracaso
porque evitó tratar los problemas causantes de la crisis en la ZE, la
falta de crecimiento económico, y añade que de manera perversa esa
cumbre “puede acelerar los problemas. Más disciplina (fiscal) significa
mayor austeridad, lo que significa más recortes (presupuestarios) y
despidos, e impuestos más altos. Como resultado los déficits no
desaparecen, ni tampoco el fardo de la deuda. La UE va hacia una
recesión – gran sorpresa! – lo que significa que mayor austeridad será
exigida para contener los déficits. Es un circulo vicioso”.
En este contexto de búsqueda de
estabilidad del sistema financiero sin importar su costo social y
económico, London Banker no descarta “un colapso deflacionista
conducente a la inestabilidad política, como siempre sucede porque la
deflación destruye el valor de los activos en papeles que en su mayor
parte están en manos de los más ricos, del 1%. Y cuando la deflación
destruya sus valores, también destruirá su poder, y eso creará un vacío” de poder.
“Hay crisis para largo rato”
En una disertación con las radios
públicas de Unasur, el 8 de diciembre en Buenos Aires - reportada por el
diario argentino Página/12 -, la presidenta del Banco Central
argentino, Mercedes Marcó del Pont, se dijo “personalmente () muy
pesimista acerca de cómo se va a desenvolver la economía mundial en los
próximos años”, observando que “los diagnósticos que vienen de la mano
del pensamiento neoliberal están vinculados con intereses concretos,
esencialmente al mundo financiero y están tratando de proteger los
bancos y al sistema, olvidándose del resto de la sociedad”.
“Sabemos que los trabajadores y los
empresarios son los que realmente pueden regenerar las condiciones para
volver a crecer; como no se advierte que en los países desarrollados se
esté dando esta discusión, creo que hay que ser conscientes de que esta
crisis puede venir para un largo rato”, dijo Marcó del Pont.
Esta observación de la presidenta
del Banco Central argentino es totalmente justa para cualquier
economista o analista que haya observado el desenvolvimiento de la
política económica y comercial durante las últimas décadas, como es mi
caso en lo referente a América del Norte: los problemas de la
economía real, del crecimiento, del desempleo, de la demanda agregada,
del capitalismo a secas para ser breve, no están siendo discutidos ni
encarados de manera seria en los países capitalistas desarrollados.
La voz cantante es la del sector
financiero, como analizaba el presidente y director ejecutivo del Banco
de la Reserva Federal de Kansas City, Thomas M. Hoenig, el 27 de junio
de este año en el marco del “Pew Financial Reform Project and New York
University Stern School of Business” (6).
Como London Banker, Hoenig
planteaba que los grandes bancos e instituciones financieras
consideradas demasiado importantes sistemicamente como para dejarlas
caer, por ejemplo los grandes bancos que constituyen el meollo de la
crisis en la ZE, “son fundamentalmente inconsistentes con el
capitalismo. Están inherentemente desestabilizando los mercados globales
y perjudican el crecimiento (económico) mundial.
Aunque parezca contradictorio, y no
lo es de manera alguna, el reducto del capitalismo a secas, con sus
malas y menos malas consecuencias pero con la ventaja de que puede
generar desarrollo, crear empleos y bajar la pobreza, está ahora en
muchos de los países emergentes de Asia y América latina. La prueba es
lo que dice Marcó del Pont: “los países que están zafando de la recesión
son aquellos que han logrado reindustrializarse y recomponer su mercado
interno, que es recomponer salario, es recomponer el mercado de trabajo
() Argentina y los países de América latina tenemos la enorme ventaja
de que hemos crecido a partir de nuestro mercado interno, y ese mercado
interno lo tenemos que cuidar y trabajar mucho en la integración
regional”.
Para finalizar, en su primera acepción quimera
es un monstruo imaginario que, según la fabula, vomitaba llamas y tenía
cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón. Y en su tercera
acepción es pendencia, riña o contienda. Por eso me parece que quimera
define muy bien la ideología de esta dictadura de las finanzas: sus
objetivos son monstruosos, irrealizables y han hecho renacer por todo el
mundo la rapiña imperial.
La Vèrdiere, Francia
2.- El CEF está compuesto por los
bancos centrales (que son independientes de los gobiernos y están
vinculados al sistema financiero privado), los ministerios de Hacienda o
Departamentos del Tesoro, en algunos casos por las Comisiones de
Valores Mobiliarios, por las organizaciones multilaterales, como la
OCDE, el FMI y el BM, y las organizaciones que representan a las
finanzas. Ver http://www.financialstabilityboard.org/members/links.htm
3.- El Grupo de 30 fue creado en
1978, es privado y se define de la siguiente manera: “un grupo
internacional compuesto de muy altos representantes de los sectores
público y privado, y de la academia”. Ver