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“La manera en que enfrentemos el cambio climático hoy tendrá un efecto directo sobre las perspectivas de desarrollo de una gran parte de la humanidad”

25-09-2009

Cuba en la ONU: resumen de la intervención del
Ministro de Relaciones Exteriores



Puntos principales de la intervención del Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Cuba en las Mesas Redondas interactivas de la sesión de alto nivel de la Asamblea General de Naciones Unidas sobre Cambio Climático. Nueva York, 22 de septiembre de 2009


  • Es indispensable finalizar un acuerdo sobre cambio climático en Copenhague, durante la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático.
  • La evidencia aportada por la ciencia es inobjetable y la constatación práctica es abrumadora. Diez de los últimos doce años fueron los más calurosos. Continúa disminuyendo el grosor del hielo ártico. Se retraen los glaciares. Sube el nivel del mar y aumenta la frecuencia e intensidad de los ciclones. Se ha alterado el régimen de lluvias. La capa de ozono se ha debilitado. Se han perdido otros 100 millones de hectáreas de bosque. Los desiertos han crecido. Un 30 por ciento de las especies desaparecerá si la temperatura global se incrementa entre 1.5 y 2.5 grados centígrados. Pequeños estados insulares corren el riesgo de desaparecer bajo las aguas.
  • La temperaturas promedio han crecido en 0.8 grados centígrados desde 1980, según el Instituto para Estudios Espaciales de la NASA. El ritmo de calentamiento está creciendo. Las últimas dos décadas del siglo 20 fueron las más calurosas de los últimos 400 años y posiblemente las más calurosas de varios milenios. Según el Panel Intergubernamental de la ONU sobre el Cambio Climático, 11 de los últimos 12 años están dentro de la docena de años más calurosos desde 1850. Las temperaturas promedio en Alaska, el oeste canadiense y el este de Rusia han subido a un ritmo al doble del promedio mundial, según el Análisis del Impacto Climático llevado a cabo entre el 200 y el 2004. El hielo del Ártico está desapareciendo rápidamente, y la región puede experimentar su primer verano completamente libre de hielo tan pronto como en el 2040. Ya los osos polares y las comunidades indígenas de la zona están sufriendo por la pérdida del hielo.
  • Las actuales concentraciones han alcanzado el equivalente de 380 partes por millón (ppm) de dióxido de carbono, cifra que supera el rango natural de los últimos 650 mil años. En el transcurso del siglo XXI o algo más, el promedio de la temperatura mundial podría aumentar en más de 5 grados C. Para poner esa cifra en contexto, se trata del equivalente al cambio de temperatura ocurrido desde la última era glacial, una era durante la cual gran parte de Europa y América del Norte se encontraba cubierta por más de un kilómetro de hielo.
  • Las concentraciones en aumento de dióxido de carbono, junto con otros gases de efecto invernadero, han levantado ya la temperatura media global 0.8 grados centígrados y más de dos tercios de este aumento provenía de los años 80. Este calentamiento está afectando ya a los sistemas naturales de todo el mundo: los científicos climáticos han documentado tendencias de más olas de calor, sequías más largas ymás intensas, un nivel del mar más alto, situaciones de altas lluvias más frecuentes y huracanes más fuertes.
  • La falta de una acción internacional clara y decidida para mitigar el cambio climático amenaza con socavar las esperanzas de generaciones enteras para erradicar la pobreza y alcanzar niveles adecuados de salud, nutrición y educación.
  • La manera en que enfrentemos el cambio climático hoy, tendrá un efecto directo sobre las perspectivas de desarrollo de una gran parte de la humanidad. El fracaso en concebir un acuerdo ambicioso, justo y balanceado, destinará al 40 por ciento más pobre de la población mundial, unos dos mil 600 millones de personas, a un futuro con muy escasas oportunidades, exacerbará las profundas desigualdades existentes entre las naciones desarrolladas y en desarrollo, y socavará los esfuerzos por alcanzar un sistema mundial más inclusivo.
  • Los países desarrollados deben aceptar claramente que, tanto por el impacto de sus emisiones históricas como actuales, son los responsables del cambio climático. Ellos concentran una mayoría abrumadora de las emisiones de gases de efecto invernadero atrapados en la atmósfera, mientras que los países en desarrollo son quienes pagarán el precio más alto por los efectos de este fenómeno global.
  • Las estrategias de mitigación (reducción y absorción de las emisiones de gases de efecto invernadero) y adaptación (disminución de la vulnerabilidad ante el impacto del cambio climático) no serían efectivas si no cambian los patrones insostenibles de producción y consumo de las sociedades opulentas que son las responsables fundamentales del daño ambiental en todo el planeta.
  • El 76% de las emisiones acumuladas de gases de efecto invernadero se han originado en los países industrializados y estas crecieron un 12% entre 1990 y 2003. Las emisiones de Estados Unidos aumentaron un 20%. Son los países ricos los responsables de asumir el peso de la mitigación. Deben cumplir los exiguos compromisos del Protocolo de Kyoto y fijarse objetivos más ambiciosos.
  • Un estadounidense consume como promedio 25 barriles de petróleo anuales, un europeo 11, un chino menos de 2 y un latinoamericano o caribeño menos de 1.
  • Nuevas guerras no evitarán que el petróleo se acabe.
  • Cerca de 1 000 millones de ciudadanos del primer mundo derrochan alrededor de la mitad de la energía del planeta mientras que 2 000 millones de pobres carecen de electricidad. Treinta países, incluidos los de la Unión Europea, consumen el 80% del combustible que se produce.
  • Es necesario un cambio radical en el uso de la energía hacia la disminución del consumo por parte de los países por los países desarrollados. Deben hacerlo los gobiernos porque el mercado no lo hará.
  • El acuerdo de Copenhague debe reflejar claramente la responsabilidad de los países desarrollados, partes y no partes en el Protocolo de Kyoto, mediante compromisos reales de reducción de sus emisiones en las propias fuentes. Para comenzar a tomarlos seriamente, dichos compromisos no deben ser inferiores a una reducción del 45 por ciento respecto de los niveles de 1990 para el año 2020. Sin embargo, no es esa la determinación que se percibe en las actuales negociaciones
  • Las eventuales metas de reducción de emisiones que algunos de los principales países desarrollados han anunciado que estarían dispuestos a considerar, incluido los Estados Unidos, que con tan solo el 4,6 por ciento de la población mundial concentra el 20 por ciento de las emisiones globales, se distancian abruptamente del rango necesario que permitiría estabilizar el incremento de la temperatura del planeta en un nivel que impida una catástrofe irreversible.
  • En adición, las cifras hasta ahora anticipadas no sólo están condicionadas a una mayor apertura en los mecanismos de flexibilización del Protocolo de Kyoto, sino también a mayores compromisos por parte de los países en desarrollo. La intención de modificar el año base de referencia validado por la comunidad científica, la Convención y el Protocolo, significaría, además, condonarle a esos países todo el incremento que experimentaron sus emisiones entre los años 1990 y 2006. Este curso es inaceptable y representa un serio obstáculo para el avance de las negociaciones.
  • La situación no es diferente en cuanto a las discusiones sobre finanzas y transferencia de tecnologías, incluido el tratamiento de los derechos de propiedad intelectual, cuestiones todas esenciales para una participación de los países en desarrollo en un acuerdo de cooperación a largo plazo para combatir el cambio climático.
  • Dicho acuerdo, que no puede significar un obstáculo adicional para el desarrollo de los países en desarrollo, debe contemplar un fuerte esquema de financiación pública nueva y adicional para asistir a estos países en sus acciones de mitigación y adaptación al cambio climático. Según algunos cálculos, sólo con fines de adaptación podría requerirse hasta el año 2015 alrededor de 86 mil millones de dólares en financiamiento nuevo y adicional. Ello tan solo representa una décima parte de lo que los países desarrollados destinan al gasto militar.
  • Hay recursos suficientes para ello:
    • ¿Por qué no se usa una pequeña parte de los dos millones de millones destinados a salvar bancos y empresas especuladoras?
    • ¿Por qué no se cumple el compromiso del 0,7% del PIB en Ayuda Oficial al Desarrollo que permitiría adicionar 141 mil millones de dólares a los montos actuales?
    • ¿Por qué no se condona la deuda, pagada ya más de una vez, cuyo servicio significa 400 mil millones de dólares anuales que se sustraen al desarrollo?
    • ¿Por qué no se eliminan los 300 mil millones de subsidios agrícolas anuales en los países desarrollados y se invierten en la seguridad alimentaria, en la reducción de la pobreza rural y en asegurar precios justos a nuestros productos de exportación?
    • ¿Por qué se sustraen recursos humanos calificados a los países pobres en vez de contribuir a la formación de estos?
  • Es egoísta, inmoral e inefectivo comprar a los países pobres sus certificados de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero o, incluso, tratar de establecer cuotas, en vez de contribuir a su desarrollo económico y social.
  • De igual modo, los derechos de propiedad intelectual constituyen una barrera real para la transferencia y acceso de los países en desarrollo a las tecnologías existentes y futuras viables para mitigar y adaptarse al cambio climático. Un marco de cooperación a largo plazo también debe incorporar medidas efectivas para responder a esta limitación.
  • Necesitamos un mecanismo de transferencia expedita de tecnologías limpias en condiciones preferenciales hacia los países en desarrollo, con prioridad en los pequeños estados insulares y los países menos adelantados; la asignación de recursos nuevos y adicionales y un mecanismo de apoyo financiero para la implementación de acciones de adaptación.
  • El logro de un acuerdo justo y balanceado en Copenhague es todavía posible, si encaramos el proceso de negociación con una nueva actitud política. Permitir la perpetuación del egoísmo y la irresponsabilidad es ética y políticamente inaceptable. La batalla contra el cambio climático puede y debe ser ganada. No esperemos a que sea demasiado tarde.
  • En un discurso de 1992, el Presidente Fidel Castro señaló: “… una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre (…) la solución no puede ser impedir el desarrollo a los que más lo necesitan (…) si se quiere salvar a la humanidad de esa autodestrucción, hay que distribuir mejor las riquezas y las tecnologías disponibles en el planeta. Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos países para que haya menos pobreza y menos hambre en gran parte de la Tierra”.
  • Cuba ha podido hacerlo mediante la sustitución de 9,5 millones de bombillos y más de 3 millones de equipos electrodomésticos de alto consumo. Ello ha significado una disminución de la máxima demanda de más de 360 MW, lo que equivale a ahorrarnos inversiones por valor de casi 400 millones de dólares. En adición, se han dejado de quemar 680 mil toneladas de combustible anualmente, lo que significa dejar de emitir a la atmósfera 1 millón 210 mil toneladas de CO2 por año.
  • Con la instalación, en apenas dos años, de grupos electrógenos de alta calidad y eficiencia, en un sistema de generación distribuida, nuestro país ha incrementado en 2 103 megawatt, un 66%, su capacidad de generación, todo ello con mucha mayor eficiencia en la generación y una reducción de las pérdidas de transmisión.
  • Se trabaja intensamente, además, en el desarrollo de fuentes renovables de energía.
  • La población mundial aumenta más rápidamente que la producción de alimentos. La iniciativa del Presidente Bush de convertir alimentos en combustibles, en un mundo donde hay 850 millones de hambrientos, es criminal. Sus efectos se aprecian ya de manera devastadora en los crecientes precios de los alimentos. En el caso del trigo, el incremento es de dos veces y media del precio del 2005; en el del maíz y la soya del doble, y en el de la leche de 2,3 veces. Por cada punto porcentual, la desnutrición alcanza a 16 millones de seres humanos.
  • Este orden mundial insostenible ha dejado a 2 500 millones de seres humanos en la pobreza, a 1 100 millones de personas sin agua potable, a 2 600 millones sin servicios de saneamiento; ha producido más de 800 millones de analfabetos, más de 115 millones de niños sin escuela primaria. Un tercio de las personas con VIH/SIDA no recibe tratamiento regular, en África dos de cada tres carecen totalmente de antirretrovirales. Las llamadas Metas del Milenio son una quimera.
  • El mundo invierte en gastos militares más de un millón de millones de dólares y en publicidad comercial otro millón de millones. En drogas ilícitas se dilapida medio millón de millones. Se gasta en cosméticos 123 mil millones y en alimentos de animales afectivos 17 mil millones de dólares.
  • La mitad de la población del planeta dispone del 1% de la riqueza, mientras que el 1% más rico de la población mundial consume el 40%
Fuente:http://www.cubadebate.cu/especiales/2009/09/23/cuba-cambio-climatico-la-manera-en-que-enfrentemos-el-cambio-climatico-hoy-tendra-un-efecto-directo-sobre-las-perspectivas-de-desarrollo-de-una-gran-parte-de-la-humanidad/

El Concierto por la Paz en La Habana fue ante todo un mensaje del aguerrido pueblo cubano

25-09-2009



Cubarte


En la noche de ayer tuve dos conmovedoras experiencias mediante la televisión. La primera fue observar las imágenes del pueblo hondureño reprimido, agredido, bloqueado pero no vencido por los militares golpistas, que reniegan de sus congéneres por el simple hecho de reclamar el regreso del Presidente democráticamente elegido por ese pueblo y brutalmente depuesto.

La segunda experiencia, en ese orden, fue ver el reportaje de la Televisión Cubana sobre el Concierto por la Paz que se realizó en La Habana el pasado domingo 20 de septiembre, en el que más de un millón de cubanos fueron, para los artistas, el público que siempre ha demostrado ser: entusiasta y respetuoso con los amigos visitantes, apasionado y cariñoso con sus compatriotas.

Los dos pueblos, el hondureño y el cubano, son los principales protagonistas de ambos sucesos. Los dos pueblos actúan en correspondencia con sus respectivas situaciones específicas. Los dos pueblos se toman a su vez como referentes. Los hondureños, porque saben que en Cuba hay un pueblo aguerrido que durante 50 años ha enfrentado y continuará su lucha contra todas las presiones y agresiones de quienes quieren hacernos claudicar de nuestra Revolución sin poder lograrlo. Los cubanos porque apoyamos resueltamente la batalla de los hermanos hondureños hasta el punto de que, si fuera necesario, iríamos hasta allí a defenderlos con nuestras propias manos. He ahí el sentido dialéctico de la guerra y de la paz para los revolucionarios, o lo que es igual: la guerra por la paz.

Han sido muchos y diversos los efectos en la opinión pública internacional del Concierto por la Paz. Lamentablemente hoy los recursos de la Web permiten coexistir en ella a lo sublime con lo ridículo, a la poesía con la expresión soez, a los periodistas honestos y transparentes con los mercenarios de la prensa amarilla y de la roja -que en este caso no es comunista, sino todo lo contrario-, a los “izquierdistas” que actúan desde la plataforma ideológica del capitalismo con los verdaderos revolucionarios, a los legítimos hombres y mujeres de la cultura con los “culturosos” prohijados por el dólar, y lo que es peor, silencia a los pobres que no tienen acceso a esa Web, en beneficio de los ricos que en muchas partes la dominan.

Sin embargo, en ese panorama la cultura vence, se impone sobre la mentira, la verdad se yergue enhiesta, y como en Cuba revolucionaria la Web y los medios de difusión están al servicio de la verdad y de la cultura, el Concierto por la Paz fue transmitido al país y al mundo en vivo, en proyección directa, sin ediciones, sin adulteraciones, ni censuras. Todo cuanto en la Plaza de la Revolución José Martí de La Habana ocurrió fue visto y escuchado a través de los medios. Nada quedó oculto, ni las emociones. Por todo ello no es fortuito que Fidel lo catalogó como un “extraordinario concierto” Véase pues este como un acto de fe de los cubanos, artistas y pueblo, en nosotros mismos.

http://www.cubarte.cult.cu/paginas/actualidad/autor.detalles.php?pid=873

Separatismo y políticas de clase en América latina

25-09-09


Traducido para rebelión por Andrés Prado

Introducción

En todo el mundo hay un aumento de movimientos regionales, “subnacionales”, cuyas exigencias van desde una mayor “autonomía” a la completa independencia. Muchos analistas han debatido sobre la aparente paradoja que hay entre la creciente integración global de las economías y la creciente fragmentación de las naciones-estados. Una mirada más atenta a las dinámicas internas de los conflictos regionales y a las estrategias externas imperiales desenreda la “paradoja” al revelar la interrelación entre estrategias competitivas de construcción imperial y fragmentación nacional y conflictos regionales.

Varios puntos de referencia iluminan la velada dinámica de las políticas regionales y globales.

  1. Algunas regiones dentro de estados-nación existentes se “integran” más en “mercados globales”, especialmente en viejos y nuevos centros imperiales, de lo que lo hacen en su propia tierra, marginalizando así regiones domésticas mientras sirven de cinturones de transmisión para la transferencia de recursos, beneficios e ingresos a los “socios” imperiales.
  2. Regiones que sirven como puertos imperiales inducen una conciencia “globalista” entre sus mandatarios (basada en su preferencia imperial) y provocan “separatismo” entre sus regiones explotadas y marginales.
  3. Regiones económicamente avanzadas sujetas a un gobierno nacional dominado por economías menos avanzadas exigen frecuentemente más autonomía, incluyendo la de retener mayor porcentaje de los ingresos por impuestos, así como el derecho a establecer sus propias políticas de comercio exterior y conexiones con el mercado mundial independientemente de cómo esta mayor “apertura” al mercado mundial afecte a las empresas menos competitivas del resto del país.
  4. Regiones y líderes políticos y empresariales que se asocian con centros imperiales y promueven el “libre comercio” reciven apoyo político y económico de instituciones financieras imperiales, lo que profundiza en la “desconexión” con la economía doméstica y hace crecer las desigualdades regionales y de clase.
  5. Aparece el “desarrollo desigual” como un “asunto regional” aunque en esencia es una cuestión étnica y de clase basada en la división entre, por un lado, las grandes élites internacionales comerciales, fabricantes, tecnológicas y financieras y, por el otro, los campesinos, granjeros, fabricantes, artesanos y trabajadores encerrados en el mercado local.
  6. En el grado en que las políticas giren en torno a divisiones político-económicas, las exigencias políticas de autonomía, independencia y autodeterminación se convierten en asuntos centrales del conflicto. El criterio de política imperial que durante mucho tiempo viene sirviendo para evaluar la legitimidad política de estas exigencias gira en torno al carácter de clase y conexiones externas de los regímenes y movimientos en cuestión.

Con una consistencia apabullante, los países imperiales secundan exigencias de “autonomía” e independencia efectuadas por las clases dominantes conectadas a los mercados globales y que apoyan las políticas imperiales- incluso la implantación de bases militares. En contraste, y confrontados por ellos, se oponen consistentemente a movimientos regionales apoyados por las clases populares y contrarios a la penetración imperial.

Contrastando con el criterio imperial, los “progresistas” convencionales afirman que la “autodeterminación” es un derecho universal independientemente del carácter de clase, las conexiones con intereses imperiales y las consecuencias para otros principios fundamentales. De ahí el reciente espectáculo de los progresistas occidentales apoyando el bombardeo de la OTAN y las invasiones de Yugoslavia en defensa del movimiento separatista kosovar de extrema derecha.

Para considerar la legitimidad de la “autodeterminación” debemos hacernos primero uns serie de preguntas. Por ejemplo: ¿cuáles son las clases líderes que constituyen ese “auto”? ¿Por qué políticas e intereses, aparte separación, abogan y cómo afectan estas posiciones a la masa de la población? De la misma forma el término “determinación” requiere un análisis de las fuerzas políticas “internas y externas” que promueven la separación. Abundan los ejemplos, históricos y contemporáneos, de movimientos separatistas financiados por Occidente, incluida la financiación occidental e israelí de separatistas kurdos y árabes en Irán.

Tiene primordial importancia la pregunta de separatismo para qué. En años recientes, en el periodo post-soviético, en toda la Europa báltica y del Este y los estados de los balcanes, las élites proclamaban su “independencia” del comunismo mientras sometían sus países a las bases militares de la OTAN, vendían en su totalidad empresas estratégicas del sector público al capital imperial, se endeudaban enormemente con bancos occidentales y se sometían a los dictados del FMI.

En otras palabras: ¿hasta qué grado son la autodeterminación y las exigencias de “independencia” un pretexto para cambiar un jefe externo opresivo por otro amo? Claramente los asuntos relativos a la soberanía popular, la propiedad de los recursos nacionales y naturales, exclusión territorial de las bases militares imperiales... forman ideas esenciales que constituyen cualquier definición de autodeterminación. Dicho de otra manera: la “autodeterminación” como demanda legítima existe en una matriz junto a otras preocupaciones básicas de la mayoría de la población.

Procedimiento y método

Antes de discutir acerca de los movimientos separatistas en Latinoamérica, resumiremos brevemente el resultado en los antiguos países comunistas en la Europa del Este para arrojar luz sobre los costes de los movimientos separatistas liderados por la derecha.

Procederemos entonces a definir la preparación para diferentes contextos y casos de “separatismo regional” en tres países latinoamericanos: Bolivia,Venezuela y Ecuador. Examinaremos las políticas, la base clasista y los apoyos externos de los separatistas regionales.

Un examen sumarial de las consecuencias de la separación, basado en las recientes experiencias en los países excomunistas de Europa del Este y los estados bálticos, revela una pérdida mayor de soberanía económica que la que existía antes de la separación, un grado equivalente de subordinación a los poderes imperiales hegemónicos, como evidencia la pertenencia a alianzas militares, el establecimiento de bases militares y la asistencia ultramar para las conquistas imperiales. Además, los regímenes ahora “independientes” están sujetos a un grado de endeudamiento financiero sin precedentes y a una pérdida del control sobre su sistema bancario. Finalmente, mientras el capital imperial extranjero ha invadido y capturado las alturas que comandan el sistema económico, las regiones han experimentado una masiva “fuga de cerebros”, una pérdida sin precedentes de trabajadores cualificados y profesionales en favor de Occidente, pagados y subsidiados por los contribuyentes locales.

Cuando el régimen soviético mantenía el control militar en estas regiones a través de líderes cliente del Partido Comunista local, ello no impedía que el total conjunto de empresas, instituciones económicas y culturales, estuvieran bajo el control y fueran propiedad nacional. Hoy, la totalidad de la esfera cultural- incluyendo pases de películas, programación de televisión, periódicos, revistas, etc...- es propiedad del capital imperial occidental y está saturada con sus bienes de consumo culturales y prejuicios políticos. Las consecuencias sociales del separatismo son desfavorables también para el discurso separatista: las desigualdades en los ingresos, la propiedad y el poder económico han crecido geométricamente. El desempleo ha crecido desde el triple (en la República checa) hasta diez veces (en Letonia, Estonia y Lituania). El pillaje a gran escala y durante largo tiempo de los recursos públicos- en la forma de transferencias de lucrativas empresas públicas a la oligarquía privada y a las corporaciones multinacionales extranjeras- excede al de cualquier conquistador anterior. Mientras que antes de la separación los regímenes experimentaron una ralentización y una tendencia al estancamiento, nunca experimentaron un crecimiento negativo con doble dígito como ocurrió tanto en el periodo justo después del cambio de jefes hegemónicos (”independencia”) como durante la presente crisis en la última parte de esta década.

Lo que estas experiencias empíricas y observables sugieren es que la separación puede tener un resultado socio económico altamente costoso sin los beneficios políticos de la “independencia”. Parece que el separatismo de régimen que tiene lugar en países de desarrollo tardío, liderado por élites pro occidentales contra regímenes colectivistas burocráticos (“socialistas”), puede llevar a formaciones sociales históricamente regresivas, sujetas a condiciones desestabilizantes causadas por su creciente exposición a la volatilidad del mercado mundial.

Políticas regionales y desarrollo desigual

Las desigualdades en la riqueza, ingresos y poder entre regiones se ven reforzadas por las desigualdades dentro de las regiones, debido a las conexiones existentes entre las clases dominantes tanto en la forma de entidades geográficas como en la de los “maletines diversificados” que caracterizan a las “clases dominantes”. Terratenientes de regiones “pobres” invierten en bancos en las regiones ricas así como fabricantes de las últimas, invierten en propiedades en regiones menos desarrolladas, de agricultura menor.

El desarrollo desigual no es simplemente un producto de las “fuerzas del mercado” o incluso de los “recursos disponibles” sino que, en gran medida, es resultado de políticas estatales que subsidian y financian a las élites dominantes en una región dedicada a la banca, comercio y procesamiento mientras recaudan impuestos y extraen recursos a bajo coste en otra, concentrando así la riqueza y ejecutando una clase de mecanismo colonial interno para la acumulación de capital. Los mecanismos y sistemas de transferencia interna de riqueza defienden y perpetúan las diferencias de casta, raza, clase y etnia pre existentes- creando las bases políticas para conflictos regionales enraizados en la politización de las diferencias y desigualdades sociales.

Politización de las diferencias etnoreligiosas

Donde los movimientos basados en la clase social han sido severamente reprimidos o donde se han autodestruido mediante guerras recíprocas o donde sus líderes han sido reconducidos, el descontento popular se ha canalizado a través de movimientos etnoreligiosos (MER). En muchos casos los MER son promovidos por las clases gobernantes en las regiones dominantes para marginalizar movimientos de clase seculares. Sin embargo, en algunos casos a lo largo del tiempo, los MER toman una posición política de resistencia a imposiciones extra regionales como resultado de la presión desde abajo.

Aun así, en experiencias en numerosos países, la politización de las diferencias etnoreligiosas es una táctica usada por una variedad de élites para dividir y debilitar organizaciones populares mayoritarias que se componen de diversos grupos. Dos prácticas igualmente detestables desafían a los movimientos populares de liberación. Por un lado las élites nacionales e internacionales, en nombre de la “unidad” o “integración” nacional (o más tarde a las órdenes de la “globalización”), oprimen y explotan poblaciones etnoreligiosas regionalmente asentadas. Por otro lado, potentados locales, jerarcas tribales y religiosos y/o profesores y abogados de clase media-baja, provincialmente movibles, abogan por un “poder regional” y una “autonomía” para mantener el control sobre la población local.

En nombre de la diversidad etnoreligiosa, las élites religiosas se oponen frecuentemente a la separación iglesia-estado y a una educación pública científica. Debería estar totalmente claro que “diversidad” no significa “igualdad” tal y como hemos presenciado en tantos casos de líderes reaccionarios de orígen “nativo”, “femenino” y “minoritario” que simplemente sirven demasiado bien a sus clases dominantes imperiales y locales con un altamente demagógico despliegue de “dialectos locales” cuando conviene.

El problema no estriba en “reconciliar diferencias” entre las diversas clases gobernantes etnoreligiosas y regionalmente establecidas sino en eliminar o reducir drásticamente las desigualdades en los estándares de vida, minar las manifestaciones culturalmente hegemónicas del poder de la clase dominante y luchar por la igualdad de condiciones independientemente de la lengua o la identidad etnoreligiosa.

Las identidades diversas son una fuente de conflictos político-sociales debido a desigualdades socio-económicas, pérdida de poder, imperialismo interno y externo y la apropiación y transferencia de la riqueza de una región a la clase dominante de otra.

Hasta en el grado en el que la clase gobernante dominante disfraza sus relaciones de explotación con la supremacía religiosa de sus propias creencias para asegurarse el apoyo de las clases bajas, se hace inevitable que uno de los componentes del movimiento de resistencia tenga también una connotación religiosa. El asunto clave que define el movimiento de liberación es determinar cuál de los múltiples componentes de su maquillaje (étnico, religioso, nacionalista-regionalista y de clase) es “hegemónico” ya que éste determinará la subsecuente configuración de la sociedad “liberada”. Dependiendo de esta configuración, una lucha por la liberación que tenga éxito puede llevar a una nueva versión de sociedad jerárquicamente ordenada en base a la clase, la etnia o la religión o a un estado secular igualitario con libertades etnoreligiosas. De nuevo volvemos a la pregunta fundamental: ¿separatismo o regionalismo para quién? ¿Cuál será el maquillaje de clase para el nuevo estado?

Una pregunta igualmente importante es si el “separatismo” conduce a un estado nuevo. Abundan los casos en los que grandes potencias vecinas fomentan movimientos separatistas irredentos en sus fronteras para justo después anexionarse esas regiones, frecuentemente mediante la financiación y la dotación armamentística a los separatistas de la “liberación”.

Dos observaciones relacionadas vienen al caso. El separatismo frecuentemente tiene vagas definiciones sobre sus parámetros de acción. Dentro de cada región hay minorías y subminorías que conducen a una regresión infinita a menos que haya límites definidos para la autodeterminación (¿o es cosa de una fuerte mayoría que eventualmente pone fin a la “autodeterminación” mediante decretazo?).

La segunda observación en relación al caso es que la “independencia”, más probablemente que no, supone cambiar el poder imperial dominante (de europeo a estadounidense a asiático) más que un medio para maximizar el control nacional-popular de los recursos y para limitar la dependencia imperial. Frecuentemente, en un mundo de poderes imperiales hegemónicos en competición, las élites locales, atadas a diferentes clases dominantes externas, se enrolan en un antiimperialismo selectivo, atacando a sus élites oponentes y disfrazando sus propias lealtades divididas con justificaciones benignas de su dominador imperial hegemónico.

Éstas y anteriores observaciones nos llevan a la conclusión básica de relativizar la autodeterminación en función de otros principios, incluyendo pricipios de intereses de clase, oposición a avances e intrusiones imperiales y acuerdos neocoloniales, bilaterales y multilaterales.

Estudio de casos de políticas regionales: Latinoamérica

Usando las herramientas del análisis de clase y antiimperialista discutiremos varios casos complejos de movimientos separatistas (MS) en tres países de Latinoamérica: Venezuela, Ecuador y Bolivia. En los tres casos existen MS competidores: movimientos desde “abajo” de minorías indígenas oprimidas y movimientos desde “arriba”. En cada caso los gobiernos nacionales que resulta que son de “izquierda” o “centroizquierda” han desarrollado relaciones contradictorias, hablando favorablemente a aquellos desde abajo mientras se oponen formalmente a aquellos desde “arriba”. “Paradójicamente” los regímenes de “centroizquierda” vierten mayores recursos estatales en las regiones separatistas lucrativas que se oponen a ellos mientras otorgan solamente un reconocimiento simbólico a aquellos de “abajo”.

El gobierno venezolano del izquierdista Hugo Chávez se enfrenta a un movimiento separatista liderado por notables derechistas y el gobernador del rico estado petrolero de Zulia, en la frontera occidental con Colombia. Su gobierno ha enfrentado también demandas de las comunidades indígenas y afro venezolanas para un mayor grado de “autonomía”. El gobierno nacional ha respondido al movimiento separatista de derechas interviniendo en políticas provinciales y centralizando el control sobre una serie de suministros y gastos. Las justificaciones fueron acusaciones de ayuda e inducción a la subversión, incluyendo apoyo para un cierre patronal corporativo de la compañía petrolera. El presidente Chávez ha justificado la centralización del poder por la entrada de fuerzas paramilitares colombianas y los problemas generales como resultado de la decisión del régimen derechista colombiano de aumentar el número de unidades de fuerzas terrestres y aéreas estadounidenses en el país, en un momento de intensificación de la hostilidad estadounidense. Algunos críticos con los movimientos centralizadores de Chávez afirman que es una medida clientelista-electoralista para poner a sus propios seguidores en posiciones que fortalezcan las expectativas electorales en próximos combates políticos.

En relación a las demandas de autonomía desde abajo, hechas por movimientos indígenas y de afro venezolanos, el presidente Chávez ha aumentado sustancialmente la financiación de programas sociales, especialmente en sanidad y educación, ha subsidiado tiendas de comida y ha reconocido y dado legitimidad a sus exigencias a la vez que ha otorgado una autonomía limitada para decidir sobre asuntos locales, excluyendo las decisiones sobre minería y explotación de la energía.

El movimiento separatista del estado de Zulia estaba estrictamente basado en razones económicas e ideológicas: no hay diferencias culturales o étnico religiosas con el resto del país. Los separatistas buscan hacerse con el monopolio de la riqueza petrolera y arrimarse más al gobierno estadounidense y sus multinacionales petroleras y quizás facilitar un paso para una intervención militar colombiana. El “movimiento separatista” está basado en la repartición geográficamente desigual de la riqueza mineral y la polarización política entre un régimen provincial oligárquico derechista y un gobierno nacional izquierdista-populista.

La respuesta favorable del gobierno a la autonomía para los indígenas refleja su estatus de clase baja y su apoyo político al gobierno de Chávez: criterios socio-políticos proveen las bases para respuestas diferentes a demandas similares de “autonomía”. Un conjunto de demandas creó un peligro para la seguridad nacional, el otro encaja con el alineamiento social del gobierno. Una reivindicación por la autonomía era racista, la otra “pluriracial”. Una prestó apoyo a un poder imperial, la otra se opuso a la explotación imperial- incluyendo sus recursos minerales.

Ecuador: separatismo y los movimientos costeros y de las tierras altas

El gobierno de centro izquierda del presidente Rafael Correa enfrenta dos tipos de movimientos separatistas: uno costero centrado en la ciudad portuaria de Guyaquil, respaldado por la burguesía agro exportadora, banquera y comercial; el segundo anclado en las comunidades indígenas de las tierras altas andinas comandado por CONAIE.

Los separatistas costeros rechazan la superioridad de una burguesía relativamente nueva con base en Quito que respalda al presidente Correa y recive financiación, contratos y subsidios estatales a su favor. La CONAIE es hostil al presidente Correa debido a sus concesiones a multinacionales extranjeras del petróleo y la minería que han desvalijado y minado la forma de vida de pescadores y granjeros locales y contaminado el aire, la tierra y el agua potable.

En contraste con las dudosas y adquisitivas reivindicaciones costeras por una mayor autonomía basada en una engañosa identidad cultural, CONAIE acumula siglos de crítica contra la explotación y pillajes de la élite mestizo europea, demandas legales acerca del control territorial y la práctica de una política de autogobierno. Los profesionales de clase media, empleados públicos y pequeños empresarios que hablan de políticas urbanas progresistas se benefician ampliamente de los dividendos y los impuestos recaudados por el régimen de Correa, en la forma de aumentos salariales, contratos, consultorías y nombramientos políticos y, por ello, ofrecen muy poco apoyo a las reivindicaciones de CONAIE.

Durante la primera parte de esta década, CONAIE y su brazo político Pachacuti fueron capaces de forjar diversas alianzas con fuerzas urbanas para derribar regímenes electorales de derechas, ocupando brevemente el palacio presidencial y más tarde manteniendo puestos ministeriales bajo el pseudo populista presidente de derechas Lucio Gutierrez. Obligada a dejar el gobierno y fragmentada por ONG´s estadounidenses y europeas, la CONAIE se debilitó severamente. Enfrentándose ahora a un régimen de centro izquierda “progresista” no ha podido reconstruir una alianza urbano rural capaz de elaborar sus reivindicaciones por un estado plurinacional.

Bolivia: un presidente que habla a los indígenas y trabaja para las multinacionales

Evo Morales, el “presidente indígena” de centro izquierda con estilo propio, fue elegido presidente por la diferencia étnica politizadora habida entre la mayoría indígena explotada de las tierras altas y los ricos oligarcas mestizo europeos de las fértiles tierras bajas. Identificando abiertamente el asunto como el de dar voz y voto a las exigencias legales, culturales y “autonomistas” de las comunidades indígenas, acabó dando menos importancia a las que fueron en su día demandas pragmáticas y prominentes por una transformación socilista debido a la cual su partido se puso el nombre de “Movimiento al Socialismo”. Su camino hacia la victoria electoral fue encauzado por dos grandes insurrecciones urbano rurales que derribaron a presidentes neoliberales. Ya al tomar la presidencia Morales dejó claro que su “revolución” era más cultural que social: el reconocimiento estatal de la lengua, comunidad, estructuras, costumbres y tradiciones de los indígenas. Mediante una manipulación lingüística demagógica afirmó que “nacionalización” no significaba expropiación para justificar sus aventuras comunes con alrededor de cincuenta de las más grandes multinacionales del crudo, el petróleo y los minerales de los cinco continentes, incluyendo la del mayor y más lucrativo acuerdo con la multinacional india Jindal.

Una vez que la oligarquía comercial, minera y banquera local se recuperó de la ofensiva popular masiva, se organizaron en las cinco provincias más ricas, donde gobernaban, y persiguieron agresivamente el ideal de un movimiento separatista llamado la alianza de la Media Luna- por el arco geográfico que forman las provincias involucradas. Ayudados e instigados por el embajador estadounidense Goldberg, buscaron desestabilizar al régimen por medio de violentos ataques a los movimientos locales de campesinos y de tácticas parlamentarias obstruccionistas.

La estrategia económica de Morales pendía de un hilo porque estaba totalmente enfocada hacia la promoción del crecimiento precisamente a través de la promoción de las élites económicas que rechazaban políticamente un “gobierno capitalista indígena” enraizado en los movimientos de masas.

Durante los primeros cuatro años de mandato, el régimen de Morales, con un gran despliegue étnico teatral y muestras de folclore tradicional, diseñó una política que garantizaba a las comunidades indígenas el control local de sus pueblos empobrecidos mientras se restringía de poner en marcha cualquier política de redistribución de las tierras fértiles de las cien familias y empresas agrícolas que controlan el 80% de las tierras fértiles, las mayores empresas comerciales de venta al por mayor y al por menor, los bancos y los mass media.

Mientras Morales hablaba a las masas rurales indígenas en su propia lengua y reconocía sus derechos a gobernar en sus empobrecidos pueblos, actuaba en favor de su anterior enemigo, la oligarquía “europea”, garantizándoles cientos de millones de dólares en financiación para el cultivo y la promoción de la exportación.

Mientras adoptaba un estilo radical de retórica al condenar el imperialismo y apoyaba a Fidel Castro y a Hugo Chávez, la política exterior económica de Morales era una invitación abierta al capital extranjero para unirse en la explotación de los recursos del país.

Las políticas “etno regionales” fueron un trampolín para “líderes sociales” de clase media-baja que querían obtener poder político y unirse a la élite, especialmente la élite extranjera, en la partición de la riqueza. Las políticas étnico culturales se usaron para apartar las políticas de clase y satisfacer a la masa de base con una gratificación simbólica- “un presidente indígena” que insulta a los ricos mientras los recompensa con dinero público.

No cabe duda que, bajo Morales, el estatus y los derechos legales de los indígenas han mejorado- pero no sus condiciones económicas: las desigualdades en la propiedad de la tierra, los ingresos, la educación y la salud son más visibles que nunca. La celebración de ritos y fiestas indígenas tradicionales por parte del régimen de Morales sirve de manera exitosa para ofuscar la continuidad socio económica. La fragorosa hostilidad racista de la oligarquía a todo lo”indígena” proporciona un útil florete al gobierno que le permite presentarse a sí mismo como campeón de los indígenas de las tierras altas y como enemigo de la atrincherada clase dominante europea. El beneficio es para la nueva burguesía burócrata que dirige la parte gubernamental de las aventuras económicas y proporciona contratos y puestos inferiores a líderes sociales leales que pueden captar el voto indígena el día de las elecciones. Habiendo tomado el gobierno nacional, el anteriormente presidente étnico y regionalista atiende de boquilla las reclamaciones regionales de los pobres mientras eleva las disparidades de clase y regionales entre las tierras altas y las planicies al profundizar en la internacionalización (penetración imperial) de la economía, especialmente de sus enclaves minerales y energéticos. Mientras se opone al separatismo de la élite y a la independencia de las regiones lucrativas, Morales ahonda en su riqueza para que su gobierno siga a flote. Su régimen denuncia el separatismo de la élite para compartir la riqueza entre los racistas capitalistas y los burócratas “progresistas”.

Conclusión

Promover la diversidad étnica y el regionalismo no es lo mismo que terminar con la desigualdad de clase y con la injusticia. En muchos casos, las políticas de identidad étnica han sido un vehículo para oponerse a regímenes nacionales opresivos, en nombre de un “pueblo” no diferenciado, y para construir un poder local de base y negociar cuotas de poder nacional.

Los movimientos de base rural etno regional han dado un giro “hacia dentro” al reivindicar sus tradiciones y una hegemonía lingüística pero han sido desviados frecuentemente de retar las estructuras nacionales de poder de clase.

Un rol significativo juegan las ONG financiadas por el imperialismo que llaman al “respeto” de la “autonomía cultural” a nivel local y fragmentan y dividen a los movimientos basados en las diferencias de clase como en el caso de algunas regiones en Ecuador.

Por otra parte, la tradicional solidaridad lingüística, la religión familiar y la comunidad han desempeñado un papel importante en el derrocamiento de regímenes reaccionarios y en el establecimiento de una agenda progresista cuando ésta se combina con un análisis antiimperialista y de la clase moderna.

Desenmarañar la confusa y aparentemente contradictoria respuesta de la izquierda al asunto de la autodeterminación, y por ello de los movimientos separatistas, gira en torno al hecho de reconocer que otros principios básicos tienen mayor importancia. Si revitalizamos la noción de autodeterminación y la localizamos en el contexto de la lucha de clases y antiimperialista, podemos empezar a aproximarnos a la respuesta de cuándo, dónde y con quién tomamos partido en la lucha por la liberación social y nacional.