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Griesa aprieta pero por ahora no ahorca

Philosophicus; 08 - 08 - 2014

Por: Jorge Altamira 
        (especial para ARGENPRESS.info)

Para ser ‘el malo de la película’, las últimas decisiones del Frankestein de Nueva York han dejado ver un lado ‘humano’. En efecto, luego de haber liberado el pago de los bonos bloqueados que fueron entregados a Repsol, Griesa hizo lo mismo (por única vez) con los que están denominados en pesos, con los que se pagan en plazas europeas y con los que están en dólares bajo legislación argentina. ‘Tudo bem’: solamente mantuvo bloqueado el pago de la deuda con jurisdicción norteamericana. Este proceder ‘generoso’ buscó evitar un derrumbe del precio de la deuda normalizada o reestructurada de Argentina. De modo que fue Griesa y no la solvencia económica del ‘modelo’, como se jactan los K, lo que detuvo el alud. Esta ‘estabilización’ le quitó impacto financiero a la declaración oficial ‘defol’ oficial por parte del comité de bancos y fondos encargado de ese menester. Es así quienes compraron bonos de seguros contra ‘defol’ ‘al descubierto’, o sea sin poseer efectivamente los títulos de deuda que se entregan para cobrar el seguro, no pudieron salir a comprarlos (después de la declaración de ‘defol’) a precios de remate. Esas apuestas ‘al descubierto’ representan el 80% de los bonos de seguro contra ‘defol’. Los bonos en dólares, con vencimiento en 2033, “se estabilizaron”, constata The Wall Street Journal, (4.8) en 85 centavos de dólar, contra una cotización pre-defol de 96 centavos. La movida de Griesa está vinculada a la gestión de un conjunto de bancos extranjeros – JP Morgan, Citibank, HSBC – para comprar la deuda a los fondos buitres con un descuento (20%). Para no torpedear el negocio, el juez suspende la ejecución de la sentencia. Los bancos esperan, además, que el arreglo eleve la cotización de la deuda de Argentina y que el gobierno los elija para la colocación de más deuda en el futuro, en especial para YPF. El arreglo beneficiaría también a pulpos como Chevron, que invierten en Vaca Muerta con crédito del exterior (mucho más barato que el uso de sus propios fondos). Si todo esto sale bien, los bancos pedirían a Griesa que suspenda su fallo hasta el 1 de enero, lo cual habilitaría el pago regular de la deuda externa normalizada. Los K ya han recurrido a este procedimiento en los litigios en el tribunal arbitral del Banco Mundial, donde los fondos amigos compraron a las empresas que judicializaron la pesificación de tarifas, para comprar el fallo adverso con una quita. Varios medios de información, tanto oficialistas como opositores, señalaron que Kicillof prefería esta salida a la fracasada de los bancos locales. Es que podría negociar con la banca extranjera algo que no lograría de la nacional: obtener financiamiento para Vaca Muerta. Después de vociferar la intención de reconstruir la burguesía nacional, el nacionalismo criollo preferiría proceder a una entrega financiera y de recursos estratégicos enorme. Parece claro que si todo esto no prospera, la ‘generosidad’ de Griesa terminaría con el próximos vencimiento de deuda regular (60 días), en cuyo caso el WSJ ya no podría mencionar la “estabilización” del precio de los bonos. El ‘inconveniente’ de este plan es, sin embargo, que los ‘nacionales y populares’ acabarían pagando, con una quita menor, la deuda buitre, que totaliza unos u$s 15 mil millones. Como tampoco tienen esa plata en efectivo, deberían hacerlo con bonos a una tasa similar a la arreglada con Repsol – un 9% anual. Esta tasa superior al doble de la media internacional, equivaldría a un nuevo endeudamiento por u$s 30 mil millones Es curioso, en este marco, que K y anti K, coincidan en que este ‘defol’ no es como el de 2001. Alegan que la deuda dolarizada es apenas la mitad del PBI; que solamente el 20% de ella es con privados y que un 8% corresponde a extranjeros. Como se puede juzgar por estos porcentajes, la burguesía local es la acreedora privada principal del Estado argentino. En 2001, de todos modos, la deuda externa era apenas un poco mayor en términos porcentuales y solamente la mitad estaba en manos de privados – la otra mitad era con organismos internacionales; hoy se encuentra, además, en la cartera de la Anses y el Banco Central. En 2001, la deuda estatal era de u$s 140 mil millones, en la actualidad es de u$s 250 mil, y se iría a casi 300 mil con el pago en bonos a los fondos buitres o bancos sustitutos. Las reservas internacionales disponibles son apenas de u$s 15 mil millones, exactamente igual a los vencimientos hasta diciembre de 2015. O sea que Argentina está objetivamente en ‘defol’. Otro argumento para distanciar la situación actual de 2001, es que las tenencias de deuda de la Anses y otras entidades públicas, son de refinanciamiento indefinido. Esto es obviamente falso porque poseen los mismos títulos de deuda que el resto de los acreedores. También es falso que a los acreedores solamente les interese cobrar los intereses y no recobrar el capital, esto porque cuando se complica el pago de los primeros, buscan recuperar el segundo, o porque cuando se alteran las condiciones que financiaron ese capital, procuran devolverlo al menor costo. No es cierto tampoco que haga una diferencia sustancial que, en 2001, los bancos estuvieran dolarizados y ahora están pesificados: una salida de depósitos, que podría ser motivada por una devaluación, los dejaría en situación de quiebra. En un caso así no podrían recurrir al Banco Central, como sí hicieron en 2002, porque ahora el BCRA tiene un déficit financiero de alrededor de $ 200 mil millones y activos incobrables (letras intransferibles al Tesoro) por varias decenas de miles de millones de dólares. El pago de deuda con bonos, en lugar de efectivo, es una señal de incapacidad de pago. Otra manifestación de la situación de ‘defol’ es el déficit del Tesoro, que será de más de $ 200 mil millones, sin otra financiación que la del Banco Central a fondo perdido. El gobierno ha buscado salir de este impasse, este año, mediante un re-endeudamiento internacional, alegando, él mismo, “restricción externa”, o sea esa incapacidad de pago. Tomar deuda para pagar deuda es el sucedáneo de una refinanciación de la deuda, que podría ser peor que ella. Esta política ha sido interrumpida por la crisis con los buitres. La luz verde de Griesa a una negociación con bancos extranjeros, procura restablecerla. La declaración oficial o no de un ‘defol’ es circunstancial; la crisis capitalista es de conjunto. Una década más tarde, la misma estructura económica ha provocado el mismo derrumbe social.

Argentina: Default o no default, esa NO es la cuestión

Philosophicus; 08 - 08 - 2014

Por: Esteban Mercatante - Gastón Ramírez 
        (LA VERDAD OBRERA - PTS) 

Al cierre de esta edición, la Argentina está ingresando en un default. A causa de la validación que hizo la Corte Suprema de Estados Unidos del fallo obtenido por los fondos buitre cuando en junio pasado se negó a tomar en consideración la apelación argentina, el país está bloqueado para continuar los pagos a los vencimientos de bonos regularizados (que participaron de los canjes de 2005 y 2010) si antes no paga a los bonistas que están en juicio. Ayer se cumplieron los 30 días de gracia desde el último vencimiento incumplido y, sin acuerdo, la Argentina está ingresando en default. Este es “selectivo”, porque afecta la deuda bajo jurisdicción extranjera, que es aquella cuyos pagos ha bloqueado el juez Thomas Griesa con su fallo. El resto de la deuda bajo jurisdicción argentina se sigue pagando regularmente. Además, esta semana el gobierno adelantó U$S 642 millones al Club de París y el mismo Juez Griesa autorizó al Citibank a pagar a bonistas del canje 2005-10 y del acuerdo con Repsol. Se llega al default tras dos meses de fallidas negociaciones. Desde el comienzo el gobierno planteó como traba la cláusula RUFO. Esto significaba, en la interpretación del gobierno, que hacer una oferta mejor a los holdout, aún en el contexto de un fallo adverso, podría desatar reclamos que podían hacer crecer la deuda pública de los casi 250 mil millones actuales hasta los 500 mil millones de dólares. Por eso, el objetivo estuvo puesto desde el comienzo a alcanzar algún acuerdo que extendiera los plazos hasta enero. Reclamaron el restablecimiento del “stay” -cautelar- que habría evitado la ejecución de la sentencia permitiendo que la Argentina siguiera la negociación con los holdouts sin dejar de pagarle a los que aceptaron el canje anterior. Desde el comienzo Griesa se negó de forma terminante. El arreglo entre privados que (aún) no fue Como en una película de suspenso, la intriga se mantiene hasta el último momento. El lunes todo indicaba que no había alternativa al default. No faltó el giro inesperado de último momento, cuando 24 horas antes de la fecha límite, se hizo pública la decisión de los banqueros argentinos, nucleados en Adeba de reunir 250 millones de dólares en bonos con los cuales constituirían un fideicomiso. Con este se buscaría negociar con los fondos buitre la compra de parte de sus tenencias de títulos en default. Durante el día de ayer, esta versión creció hasta la idea de que los banqueros comprarían la totalidad de la deuda en manos de los buitres. De esta forma habrían podido solicitar de inmediato el “stay” para llegar hasta enero. Pero finalmente ayer por la noche no había anuncio de ningún acuerdo. Aunque pasó la hora de cierre de la plaza neoyorquina, y con ella la posibilidad de que Argentina realizara pagos antes del horario límite, todavía no está dicha la última palabra. Los bancos argentinos continúan negociando con los holdouts, en línea con el plan que comenzó a dibujarse ayer, con la participación de los banqueros de Adeba. En su conferencia de hoy, después del cierre de la negociación con Pollack, Kicillof teatralizó un completo desconocimiento de lo que los banqueros argentinos pudieran estar discutiendo con los bonistas en Nueva York. Aunque en lo formal el plazo límite está cumplido, de alcanzarse algún acuerdo de compra de bonos, los nuevos titulares de los bonos defaulteados podrían solicitar el restablecimiento del “stay”. De concentrarse un acuerdo así, el default de unas horas no daría lugar a mayores consecuencias. El gobierno argentino podría seguir pagando la deuda regularizada, al mismo tiempo que negocia con los holdouts la forma de pago, y con los bonistas que canjearon la renuncia a la RUFO. Si esto se lograra, el resultado cantado sería un crecimiento de la deuda, por el reconocimiento a todos los holdouts.
A esto se sumarán los costos de la “ayuda” de los banqueros. Además de las jugosas comisiones y los cargos que pueda afrontar el gobierno para que los bancos no pierdan por su garantía, los bancos pueden pasar a tener mayor peso en las decisiones de la política económica, y desandar algunas medidas que los afectan como los topes a los intereses por los préstamos y a las comisiones, como también la resolución del Banco Central luego de la devaluación de enero que les ordenó disminuir la tenencia de dólares en su patrimonio con que los bancos especulaban. Este sector, que durante el primer trimestre de este año ya había amasado el equivalente a la mitad de las ganancias todo 2013 podría así seguir multiplicando su rentabilidad.
Aunque ayer se daba por frustrado este acuerdo, algunos medios afirmaban que un sector de banqueros continuará negociando.
Que no decidan a espaldas del pueblo. Por el No pago de la deuda
Default o no default no es la alternativa dramática para el destino de toda la nación, como la presenta el gobierno y la oposición patronal. Evitar el default no es ningún alivio para la clase trabajadora. No es, como dice el negociador Pollack en su comunicado, que el default tendrá graves consecuencias. Se agitan muchos cucos sobre las consecuencias que podría tener un default, pero es pagar la deuda lo que tiene gravosas consecuencias para la clase trabajadora y el pueblo. Por eso es necesario declarar el no pago, junto a otra serie de medidas para cortar con la expoliación imperialista y atacar sus posiciones, imponiendo monopolio del comercio exterior, la nacionalización de la banca bajo control de los trabajadores y expropiando a las grandes empresas imperialistas y a sus socios “nacionales” para ponerlas bajo control de los trabajadores. La política del gobierno y la oposición patronal apunta a acrecentar el grillete de la deuda. Debemos exigir que no sean el gobierno (que defiende los intereses de los capitalistas) y los banqueros, negociando con los buitres y los jueces imperiales, quienes comprometan nuestro futuro negociando a nuestras espaldas. Es necesario abrir lugar a una consulta popular vinculante, para que sea el pueblo el que decida que se hace con la deuda.