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Bolivia:Los mineros apuntan a los 100 clanes que quieren derrocar a Evo "Convocan a organizar la lucha contra la oligarquía y el capitalismo"

La combativa Federación Sindical de Trabajadores Mineros convocó a todos los trabajadores del campo y las ciudades a unificar la lucha revolucionaria en contra de los 100 clanes familiares que detentan la tierra, los recursos naturales y el poder político y económico en el oriente y los valles de Bolivia.Hay que unificar la lucha revolucionaria del pueblo en contra de los Estatutos autonómicos ilegales y separatistas, dice la vanguardia proletaria que cree, además, que ha llegado la hora de acabar con el neoliberalismo y el capitalismo que hacen hambrear al pueblo.Según los mineros bolivianos, los prefectos (gobernadores) opositores y las logias de poder están impulsando estos Estatutos para proteger sus millonarios beneficios.'La reunión del día domingo 2 de marzo de 2008 del mal llamado Consejo Nacional de Defensa de la Democracia (CONALDE, que reúne a los prefectos opositores y líderes cívicos de la derecha, NdE) tiende a mostrar una aferrada protección sobre los beneficios que exprimieron a la patria por medio de Gobiernos neoliberales', dice el pronunciamiento.En esa reunión, los representantes políticos y empresariales de los 100 clanes acordaron seguir adelante con sus referéndums separatistas, a pesar que el Parlamento nacional les quitó toda legalidad, avanzando en la creación de sus propios Estados.Citando datos de una investigación de la agencia Econoticiasbolivia, la Federación de Mineros convoca al combate contra estos gamonales que concentran las riquezas del país, dejando en la extrema pobreza a dos tercios de la población de casi 10 millones de habitantes.'La familia Monasterios controla una superficie de tierras tres veces mayor a la mancha urbana de la ciudad de Santa Cruz. Los clanes de los Guiteras, Monasterios, Leigue, Yañez, Majluf, Antelo, Asbún y Salas Abularach se han apoderado de 3,1 millones de hectáreas en Santa Cruz y Beni, y qué decir de las demás familias de oligarcas: Saavedra Bruno, Monasterio Nieme, Justiniano Ruiz, Roig Pacheco, Rapp Martínez, Antelo Urdininea, Keller Ramos, Candia Mejía, Castro Villazón, Ovando, Fracaro, Sánchez Peña, Nielsen, Bauer y Elsner y el principal Branco Marinkovic (dueño de aceite Rico)' (ver el informe completo en: La rebelión de los 100 clanes).'Son estos clanes que tienden a la protección de autonomías regionales para seguir usufructuando de las bondades de nuestras riquezas naturales, para ello vienen a tender una especie de red sistemática que pretende ahogar a la población con la subida excesiva de precios de la canasta familiar incidiendo en todos los hogares bolivianos con una inflación cada vez más insostenible, utilizando a Comités Cívicos y Prefecturas como punta de lanza y pasar de un centralismo nacional a un centralismo departamental, que no solo determinará el enriquecimiento personal de estos lacayos, sino también agudizará la pobreza de las mayorías del pueblo boliviano', agrega la Federación de Mineros.'Por todo lo indicado, los trabajadores mineros, organizados en su gloriosa Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia, debemos hacer frente a estos abusivos atropellos dirigiendo nuestras acciones a neutralizar a estos detentadores del poder económico'.'Corresponde a los proletarios y el pueblo en general hacer frente a estos desafíos, el de aniquilar el modelo neoliberal imperante. Es tarea fundamental anular el sistema capitalista decadente explotador y de unificar a todos los pobres del país para aplastar de una vez por todas a estas logias', agrega la proclama.Según los mineros, por 'nuestra madurez política y la responsabilidad histórica, convocamos a todo el pueblo en general que luchó por un cambio estructural en octubre de 2003 a organizar la defensa en todo el país y estar atentos a cualquier arremetida de estos testaferros hasta alcanzar un modelo social sin explotados ni explotadores'.

Cortesía de: ECONOTICIASBOLIVIA

Las inquebrantables esposas

El matrimonio Spitzer
lleva 20 años unido y
tiene tres hijas adolescentes.
Foto: Mario Tama / AFP

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No son pocas las mujeres que en EU han debido sacar la casta por la traición de sus maridos. Como Silda de Spitzer, estoica compañera del ahora ex gobernador de Nueva York.


13-Marzo-08
Es posible que la imagen de la mujer más afectada por la revelación de la víspera haya sido tan vívida, como los detalles escabrosos de lo que las autoridades de Nueva York han llamado la participación del gobernador Eliot Spitzer en un círculo de prostitución de lujo.El 10 de marzo, mientras el gobernador se disculpaba –lo haría de nuevo ayer, cuando anunció su renuncia– Silda Wall Spitzer, su esposa por más de 20 años y madre de sus tres hijas, permaneció de pie ante las cámaras. Su presencia junto a un político vacilante, atrapado en un escándalo sexual, fue meramente la última en una larga lista de apariciones que se podrían llamar “estar junto a mi hombre”.Éstas se remontan al menos a 1987, cuando Lee Hart, la esposa del conteniente presidencial demócrata Gary Hart voló a New Hampshire durante la campaña para profesar su amor en medio de reportes de una relación extramarital de su esposo con Donna Rice. El verano pasado, Suzanne Craig le sostuvo la mano a su marido, el senador Larry Craig, bajo el sol de Idaho, mientras él negaba los reportes de haber solicitado sexo gay en el baño de un aeropuerto.El 11 de marzo, algunos consultores políticos y académicos explicaron que la muestra de apoyo de la señora Spitzer es una manera de evitar más persecuciones de los medios y, tal vez, de salvar su puesto.Pero las oficinas y sitios web estuvieron, sin embargo, fascinados con el problema de la señora Spitzer, mientras mucha gente lamentó lo que se ve como la práctica creciente de utilizar a un cónyuge herido como cubierta política. Algunos señalaron a Spitzer, mientras que otros dirigieron su ira a la señora Spitzer, quien fue su compañera de clases en la Escuela de Leyes de Harvard.Muchos expresaron teorías sobre por qué la señora Spitzer se enfrentó a los reporteros con su marido. ¿Fue para demostrar fortaleza por el bien de sus tres hijas adolescentes, o una estrategia política calculada? ¿Fue la decisión de ella o de él?Anna Harvey, profesora de política en la Universidad de Nueva York, dijo que a menudo los políticos tratan de presentar los alegatos de mala conducta sexual como un problema familiar. “Lo que se intenta hacer cuando el cónyuge nos acompaña a un foro público como ese es enmarcar el problema como algo privado”, opinó.Citó el ejemplo clásico de tal teatro político –la entrevista con Bill Clinton y Hillary Rodham Clinton de 1992 en “60 Minutes”, cuando éste buscaba la nominación presidencial. Intentando acallar los crecientes rumores de una aventura entre Clinton y Gennifer Flowers, la señora Clinton, acomodada en un sofá con su marido, dijo: “No estoy sentada aquí por ser una mujer pequeña junto a su hombre, como Tammy Wynette”.“Pero justo eso estaba haciendo”, afirmó la profesora Harvey. “Dijo: ‘Este es nuestro matrimonio y nuestro problema’. Él se recuperó, no ganó New Hampshire, pero ganó la nominación. En ese caso, no hubo alegatos de haber violado alguna ley. Fue una simple infidelidad matrimonial. Pienso que ese no es el caso con Spitzer.” (Hillary volvería a estar junto a Billy el 26 de enero de 1998, en una conferencia de prensa, cuando él rechazó haber tenido “relaciones sexuales” en la Oficina Oval con la joven becaria Monica Lewinsky, aunque más adelante debió pedir disculpas a la Nación por “otras cosas” practicadas con ella).Algunos consultores y expertos políticos dijeron que la aparición de la señora Spitzer causó impresión no sólo a causa de la ostentosidad de las acusaciones, sino por su obvia devastación. A diferencia de las conductas de otros cónyuges de políticos, la Sra. Spitzer, con los ojos a veces mirando hacia abajo y otras viendo a su esposo, tenía la apariencia cansada y aturdida de alguien en duelo.En busca de un comentario experto, las estaciones de noticias de tv naturalmente buscaron a una de esas cónyuges, Dina Matos McGreevey. Autora de Silent Partner: A Memoir of My Marriage, ella permaneció al lado de su esposo, el gobernador James E. McGreevey de New Jersey, en una rueda de prensa en 2004, en la que él dio a conocer que era gay y anunció su renuncia. En una entrevista telefónica el 11 de marzo, la Sra. McGreevey dijo que dos horas antes, el gobernador McGreevey le pidió que considerara unirse a él en el podio. Ella le dijo que lo pensaría, comentó, y luego consultó rápidamente a su terapeuta.“Fue por instinto el estar allí”, dijo. “Pese al hecho de que me había humillado y causado un dolor insoportable, era el hombre con el que me había casado, un hombre al que amaba, y los sentimientos no se evaporan de la noche a la mañana. Y luego pensé en mi hija, no quería que 10 o 15 años después me preguntara por qué no había apoyado a su padre en el momento más difícil de su vida.”La señora McGreevey dijo que no lamenta su decisión de acompañarlo mientras él se proclamaba “un estadunidense gay”. “Me han criticado por pararme ahí, la gente ha dicho: ‘¿Por qué lo hiciste? ¿Cómo pudiste pararte ahí con una sonrisa?’. Pero la gente que me conoce sabe que no era una sonrisa, era mi intento por guardar la compostura.”Parte de lo que circulaba en internet el 11 de marzo sugería que la silenciosa presencia de la Sra. Spitzer junto a su esposo representaba un día negro para el feminismo, y una escritora se quejó: “¡Alguien tiene que decirle a su esposa que ‘apoya a tu hombre’ es algo que aquí no se aplica!... Tiene que tener algo de orgullo”.Pero otros disintieron. Para Suzanne Goldberg, profesora de leyes de la Universidad de Columbia y directora de su Clínica de Leyes de Sexualidad y Género, “ella pudo haber pensado que era la mejor estrategia, en una situación terrible, para proteger a sus hijas o su reputación. No tenemos bases para asumir que es un mero peón en estos sucesos.”



Lisa W. Foderaro • Nueva York (c)



Traducción: Franco Cubello



Racismo y machismo, de campaña (Obama y Clinton, expuestos a todo)


Antonio Caño


Diario EL PAIS


13 de Marzo de 2008


Confirmada su victoria en Misisssippi, comprobado que, aún perdiendo las primarias, obtuvo más delegados que Hillary Clinton en las recientes elecciones de Texas, Barack Obama puede disfrutar de este periodo de vacaciones que ahora ofrece la campaña electoral como un líder difícil de alcanzar por su rival.


Ambiente caldeado
Pero eso, lejos de serenar la contienda, ha elevado al máximo los niveles de animosidad entre los candidatos, inflamación de los argumentos e incertidumbre sobre el resultado final.Tan mal se han puesto las cosas en el Partido Demócrata que las elecciones parecen ya contar poco. Obama ganó el martes en Mississippi con el 61% de los votos, más de 20 puntos de ventaja sobre Clinton. Pero ésta ni siquiera se refirió a Mississippi en su mitin nocturno. Lo mismo pasó el sábado pasado con Wyoming.
La campaña de Clinton está centrada en Pennsylvania, uno de los grandes estados del país, con la idea de que sólo aquel que gane los estados grandes merece ser candidato presidencial, no aquel que tenga más votos o más delegados, como marcan las reglas.Ni siquiera parece importar que en uno de esos estados grandes (Texas) el recuento final permita que, gracias al complejo sistema mixto de selección de delegados, Obama acabe acumulando cinco más que Clinton.
Todo esto, por supuesto, ha encanallado tremendamente esta campaña y ha echado sobre la mesa los argumentos más dolorosos y divisorios: el racismo y el machismo.Una de las más prestigiosas políticas demócratas y connotadas feministas, Geraldine Ferraro, la primera y única mujer candidata a la vicepresidencia de Estados Unidos, en 1984, con Walter Mondale, ha manifestado que Obama ha llegado tan lejos sólo por ser negro y ha acusado a los medios de comunicación de ayudarle por machistas. Ferraro ocupa un cargo de responsabilidad dentro de la campaña de Clinton.“Si fuera un hombre blanco no habría llegado a donde está; si fuera una mujer, blanca o negra, tampoco”, declaró Ferraro a un periódico de California. Algunos de los medios también criticados por Ferraro le recordaron ayer que ella fue elegida como compañera de candidatura de Mondale por el único mérito de ser mujer. Después perdió sucesivamente dos intentos de llegar al Senado.Ferraro apareció el martes por la noche en la cadena Fox para insistir en sus argumentos y añadió que “en cuanto se les hace una crítica te llaman racista”. “Yo también puedo decir que a mí me atacan por ser blanca”, declaró. Sugirió, con otras palabras, que de lo que se trata más bien es de favorecer a un negro que no vale nada sólo para cortarle el paso a una mujer.Hillary Clinton ha dicho que no comparte ese punto de vista, pero se ha negado a prescindir de Ferraro como dirigente de su campaña. Obama ha comentado a la cadena CNN que “las declaraciones de Ferraro son el tipo de actitudes que tenemos que desterrar de la política” y opinó que alguien que piensa así no debería estar involucrada en la campaña demócrata.


La última chica de Spitzer habla de sus aficiones en la web

INFORMATIVOSTELECINCO.COM/AGENCIAS
13 de marzo de 2008




El ya ex gobernador de Nueva York, el demócrata Eliot Spitzer, gastó al parecer 51.000 euros durante los últimos diez años en servicios de prostitutas, y abonaba 2.700 euros cada vez que requería los servicios de una de las mujeres. La última, la del escándalo, es una joven de 22 años de la que se sabe que es cantante y que ama su estilo de vida en Manhattan. Así lo cuenta ella en su página web, aunque fuera de ella, sólo dice que no quiere que la conviertan ahora en un monstruo.
Una inspección fiscal rutinaria iniciada en 2007 condujo a los inspectores del IRS hasta las cuentas bancarias de Spitzer, que había abanderado la lucha contra la prostitución en su ciudad: había realizado transacciones financieras que resultaron sospechosas a su banco y que posteriormente enlazaron con una red de prostitución. La declaración jurada del caso, según la prensa estadounidense, detalla el encuentro entre Spitzer (identificado como Cliente 9) y una mujer, conocida con el nombre de "Kristen", en un lujoso hotel de Washington en febrero. Según las indagaciones, que han sido divulgadas públicamente, Spitzer reservó dos habitaciones en ese hotel, una bajo el nombre de uno de sus donantes de fondos electorales, George Fox, sin que éste lo supiera, y que el "Cliente 9" pagó a la prostituta el viaje de Nueva York a la capital de Estados Unidos. La ley estadounidense considera la prostitución como un delito que es perseguible a nivel estatal, pero según la legislación adoptada por el Congreso en 1910 y conocida como "Ley Mann" se considera delito transportar a alguien entre dos estados para ejercerla. Los expertos señalan que Spitzer podría ser denunciado por trasladar a "Kristen" de Nueva York a Washington y cometer supuestas irregularidades al intentar despistar al Fisco dividiendo una transferencia bancaria de 25.800 euros a favor de esa red en pequeñas cantidades para evitar .