Por: Jorge Zavaleta Alegre 
Periodista y Lic. en Ciencias Sociales
Periodista y Lic. en Ciencias Sociales
        Sábado, 28 de Julio del 2,012
Los
 recursos naturales han sido sueños de los hombres, semillas de las 
colonias y el germen de los imperios, nos lo recuerda Joseph Conrad 
(1857-1924), en el corazón de las tinieblas.
Este
 año, los mercados internacionales de productos agrícolas parecen haber 
entrado en una fase de mayor estabilidad. Se prevé que los precios de 
los alimentos básicos permanezcan en una media más elevada en la próxima
 década, debido a la demanda firme y a la desaceleración de la 
producción mundial, advierte el reciente informe Perspectivas agrícolas 
de OCDE-FAO.
La
 abundante naturaleza y el hambre secular siguen siendo una preocupación
 que involucra a Estados ricos y pobres, señala el BID. Es una verdad 
inobjetable y contiene una valiosa referencia: América Latina, en 
especial Colombia, Perú, Brasil, Ecuador, Venezuela y Bolivia, son parte
 del grupo de los diez países con la mayor diversidad de especies de la 
tierra. El inventario de esta riqueza incluye las especies de mamíferos,
 aves, reptiles, anfibios, mariposas, angiospermas. Entre la frondosa 
diversidad, las plantas útiles clasificadas hasta ahora suman 446 
comestibles y 2449 medicamentos.
La
 fuerza de la demanda se da por el crecimiento demográfico, el mayor 
ingreso per cápita, la migración urbana y los cambios en los hábitos 
alimentarios en los países en desarrollo. A ello se suma la demanda 
creciente de materias primas para biocombustibles. 
Está
 previsto que los países en desarrollo tendrán cada vez un papel más 
dominante en la mayoría de los productos agrícolas y un rol más 
importante en el comercio de productos básicos. Las nuevas 
investigaciones coinciden en la necesidad de aumentar las tierras 
agrícolas y sobre todo mejorar la productividad en los países en 
desarrollo porque el crecimiento de la producción agrícola seguirá 
reduciéndose.
Hay
 consenso que los gobiernos deben renunciar a las prácticas que 
distorsionan el comercio y crear un entorno favorable para una 
agricultura. Y para los consumidores, especialmente para los millones de
 personas que viven en la extrema pobreza, es impostergable redoblar 
esfuerzos para reducir el número de personas que sufren hambre. "Los 
altos precios reales de los productos agrícolas suponen mayores 
incentivos para los campesinos y el desarrollo rural, especialmente 
cuando los mercados están abiertos y los mecanismos de precios funcionan
 bien, y donde los agricultores tienen también capacidad de respuesta", 
precisa FAO.
Pero
 la problemática es más compleja por la grave escasez de agua en la 
agricultura. Muchos bancos pesqueros están sobreexplotados o en riesgo 
de estarlo. Los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más 
frecuentes y los patrones climáticos están cambiando. La OCDE reconoce 
que el sector privado desempeñará un papel principal en la agricultura 
en el futuro. En ese sentido los gobiernos deberían fomentar mejores 
prácticas agrícolas, crear el entorno comercial, técnico y normativo 
adecuado y la innovación agrícola con especial atención a las 
necesidades de los pequeños agricultores, sin olvidar la creciente 
pérdida y desperdicio de alimentos. 
La
 FAO inició actividades en el Perú en la década de 1960. En ese 
horizonte hay expectativas respecto al marco de la asistencia de la FAO 
al Perú 2010 – 2013 que incluye, entre otros temas, Seguridad 
Alimentaria y Lucha contra la Pobreza. Formulación de Políticas 
Sectoriales y Desarrollo Rural.
En
 un mundo global, a este organismo de la ONU le corresponde aprobar 
normas mundiales y contribuir a formular convenios y acuerdos 
internacionales de impacto para el Perú, en el ámbito de su competencia.
 Su Centro de Información Agraria Mundial ayudará en el propósito de 
cerrar la brecha digital en el medio rural. Igual propósito se aprecia 
en los programas “Chefs contra el hambre” y el “Frente Parlamentario 
contra el Hambre”, iniciativas que la colectividad aprecia y revela el 
grado de concurrencia de las instituciones privadas y públicas en un 
objetivo común.
 
 
 


 


 



