SPAN.firstcap { font-size:250%; font-weight:bold; color:#000000; float:left; line-height:30px; width:0.75em; }

Más de 520 periodistas se acreditaron para cubrir Asamblea General de la OEA en Lima

Delegados y periodistas extranjeros visitan las instalaciones  donde se realizará la 40ª Asamblea General de la OEA. Foto: ANDINA/Vidal  Tarqui.
Delegados y periodistas extranjeros visitan las instalaciones donde se realizará la 40ª Asamblea General de la OEA. Foto: ANDINA/Vidal Tarqui.

Lima, jun. 02 (ANDINA). Cerca de 520 periodistas se acreditaron para dar cobertura al 40º Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), informó hoy la embajadora Luzmila Zanabria, presidenta de la comisión organizadora.

Entre otras comisiones acreditadas, mencionó que hasta el momento figuran 64 jefes de delegación de los países observadores y que no forman parte del organismo interamericano, cuyo encuentro se celebrará del 6 al 8 de junio en la capital peruana.

Además, participarán con su debida acreditación cerca de 150 organismos de la sociedad civil, registrados por la OEA, que en esta oportunidad celebrará la asamblea temática "Paz, seguridad y cooperación".

La diplomática indicó también que asistirán al encuentro los delegados de 20 organismos internacionales y 520 reporteros nacionales y extranjeros, lo que asegura la cobertura periodística de la reunión de alto nivel.

Zanabria refirió que el plazo para acreditar a los participantes de la Asamblea General vence indefectiblemente el sábado 5 de junio.

JCP/GCO

GRM

¿Movimiento político virtual o virtualización de la política?

02-06-2010





Recientemente, un analista salvadoreño se refirió al Movimiento Ciudadano Amigos por el Cambio —apoyo de última hora para el presidente Mauricio Funes, quien se empeña en distanciarse del FMLN— como “un nombre y una propuesta mediática casi virtual”, en tanto “no tiene asidero organizativo, no tiene locales ni estructura a nivel municipal”. Aunque es evidente el sentido peyorativo que le dio a la expresión “virtual”, me puse a pensar si no deberíamos analizar a la mayoría de grupos y movimientos políticos desde esa categoría. Es decir, reflexionemos acerca de si “lo virtual” es un problema que atañe a la acción política predominante y no únicamente a una de sus expresiones más recientes.

Hay que señalar que la influencia de “lo virtual” se extiende más allá de los usuarios high tech y los hackers de moda, impregnando el lenguaje y el universo de los valores éticos, estéticos y políticos de las masas. Un ejemplo lo encontramos en los cambios que la telefonía móvil provoca en nuestras valoraciones de la intimidad que debe ser comunicada, porque, como bien saben los usuarios y sus envidiosos, a medida que economizamos “bytes” terminamos reduciendo tanto nuestras palabras que caemos en una auténtica pobreza comunicacional. Por eso es frecuente encontrarnos con mensajes de texto que no hacen más que repetir los estándares del “chat”, determinados a su vez por criterios “económicos”. ¿Y qué decir de los “emoticones”, que reducen nuestro enfado o nuestra alegría a algo que es intercambiable universalmente? Las crestas y simas de las diferencias son “niveladas” por las exigencias de los nuevos paradigmas de la comunicación, siendo traducidas a lo más simple y equivalente: ceros y unos, puntos y rayas.

La transformación de la emoción en mercancía universalmente intercambiable no sólo nos descubre “al padre de la novia” —el mecanismo subyacente al mercado, como bien sabemos desde El Capital—, sino que nos anticipa un asunto esencial: es por el capitalismo que nuestra relación con la tecnología nos lleva a subordinarnos a ella del modo específico que vemos en nuestra época. Nunca antes la implantación de un grupo de tecnologías supo combinar con tanto éxito la transformación de la sociedad y la subordinación pasiva a los cambios tecnológicos, reconfigurando las nociones que tenemos acerca de nosotros mismos. La devoción dogmática al progreso informático, la ideología “liberal-posmoderna” de lo políticamente correcto y el american way of life completan el equipaje político de buena parte de las masas de consumidores de las clases medias contemporáneas. Esto crea unas condiciones propicias para una verdadera virtualización de la política, alejándola de la lucha que no sólo se da “en las calles”, sino que es precisamente una lucha “de calle”. Al final, se termina por empobrecer el compromiso político de los educadores y formadores de opinión, y la política termina por ser confinada a los diversos “ciberespacios” constituidos mediáticamente: los programas de opinión televisivos, las encuestas realizadas por multinacionales especializadas, los talk shows y las redes sociales de Internet. Ahora bien, si hemos de hablar de la virtualización de la política es necesario precisar cómo llegamos a ésta desde la realidad virtual. Primero, deberíamos señalar que no se trata de una mera “política virtual”, es decir, acciones políticas acompañadas de tecnologías de simulación de la realidad. No tiene ningún sentido arremeter en contra de las manifestaciones callejeras que se fusionan con el teatro de calle o descalificar la sátira política que recurre al morphing digital. Al contrario, considero que una política que pretenda ser eficaz y congruente con las transformaciones que exigen las nuevas realidades no debería menospreciar las posibilidades que brindan estas tecnologías, las cuales pueden muy bien verterse en instrumentos políticos transformadores o en proyectos de corte revolucionario. Todo depende de la dirección que sepamos darles. En todo caso, si el problema consistiera en las tecnologías de simulación, no estaríamos criticando la simulación en sí, sino algunos usos de ella. Por el contrario, la “virtualización de la realidad” apunta a la inversión de los valores que constituyen la vida en sociedad, poniendo por encima del ser humano a las mediaciones que él mismo construyó. Desplazándonos desde el paradigma “referencial” de los lenguajes hacia otro más “pragmático”, en el que los significados remiten al uso y en el que las reglas poseen validez únicamente dentro de la condición contingente de la comunidad humana en la que surgen (Ludwig Wittgenstein), hay que decir que la “construcción de la realidad” se nos impone siempre. Y en el plano de las ineludibles construcciones, la realidad virtual “pasa el examen”. Más bien, el problema aparece cuando introducimos las consideraciones subjetivas. En el capítulo Beyond [“Más allá”], de la cinta The Animatrix, el espectador descubre que lo que un grupo de niños ha tomado por una casa embrujada es un no lugar, un “sitio” en el que “se suspenden” las leyes del mundo tal y como lo conocemos, precisamente porque tales leyes son una construcción y tal “sistema” ha tenido una falla. En esa casa, uno puede saltar y quedar suspendido en el aire o puede observar cómo titila un bombillo que no cuelga de ningún cable visible. Pero la ilusión dista de ser perfecta, ya que constantemente interviene la realidad humana que choca contra la construcción, problematizándola desde su constitución vital característica: la sangre que gotea de la nariz de uno de los niños que disfruta la experiencia de la ingravidez es la señal de que se ha cruzado un límite. La realidad construida —la casa virtual— presupone la condición humana para probar su funcionamiento en tanto realidad (Slavoj Žižek). Parafraseando a Franz Hinkelammert, somos seres infinitos atravesados por la finitud, es decir, por nuestras limitaciones corporales, cognoscitivas, emocionales y sociales. Y si esta condición humana es ignorada, entonces asistimos a la virtualización de la realidad. Nuestro problema no es con la mera “experiencia virtual del vuelo” que podría proporcionarnos el gadget adecuado, sino con el sometimiento de nuestra realidad humana —finita, biológicamente condicionada, física y psicológicamente vulnerable, socialmente compleja— a un constreñimiento que busca adecuarla a los parámetros tecnológicos. Podríamos decir que con la virtualización de la realidad cobra un nuevo sentido la famosa frase de Marshall McLuhan (“El medio es el mensaje”), ya que la mediación ha devenido “sujeto”. Virtualización de la realidad es la expresión que usamos para referirnos a una sustitución y no a una mera simulación. Ahora bien, ¿qué es lo sustituido? Podemos retroceder a nuestras reflexiones acerca de “la realidad” y no encontraremos ningún factum brutum. Por lo tanto, lo que se sustituye no son “cosas reales” u “objetivas”. Tampoco es un problema el que se sustituyan unas expresiones o unas prácticas por otras, a no ser que nuestro escándalo provenga de la absurda creencia en la inmutabilidad de la vida humana y sus prácticas. Más bien, lo que denunciamos es que se sustituye el “carácter humano (subjetivo) de la acción”, del lenguaje, de la comunicación, pero también de la economía, la política... El “nuevo sujeto” se presenta lleno de comandos y cables (wired): el artilugio tecnológico es colocado en el centro de las consideraciones y es representado como el foco del que surge la única acción transformadora posible, a la luz de los valores de la eficacia y la eficiencia del mercado capitalista. Por supuesto, las transformaciones en el campo de la política no se harán esperar. La acción política se convierte en show, del que ni siquiera el humanitarismo más idealista saldrá bien librado. Un crítico cultural nos ha recordado que, como sugería un funcionario de ACNUR, “sin imágenes no hay compasión y mucho menos reacción política urgente” (Roman Gubern). Es posible que esto explique por qué se vuelve cada vez más difícil mover a la acción comprometida, responsable y auténticamente crítica, que no se pliegue nomás a un parámetro que caiga desde arriba (o desde afuera). Slavoj Žižek ha señalado que resulta relativamente fácil persuadirse sobre la importancia de la corrección política del asistencialismo humanitario, pero cuesta muchísimo más defender un compromiso que busque empoderar realmente a los sujetos y respetar sus elecciones. En los años 90, llevarle ropa a una pobre refugiada de Bosnia no parecía necesitar de muchas justificaciones, pero levantar el embargo de armas que no permitía a los bosnios actuar, peleando y defendiéndose de sus atacantes, no prometía ser una decisión “políticamente correcta”. ¿Será que la política va desapareciendo, cediendo el paso a una tecnología social pretendidamente aséptica, en la que la crítica de los modelos preexistentes es reemplazada por las sesiones de deliberación humanitarias y los “ejercicios críticos de opinión” televisados? Aquello de que la televisión es una amenaza para la democracia (Pierre Bourdieu) podría estarse refiriendo a esta reclusión de la política dentro de los nuevos museos virtuales y la constatación de que los medios electrónicos pasan a ser fines, es decir, sujetos. En los tiempos que corren, poco importan los valores que animan o nutren, siempre y cuando “estén en televisión”... o en Internet. Cibercultura quiere decir cultura de las computadoras —“ordenadores”—, es decir, de los bienes intangibles, pues se nos ha dicho hasta la saciedad que el software es más importante que el hardware. De esta manera, la política es convertida en “ciberpolítica”, no sólo porque un número nada despreciable de internautas se lanza ahora a la militancia a través de la web, sino porque, aún más importante, la militancia se hace según los parámetros (formatos) que proporciona el ciberespacio. No sólo “no está de moda” llevar la lucha a las calles, sino que, si se la lleva a la calle, la espectacularidad y la necesidad de convertir la acción política en show terminan por imponerse.

La política es sustituida por una “mística de la disolución de las diferencias”, de la caída de paradigmas y la muerte de las ideologías, cuyo catalizador es la tecnología. Se habla de la nueva inteligencia artificial como la confluencia del conocimiento que la humanidad acumuló durante su historia, una historia de la que se ha eliminado todo lo que pueda sonar a conflicto de clases, luchas étnicas o guerras entre grupos religiosos. La compleja realidad social, política y económica que vivimos y sufrimos es simplificada y convertida en una red de bytes; lo distinto es transformado en lo mismo, en todo tiempo y en todo lugar. Si antes reparábamos en los peligros del capital que tendía a convertirse en un flujo de valor virtual, hoy nos encontramos con una tecnología que grita a los cuatro vientos que ha logrado hacer realidad lo que antes sonaba metafórico. No sólo es que la economía real se subordina a los flujos del capital virtual, sino que ahora nos dicen que podemos ver estos flujos, al mismo tiempo que los intercambios reales de los agentes que compran y venden se mediatizan tanto que se vuelven lejanos y oscuros, y los mismos seres humanos son invisibilizados.

La realidad virtual que nos induce a ver de manera diferente no es el auténtico problema, ya que todavía podríamos elegir qué es lo que vamos a ver. El problema con la virtualización de lo real consiste, más bien, en que se ha naturalizado la sustitución de la base humana de la realidad. Y esta naturalización se logra, en parte, gracias a la manera como las tecnologías de la información y la comunicación son producidas, comercializadas, consumidas y desechadas. La política virtual no debería preocuparnos tanto como para desechar la tecnología, cobrándole ojeriza a los blogs y redes sociales. Más bien, debemos cerrar filas contra los mecanismos que conducen a la virtualización de la acción política, diluyéndola en acciones “espectaculares” y concursos de solidaridad.

Una política conscientemente crítica no deberá renunciar a lo virtual, pero siempre lo considerará una herramienta y no un sujeto. Ahora bien, proporcionar a los diversos sujetos los espacios y tiempos necesarios sólo será posible si reconocemos que la lucha entre los diversos modos de organización económica y social constituye la base misma de la sociedad. Este reconocimiento de los conflictos históricamente construidos es inseparable del talante crítico que puede pensar en alternativas reales y no sólo en una “nueva gestión de lo mismo”. Es posible que estén surgiendo “movimientos políticos virtuales”, debido a que sólo existen en el papel de los periódicos o en las redes sociales de Internet, y quizás fuera bueno estar en guardia frente a ellos —por las posibilidades de mistificación, engaño y manipulación que pudieran acompañarlos—, pero no creo que se trate del problema principal. Lo que realmente debería preocuparnos es que nuestra acción política abandone el compromiso crítico con nuestra humana conflictividad, sustituyéndolo por la moral del gestor político y de los paladines de la gobernabilidad a cualquier precio. Evitar a toda costa esta virtualización de la política sí merece nuestros desvelos.

Carlos Molina Velásquez es académico salvadoreño y columnista del periódico digital “ContraPunto”.

Narcopolítica, el secreto de las elecciones colombianas

02-06-2010





Las elecciones presidenciales colombianas, del pasado 30 de mayo, se saldaron con una sorpresa: los candidatos favorables al presidente Álvaro Uribe se dispararon en la votación. El candidato del presidente, del Partido de la U, Juan Manuel Santos, a quien las encuestas daban un 37,5% de las preferencias, sacó casi diez puntos más. Y Germán Vargas, de Cambio Radical, prácticamente triplicó el 3,8% que le daban las encuestas. Nada salió como preveían las encuestadoras más serias y los expertos multiplican las interpretaciones. Pero no he visto una que incluya lo que quizás sea la clave de los resultados inesperados: la narcopolítica.

Hace unos meses, Rafael García Torres, el exjefe de informática del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), el órgano de seguridad del gobierno colombiano, explicó en detalle como el narcotráfico y los paramilitares se adueñaron de la vida política en Colombia.

García Torres, parte de ese engranaje, huyó al sentir que su vida corría peligro. Pero, en su huída, habló largo y detalladamente.

Desde 1999 las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que agrupa a paramilitares y grupos de narcotraficantes, “hicieron alianzas con políticos tradicionales de sus áreas de influencia, con el fin de apoderarse paulatinamente de la administración pública”, aseguró.

Los efectos de esa alianza se hicieron sentir rápidamente.

“Para la elecciones legislativas del año 2002, celebradas en marzo, las Autodefensas lograron apoderarse de aproximadamente 40% de las curules del congreso”, afirma García Torres. Y agrega: “De no haber sido por el apoyo paramilitar, Álvaro Uribe no habría obtenido esta victoria en primera vuelta”, en las elecciones de ese año.

La historia vuelve ahora a repetirse. En las elecciones parlamentarias de marzo, los sectores uribistas lograron un cómodo triunfo. El Partido de la U, de los seguidores del presidente Álvaro Uribe, alcnazaron 25% de los votos, y los conservadores, aliados suyos, casi 21%, en unas elecciones en las que participaron apenas 44% de los inscritos.

“Las elecciones legislativas del pasado 14 de marzo son las más viciadas en una larga historia de fraudes y anomalías electorales en Colombia. Los resultados y el triunfo de la abstención, dejan importantes lecciones y alertas que no deben pasar desapercibida, dijo la escritora colombiana Maureén Maya.

Pero eso no es lo más grave. Citando a comentaristas colombianos, Maya agregó que, en esas elecciones “fueron elegidos 22 senadores que están en las investigaciones de la 'parapolítica' o son herederos de quienes están presos o condenados por estos delitos: 8 del partido de 'la U', 7 en el PIN, 5 en el Partido Conservador, 1 en Cambio Radical y 1 en el Partido Liberal. La influencia en la Cámara de Representantes es aún más grande…”

El PIN, un partido creado con reconocidos miembros de la narco y la parapolítica, logró un millón de votos en esas elecciones parlamentarias, lo que le valió 8 curules en el senado y 11 en la Cámara de Representantes.

Los nombres son bien conocidos y, en Colombia, cuando no hay quórum en el congreso, dice, en broma, que vayan a sesionar a la cárcel de La Picota. Ahí siempre hay quórum, porque senadores, diputados, ministros, embajadores, militares, los parientes más cercanos al presidente Uribe, incluyendo su hermano y un primo hermano, exsenador, están bajo investigación judicial o condenados por los crímenes de la parapolítca.

“En la primera administración de Álvaro Uribe (2002-2006) la burocracia, es decir los cargos y entidades, fueron distribuidos entre los congresistas recién elegidos que habían apoyado su candidatura. Esto dio como resultado que los cargos se distribuyeron entre los diferentes bloques de las autodefensas, puesto que esos congresistas, en su inmensa mayoría, le debían el haber conseguido esa curul en el congreso al apoyo paramilitar”, afirmó García Torres en sus declaraciones.

En ese escenario, se celebraron el pasado 30 de mayo las elecciones presidenciales. Uribe no pudo competir, porque la Corte Constitucional rechazó su pretensión de convocar un plebiscito que le permitiera aspirar a un tercer mandato.

Nuevamente, ganó su candidato. Nuevamente votó apenas la mitad de los electores. Y el resultado no dejó de sorprender. Las encuestas, todas, daban un virtual empate entre el uribista Juan Manuel Santos, exministro de Defensa, y Antanas Mockus, exrector universitario y exalcalde de Bogotá, pero los resultados le dieron a Santos más del 46% de los votos, y apenas 21% de Mockus. Ambos irán a una segunda vuelta, que confirmará el triunfo de Santos.

"El establecimiento creó un candidato como Mockus para legitimar elecciones. Sabemos que fue ficticio y mediático su crecimiento", dijo la senadora Piedad Córdoba, para explicar el resultado electoral.

Colombia seguirá sometida a la narcopolítica, en medio de escándalos que no terminan, del descubrimiento de fosas comunes con 2.000 y 3.000 cuerpos de campesinos asesinados por los militares y los paramilitares, con 100 mil (algunos hablan del doble) desaparecidos, con índices de desigualdades sociales y pobreza solo comprables a los peores de América Latina, con una policía acusada de corrupción, de vigilancia y seguimiento a magistrados, periodistas y opositores.

La narcopolítica ha salpicado a todo el gobierno. Ciertamente, por eso, en Colombia se oye, cada vez con mayor frecuencia, que el jefe de todos debería estar sentado en el Tribunal Penal Internacional, acusado de crímenes de genocidio.

ATENTADO CONTRA LOCAL DE AIDESEP‏

AIDESEP, Junio de 2010. A pesar que en su primer mensaje, el Apu Alberto Pizango Chota, presidente de la AIDESEP, señaló que lamenta la pérdida de cada una de las vidas de los hermanos policías e indígenas y pidió una investigación imparcial de los hechos de Bagua; un grupo de personas se apostaron al frente de la sede institucional e iniciaron una agresión sin sentido, exigiendo justicia cuando esos reclamos deben hacerlo al gobierno que fue quien dio la orden de un desalojo cuando los pueblos ya habían decidido retirarse de la carretera Fernando Belaúnde Terry.


Y a pesar que el área legal de la institución llamó en reiteradas veces al Serenazgo de La Victoria y a la comisaría del sector, ambas instituciones no se presentaron hasta después de dos horas de la llamada, pese a que las provocaciones de las personas que llegaron hasta la institución fue grosera.



Fuente: http://www.aidesep.org.pe

El imperio y la guerra

Hace dos días, en breves palabras, señalé que el imperialismo no podía resolver el gravísimo problema del consumo de estupefacientes que azota a la población del mundo. Hoy deseo abordar otro tema a mi juicio de gran trascendencia.

El actual peligro de que Corea del Norte sea atacada por Estados Unidos, a partir del reciente incidente que tuvo lugar en las aguas de ese país, tal vez pueda evitarse si el Presidente de la República Popular China decide utilizar el derecho de veto, prerrogativa que no le gusta en absoluto a ese país ejercer en los acuerdos que se discuten en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Existe un segundo y más grave problema para el cual Estados Unidos no tiene respuesta posible: el conflicto creado en torno a Irán. Es algo que se veía venir claramente desde que el Presidente Barack Obama pronunció su discurso el 4 de junio de 2009 en la Universidad Islámica de Al-Azhar, en El Cairo.

En una Reflexión que escribí entonces, cuatro días más tarde, cuando dispuse de una copia oficial del discurso, utilicé numerosas citas para analizar la importancia del mismo. Señalaré un número de ellas.

“Nos congregamos en un momento de tensión entre Estados Unidos y musulmanes alrededor del mundo…”

“…el colonialismo les negó derechos y oportunidades a muchos musulmanes,…la Guerra Fría a menudo utilizaba a los países de mayoría musulmana como agentes, sin tener en cuenta sus aspiraciones propias.” Impresionaban realmente ese y otros razonamientos en boca de un Presidente afroamericano, que parecían verdades evidentes como las contenidas en la Declaración de Philadelphia el 4 de julio de 1776.

“He venido aquí a buscar un nuevo comienzo para Estados Unidos y musulmanes alrededor del mundo, que se base en intereses mutuos y el respeto mutuo…”

“Como nos dice el Sagrado Corán, ‘tengan conciencia de Dios y digan siempre la verdad.’”

“…es parte de mi responsabilidad como Presidente de Estados Unidos luchar contra los estereotipos negativos del Islam dondequiera que surjan.”

Continuó así desgranando temas escabrosos del universo de contradicciones insolubles que envuelven la política de Estados Unidos.

“En medio de la Guerra Fría, Estados Unidos desempeñó un papel en el derrocamiento de un gobierno iraní elegido democráticamente.”

“Desde la Revolución Islámica, Irán ha desempeñado un papel en secuestros y actos de violencia contra militares y civiles estadounidenses.”

“Los estrechos vínculos de Estados Unidos con Israel son muy conocidos. Este vínculo es inquebrantable.”

“Muchos esperan, en campamentos para refugiados en la Ribera Occidental, Gaza y tierras aledañas, una vida de paz y seguridad que nunca han tenido.”

Hoy sabemos que sobre la población de Gaza cae con frecuencia una lluvia de fósforo vivo y otros componentes inhumanos y crueles, lanzados sobre la Franja, con furia verdaderamente nazi fascista. No obstante, las afirmaciones de Obama parecían vibrantes y en ocasiones sinceras, en tanto las iba repitiendo una y otra vez, en medio de febril corre corre por el mundo, dondequiera que a su hora programada llegaba el avión número uno de la Fuerza Aérea de Estados Unidos.

Ayer 31 de mayo, la comunidad internacional fue conmocionada con el asalto, en aguas internacionales a decenas de millas de la costa de Gaza, de casi un centenar de soldados de las fuerzas especiales de Israel, que descendieron desde helicópteros en horas de la madrugada, disparando frenéticamente contra centenares de pacíficas personas de diversas nacionalidades, causándoles ­­-­según informaciones de prensa- no menos de 20 muertos y decenas de heridos. Entre las personas atacadas, que transportaban mercancías para los palestinos sitiados en su propia Patria, había ciudadanos norteamericanos.

Cuando Obama habló en la Universidad Islámica de Al-Azhar del “derrocamiento de un gobierno iraní elegido democráticamente” e inmediatamente añadió que “Desde la Revolución Islámica, Irán ha desempeñado un papel en secuestros y actos de violencia contra militares y civiles…”, se refería al movimiento revolucionario promovido por el Ayatollah Ruhollah Jomeini, que desde París, sin una sola arma, aplastó a las Fuerzas Armadas del más poderoso gendarme con que Estados Unidos contaba en el Sur de Asia. Era muy difícil que la más poderosa potencia del mundo resistiera la tentación de instalar allí una de sus bases militares, al Sur de la URSS.

Hace ya más de cinco décadas, Estados Unidos había aplastado otra Revolución absolutamente democrática, cuando derrocó el gobierno iraní de Mohammad Mossadegh. Este fue electo Primer Ministro de Irán el 24 de abril de 1951. El senado aprobó la nacionalización del petróleo, que había sido su bandera de lucha, el 1 de mayo de ese mismo año. “Nuestros largos años de negociaciones con países extranjeros -declaró- no han dado resultado hasta aquí.”

Es obvio que se estaba refiriendo a las grandes potencias capitalistas, que controlan la economía mundial. Irán tomó posesión de las instalaciones ante la intransigencia de la British Petroleum, que entonces se llamaba Anglo-Iranian Oil Company.

El país no tenía posibilidades de formar técnicos. Gran Bretaña había retirado su personal calificado, y respondido con bloqueos de piezas y mercados. Envió su flota de guerra en zafarrancho de combate al país. Como resultado, la producción petrolera de Irán disminuyó de 241,4 millones de barriles en 1952, a 10,6 en 1953. En esas favorables condiciones la CIA organizó el golpe de Estado que derrocó a Mossadegh, hasta su muerte que tuvo lugar tres años después. La monarquía fue restablecida y un poderoso aliado de Estados Unidos ascendió al poder en Irán.

Estados Unidos no ha hecho otra cosa con los demás países que no sea eso; desde que se creó esa nación en los suelos más ricos del planeta, no respetó nunca los derechos de los pobladores indígenas que allí vivieron durante milenios y de los negros que fueron importados como esclavos por los colonizadores ingleses.

Estoy seguro, sin embargo, de que millones de norteamericanos inteligentes y honestos comprenden estas verdades.

El Presidente Obama puede pronunciar cientos de discursos, tratando de conciliar contradicciones que son inconciliables en detrimento de la verdad, soñar con la magia de sus frases bien articuladas, mientras hace concesiones a personalidades y grupos carentes totalmente de ética, y dibujar mundos de fantasías que sólo caben en su cabeza y que asesores sin escrúpulo, conociendo las tendencias suyas, siembran en su mente.

Dos preguntas obligadas: ¿podrá Obama disfrutar las emociones de una segunda elección presidencial sin que el Pentágono o el Estado de Israel, que en su comportamiento no acata en nada las decisiones de Estados Unidos, utilicen sus armas nucleares en Irán? ¿Cómo será la vida en nuestro planeta después de eso?

Fidel Castro Ruz
Junio 1 de 2010
11 y 35 a.m.

Marea negra se aproxima a costa de Florida

Miércoles 2 de Junio de 2010

LOS TITULARES DE HOY

EL RESTO DE LA HORA DE DEMOCRACY NOW!

  • En la primera línea del derrame de petróleo de BP: Democracy Now! recorre la costa de Luisiana

    Amy-gulf-coast

    El Departamento de Justicia confirmó que abrió una investigación penal y otra civil sobre el derrame de petróleo de BP en la Costa del Golfo de México, que ahora se cree ha sido la peor catástrofe ambiental en la historia de Estados Unidos. Para los residentes del sur de Luisiana, el derrame de crudo tiene impacto sobre el medio ambiente, la economía y la forma de vida de muchas personas. Durante los últimos días, Democracy Now! recorrió los pantanos y las ciudades de la costa de Luisiana para conocer a la gente que se encuentra directamente afectada por la llegada de la marea negra de BP.

    Escuche/Vea/Lea (en inglés)
  • Mientras aumenta la indignación internacional, el vice embajador de Israel ante la ONU defiende el ataque letal contra los barcos de ayuda para Gaza alegando que la flotilla suponía un “peligro”

    Idf

    El vice embajador de Israel ante las Naciones Unidas, Daniel Carmon, habla con Democracy Now! y defiende el ataque israelí contra la flotilla de ayuda humanitaria que se dirigía a Gaza y que causó la muerte de al menos nueve personas en aguas internacionales. “Israel hizo valer el bloqueo marítimo, una medida que es totalmente legal según las leyes internacionales; imponer una acción de bloqueo cuando hay posibilidad de peligro proveniente de alguna fuente. Y justamente eso es lo que ocurrió".

    Escuche/Vea/Lea (en inglés)
  • La explicación de Israel sobre el ataque letal contra los barcos de ayuda a Gaza “tiene más agujeros que un colador”, según el ex embajador de Estados Unidos Edward Peck

    Carmon

    El ex embajador estadounidense Edward Peck estaba a bordo de la flotilla con ayuda a Gaza atacada por las tropas israelíes. Al menos nueve personas resultaron muertas y hubo decenas de heridos. Peck afirma que la explicación de Israel sobre el ataque es “una deformación de la verdad” y “tiene más agujeros que un colador".

    Escuche/Vea/Lea (en inglés)

LA NUEVA DEMAGOGIA LATINOAMERICANA‏

Álvaro Cuadra (especial para ARGENPRESS.info)

El triunfo de Juan Manuel Santos en la primera vuelta de las elecciones colombianas pone en evidencia el despliegue de la nueva demagogia latinoamericana, esta vez, como discurso de los sectores de derecha. Al igual que en el Chile de Piñera, Santos, miembro de una acaudalada familia y ex ministro de defensa del actual presidente Álvaro Uribe, promete un gobierno de unidad nacional que garantice la seguridad democrática.

La figura de Santos está ligada a su lucha contra las FARC, de hecho se le atribuyen los golpes más espectaculares contra la guerrilla. Al igual que el actual presidente chileno, posee una sólida formación económica en los Estados Unidos. La promesa de los sectores derechistas en diversos países latinoamericanos es la misma: la superación de la pobreza y la creación de empleos a través de una acelerada modernización de índole neoliberal.

La demagogia derechista logra seducir a las masas de electores con astutas promesas de bienestar, dirigido especialmente a los sectores medios. Los argumentos se presentan de manera fácil ante el sentido común: una mano dura amparada en la fuerza militar o policial para combatir la delincuencia o la guerrilla y, al mismo tiempo, la creación de muchos puestos de trabajo mediante el crecimiento económico. De este modo, el futuro pacífico y próspero de nuestras naciones queda resuelto por una ecuación simple que suma la represión y la seducción.

Es interesante hacer notar cómo este tipo de discurso, repetido hasta la saciedad por los medios, ha barrido del imaginario social latinoamericano aquellas banderas de lucha que clamaban por una real justicia social, esto es, por una redistribución del ingreso, el respeto de los Derechos Humanos y un papel preponderante del Estado frente a los grandes consorcios nacionales y extranjeros. La arremetida demagógica de la derecha latinoamericana ha dado resultados, hasta ahora, en Chile y Colombia.

Los gobiernos de derecha llegan al poder con el apoyo explícito de los sectores empresariales, pero, además, con el apoyo implícito de otros poderes fácticos como los sectores castrenses. De suerte que el compromiso de seguridad democrática significa en los hechos la instauración de democracias de seguridad nacional, un diseño político y social que le otorga continuidad a las tesis esgrimidas por los militares latinoamericanos en la década de los ochenta.

Es probable que la misma fórmula sea ensayada en otros países de la región, constituyendo un eje a nivel continental que se oponga a los gobiernos instalados más a la izquierda, como es el caso de Bolivia, Venezuela y Ecuador, entre otros. En el futuro inmediato, la realidad de Latinoamérica aparece escindida en dos grandes polos que orientan la política regional. Una realidad que, fuera de dudas, dificulta los procesos de integración y que plantea ya un escenario inaugural para la primera década de este siglo.