El aspecto ambiental constituye una de las áreas fundamentales en todo sector productivo. En el caso la industria salmonera, este ítem ha sido uno los principales temas de discusión entre los distintos actores involucrados.
A pesar de las diferentes opiniones al respecto, está claro que para continuar desarrollando esta industria, es necesario seguir mejorando los estándares vinculados con el medio ambiente. Para nadie es un misterio que toda actividad productiva produce un impacto en diversos ámbitos, entre ellos, en el medio ambiente. La industria salmonera no escapa a esa premisa, y el tema ha estado en el tapete de la opinión pública en innumerables oportunidades. Pero estas discusiones se centran en hechos puntuales y, en el corto plazo, dejando de lado una visión más integral del aspecto medioambiental. En ese sentido, al ser una actividad económica y socialmente importante para las regiones del sur de nuestro país, se hace indispensable asegurar el futuro de este sector.
Esto adquiere mayor importancia si se toman en cuenta los cuestionamientos que ha tenido la salmonicultura en el último tiempo por parte de Organizaciones no Gubernamentales. Los últimos hechos apuntan al tema sanitario, específicamente por la aparición del virus ISA, que también ha dejado en evidencia el carente manejo ambiental de la industria salmonera. Según las ONG, las actuales prácticas de las empresas estarían poniendo en riesgo la sustentabilidad ambiental del sector.
¿Qué se entiende por sustentabilidad ambiental?
Mucho se habla de sustentabilidad ambiental, pero poco se sabe sobre el origen de este término. Se sabe que un primer acercamiento fue el entregado por el “Informe Brundtland”, documento que nació del trabajo de la comisión del mismo nombre, creada en 1983 por la ONU y dirigida por la sueca Gro Harlem Brundtland.
Allí se describe el desarrollo sustentable como “un proceso de cambio, en el que la explotación de los recursos, la dirección de las inversiones, la orientación del cambio tecnológico e institucional, están todos en armonía, aumentando el potencial actual y futuro para atender las necesidades y aspiraciones humanas; todo esto significa que el desarrollo del ser humano debe hacerse de manera compatible con los procesos ecológicos que sustentan el funcionamiento de la biósfera”.
Dicha comisión realizó una serie de estudios, mesas redondas y conferencias públicas en todo el mundo. En abril de 1987 se publicó la información generada en este tiempo bajo el nombre de “Nuestro Futuro Común” o también conocido como “Informe Brundtland”.
En dicho informe se propone “iniciar una nueva perspectiva de adaptar un crecimiento económico justo, desde el punto de vista ecológico, declarando que el desarrollo sustentable debe ser aplicado, tanto a la administración de la economía como al desarrollo de tecnología y al manejo de los recursos naturales, acompañado, congruentemente, de una renovación en los propósitos de la sociedad, orientado a un cambio de actitud de mayor respeto hacia los ecosistemas, la biodiversidad, el medio ambiente y los recursos naturales”.
Y es que el impacto directo de toda industria sobre la naturaleza se produce,generalmente, por la ocupación del espacio, la utilización de los recursos naturales y la generación de residuos. De estos impactos, la contaminación es el aspecto que ha sido examinado más detalladamente, y no es raro encontrar opiniones que señalen que sería la mayor forma de impacto de la industria.
Según el Centro de Investigación y Planificación del Medio Ambiente de Chile, en nuestro país el componente ambiental recién aparece en 1980, en que por primera vez en la Constitución Política se asegura, en su Artículo 19 inciso 8º, "el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación", y se señala que: "es deber del Estado velar para que este derecho no sea afectado y tutelar la preservación de la naturaleza".
También se dice que "la ley podrá establecer restricciones específicas al ejercicio de determinados derechos para proteger el medio ambiente". Con anterioridad a la citada disposición constitucional, el concepto mismo de protección ambiental no estaba presente en la legislación.Por ello es cada vez más recurrente la necesidad de hacer de esta actividad, una industria ambientalmente sustentable. Pero, ¿es posible hablar de la salmonicultura como una actividad que respeta el medioambiente?
¿Cuál es la visión que tienen los distintos actores involucrados en el tema?
Aunque hay opiniones encontradas, al parecer existe consenso en la necesidad de mejorar algunas prácticas para asegurar el futuro de la industria. Un aspecto relevante para lograr esto es el trabajo en conjunto de empresas, universidades, ONGs y entidades gubernamentales.Los esfuerzos de la industria Sabido es que las grandes empresas productoras de salmón realizan cada vez mayores esfuerzos en el cuidado del medioambiente. En ese sentido, la Asociación de la Industria del Salmón, Salmon Chile A.G., señala que desde sus primeros años ha impulsado una serie de iniciativas para mejorar el aspecto ambiental de la actividad.
La primera de ellas es el Sistema de Monitoreo Ambiental que, desde 1989, SalmonChile aplica en toda la macrozona del salmón. Esto permite chequear directamente y predecir condiciones de oleaje, temperatura, corrientes y floraciones algales, mediante la aplicación de última tecnología.
Según la asociación gremial, la industria del salmón fue el primer sector productivo del país en recibir, por parte del Ministerio de Economía, certificados de Producción Limpia. Tras dos años de trabajo, estos acuerdos se cerraron oficialmente en septiembre de 2005. Lo anterior consideró la participación voluntaria de 48 empresas, con un total de 371 unidades productivas, que implementaron 40 tareas ambientales en pisciculturas, centros de cultivo y plantas de proceso, con lo que se transformó en el Acuerdo de Producción Limpia más extenso firmado en Chile y el único que abarcó todo el proceso productivo de un sector.
Otra iniciativa impulsada por el sector es el Sistema Integrado de Gestión, SIGES. Lanzado en el año 2003, este sistema permitiría adelantarse a las exigencias sanitarias, medioambientales y laborales de un modo integrado y demostrable. Se trata de una herramienta de gestión para apoyar la estandarización de los sistemas productivos y de proceso, en aspectos de Salud de Peces, Calidad, Inocuidad Alimentaria, Medio Ambiente, Salud y Seguridad Ocupacional.
El SIGES también promueve la mejora continua en las empresas a través de la aplicación de benchmarking y certificación, a través de compañías independientes.Sobre el tema de sustentabilidad ambiental, recientemente el representante de SalmonChile en la Undécima Región, Mark Buscaglia, señaló en un diario local que: “creemos que la producción del salmón debe satisfacer las necesidades actuales, sin poner en peligro la posibilidad de que generaciones futuras puedan satisfacer sus propias necesidades (Cumbre de Río, 1992).En ese sentido, hemos optado porque nuestro desarrollo sea de un modo sustentable, con equidad social y con respeto por el medioambiente”.
De acuerdo con lo expresado por Buscaglia, “la industria del salmón chilena ha sido pionera, a nivel nacional e internacional, en la aplicación de estándares medioambientales. El esfuerzo de la industria en materia medioambiental fue reconocido por la Subsecretaría de Pesca en febrero de 2006, en un Informe Ambiental que planteó que “existe un alto grado de cumplimiento de las exigencias ambientales establecidas en las regulaciones vigentes”.
Para Buscaglia, “de este modo, la salmonicultura busca consolidarse como una industria sustentable, implementando estrictas medidas e invirtiendo en un adecuado control, que garantice un promisorio futuro para las nuevas generaciones”.La opinión de las ONGPara varias Organizaciones No Gubernamentales, las acciones de la industria no serían suficientes para hacer de la salmonicultura una industria respetuosa con su entorno.
Francisco Pinto, economista de Fundación Terram, señala que “a nuestro juicio es insuficiente la adopción de buenas prácticas de parte de las empresas productoras, aunque evidentemente es importante un mayor nivel de conciencia y responsabilidad de éstas”.
Según Pinto, “las empresas tienen por función, y como principal misión, lucrar y responder ante sus dueños o accionistas; lo que en innumerables ocasiones se contrapone a los intereses de la sociedad, en lo relativo a un medio ambiente menos contaminado y mejor distribución de los beneficios”.
El economista sostiene que “la salmonicultura ejemplifica de buena manera esto, ya que es una industria altamente exitosa en lo comercial, pero que en materia ambiental ha estado y está generando importantes impactos ambientales que son asimilados por la comunidad, sin que ésta reciba a cambio retribución alguna por ello”. Y aquí aparece nuevamente el tema del virus ISA, ya que para el economista, este brote tiene “una directa relación con deficientes prácticas sanitarias (advertidas desde larga data), sumado a la sobreproducción.
A esto hay que agregar los impactos por el uso indiscriminado de antibióticos (de los cuales no existe un registro oficial), escape de especímenes desde las balsas jaulas y la contaminación en los fondos marinos y columna de agua, producto del exceso de nutrientes”.
Consultado sobre el manual de buenas prácticas ambientales, SIGES, de la salmonicultura, Francisco Pinto señala que: “ante los últimos acontecimientos queda de manifiesto que las declaraciones de buena voluntad no bastan y que se requiere de mayor rigurosidad en la fiscalización por parte de Sernapesca, en lo ambiental. Como dato para lo último, en diciembre pasado, cuando ya habían pasado seis meses desde la detección del primer centro de cultivo con presencia de ISA, Sernapesca recién había podido fiscalizar al 27% del total de centros”.
Sobre las prácticas que la industria debería incorporar para ser sustentable, el representante de la ONG es enfático en señalar que “difícilmente podrá alcanzar la sustentabilidad una acuicultura de peces carnívoros, ya que, según nuestras investigaciones, el salmón requiere de aproximadamente 8,5 kilos de peces pelágicos (sardina, jurel y anchoveta) para engordar apenas un kilo, y, desde esa perspectiva, es imposible que pueda sostenerse en el tiempo”.
Pinto agrega que “si pretende proyectarse en el mediano plazo, debe imperiosamente disminuir su tasa de conversión; lo que es altamente complejo, puesto que la capacidad inmunológica de los peces está directamente relacionada con el tipo de alimentos que ingiere.
En consecuencia, no es posible reemplazar en gran proporción la dieta de proteína animal, que éstos consumen, a cambio de una dieta vegetal”.
Por otra parte, Francisco Pinto puntualiza que “se requiere de un menor nivel de densidad por centro de cultivo, así como de una mayor distancia entre ellos. En el caso de Chile, la concesión acuícola se otorga por un espacio fijo, mientras en otros países existe rotación de centros de cultivos. Además, se necesita mejorar las prácticas sanitarias, a fin de disminuir el uso de antibióticos que precisamente son usados para suplir estas deficiencias, dándole un uso preventivo y no curativo al antibiótico, como debería ocurrir”.
Para Terram y otras ONGs, también es necesario mejorar los resguardos en el escape de peces, aunque las características físicas y climáticas de la zona donde se cultivan lo tornan complejo. “Otro aspecto relevante es sacar los centros de cultivos de los lagos. Actualmente, en todos los lagos en que está presente la actividad presentan niveles de contaminación elevados, siendo crítico en algunos de ellos”, añade Pinto.
El rol del EstadoSegún SalmonChile, la salmonicultura chilena se rige por un sólido marco regulatorio. Para la entidad gremial, no existe en Chile otro sector productivo que sea más regulado, en términos medioambientales, que la salmonicultura. Entre las normas que regulan la actividad se encuentran la Ley General de Pesca y Acuicultura, la Ley de Bases del Medioambiente, el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental SEIA, el Reglamento Ambiental para la Acuicultura RAMA, el Reglamento Sanitario RESA y el Código Sanitario y regulación sectorial de agricultura y pesca.A juicio de SalmonChile, la industria acuícola nacional es la única que debe cumplir con una regulación ambiental específica para ella (el RAMA) y la única que anualmente debe informar a las autoridades sectoriales públicas sobre el estado ambiental de cada una de sus instalaciones.Sin embargo, para Francisco Pinto, el rol del Estado es irremplazable en lo que a fiscalización se refiere.
En este sentido, no se puede esperar que mediante mecanismos de autocontrol (o el fortalecimiento de éstos) pueda dejarse en manos de privados el control de un comportamiento socialmente aceptable”. Para Nelson Bustos, Director Regional de la Comisión Nacional de Medioambiente, Conama, "cuando hablamos de salmonicultura, no podemos calificarla de industria insustentable o que no cumple con la normativa. Según nuestra experiencia, en la Región de Los Lagos, la industria salmonera ha tenido un comportamiento adecuado. La industria, en general, ha desarrollado su actividad en función de la legislación vigente”. Agrega que, “sin perjuicio de esto, existen empresas que forman parte de la industria y de todo su encadenamiento productivo, que no siempre cumplen con la normativa ambiental”.Para Bustos, eso puede constituir un riesgo evidente a la sustentabilidad de la industria.
En cuanto a las medidas implementadas por la propia industria, el director regional de Conama sostiene que “más que las acciones de responsabilidad social que la industria desarrolla por sí misma, a nosotros nos interesa de sobremanera que exista un cumplimiento estricto de la normativa ambiental vigente. Eso es más importante que, por ejemplo, tener un SIGES”.
En ese sentido, Nelson Bustos destaca que lo principal es el cumplimiento de la normativa. “A mí lo que me interesa es que, por ejemplo, un centro de cultivo cumpla en forma estricta con la resolución de calificación ambiental, que cumpla con la superficie y ubicación que se le ha otorgado, y que produzca lo establecido. Lo propio va para un taller de redes o para el transporte de peces”, explicó.
Bustos es enfático al señalar que “la responsabilidad social empresarial parte del cumplimiento de la norma y eso debería ser la prioridad de la industria. Entendemos que la industria así también lo asume. Creemos que la suma de incumplimientos por parte de las empresas podría, en el futuro, afectar la sustentabilidad de la industria”.
Con relación a aspectos que la industria salmonera debería mejorar, en la parte ambiental, la autoridad puntualizó que “hoy en día tenemos determinados elementos que nos permiten señalar que hay algunos riesgos que hay que abordar. La propia industria ha señalado que los brotes del virus ISA pueden deberse a prácticas que podrían haber sido mejores”.