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EEUU, LÍDER MUNDIAL EN "CRÍMENES INTERNACIONALES"

Philosophicus, 30 - 07 - 2014

Por: Noam Chomsky

La primera plana del New York Times del 26 de junio muestra la foto de una mujer que llora a un iraquí asesinado, una de las innumerables víctimas de la campaña del llamado Estado Islámico en la que el ejército iraquí, armado y entrenado durante años por Estados Unidos, se disolvió con rapidez, abandonando gran parte de Irak a unos cuantos militantes, experiencia nada novedosa en la historia imperial. Arriba de la fotografía está el famoso lema del periódico: Todas las noticias que es apropiado imprimir. Hay una omisión crucial. La primera plana debería desplegar las palabras del juicio de prominentes nazis en Nüremberg, las cuales deberían repetirse hasta que penetren la conciencia general: la agresión es el supremo crimen internacional, sólo diferente de otros crímenes de guerra en que contiene en sí mismo el mal acumulado de todos. Y junto a esas palabras debe estar la admonición de Robert Jackson, fiscal principal de Estados Unidos en ese juicio: El fundamento sobre el cual juzguemos a estos acusados será el fundamento sobre el cual la historia nos juzgará mañana. Dar un cáliz envenenado a estos acusados es ponerlo también en nuestros labios. La invasión de Irak por Estados Unidos y Gran Bretaña fue un ejemplo de libro de texto de lo que es agresión. Los apologistas invocan nobles intenciones, que serían irrelevantes aun si sus alegatos se sostuvieran. A los tribunales de la Segunda Guerra Mundial no les importó un bledo que los imperialistas japoneses intentaran llevar un paraíso en la Tierra a los chinos que masacraron, ni que Hitler enviara tropas a Polonia para defender a Alemania del terrorismo salvaje de los polacos. Lo mismo se aplica cuando bebemos del cáliz envenenado. Los que están del lado donde golpea la cachiporra tienen pocas ilusiones. Abdel Bari Atwan, editor de un sitio web panárabe, observa que el principal factor causante del caos actual (en Irak) es la ocupación de Estados Unidos y Occidente y el apoyo árabe a ella. Cualquier otra afirmación es engañosa y apunta a distraer la atención de esta verdad. En una entrevista reciente en el programa de televisión de Bill Moyers, Moyers & Company, el especialista iraquí Raed Jarrar delineó lo que nosotros en Occidente deberíamos saber. Como muchos iraquíes, Jarrar es mitad chiíta y mitad sunnita, y antes de la invasión apenas si conocía las identidades religiosas de sus parientes porque la secta no formaba parte de la conciencia nacional. Jarrar nos recuerda que la pugna sectaria que destruye nuestro país... comenzó sin duda con la invasión y ocupación estadounidense. Los agresores destruyeron la identidad nacional iraquí y la reemplazaron con identidades sectarias y étnicas, que comenzaron cuando Washington impuso un consejo de gobierno basado en identidad sectaria, algo nuevo en Irak. Hoy día chiítas y sunnitas son enemigos acérrimos, gracias al mazo que blandieron Donald Rumsfeld y Dick Cheney (secretario de Defensa y vicepresidente en el gobierno de George W. Bush, respectivamente), junto con otros como ellos que nada entendían más allá de la violencia y el terror, y que ayudaron a crear conflictos que ahora hacen pedazos la región. Otros encabezados informan del resurgimiento del talibán en Afganistán. El periodista Anand Gopal explica las razones en su notable libro No Good Men Among the Living: America, the Taliban, and the War through Afghan Eyes (No hay buenos entre los vivos: Estados Unidos, el talibán y la guerra vista con ojos afganos). En 2001-02, cuando el mazo estadounidense golpeó Afganistán, los extranjeros de Al Qaeda que se ocultaban allí desaparecieron y el talibán se disolvió. Muchos escogieron, en el estilo tradicional, acomodarse entre los nuevos conquistadores. Pero Washington estaba desesperado de encontrar terroristas que aplastar. Los hombres fuertes que impusieron como gobernantes pronto descubrieron que podían explotar la ciega ignorancia de los estadounidenses y atacar a sus enemigos, incluso a quienes colaboraban gustosamente con los invasores. En poco tiempo el país fue gobernado por esos crueles señores de la guerra, mientras muchos antiguos talibanes que buscaban unirse al nuevo orden recrearon la insurgencia. Más tarde el mazo fue recogido por el presidente Obama, al encabezar desde atrás el aplastamiento de Libia. En marzo de 2011, en medio de un levantamiento contra el gobernante libio Muammar Kadafi como parte de la primavera árabe, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó la resolución 1973, que llamaba a detener el fuego y poner fin a la violencia y a todos los ataques y abusos contra civiles. El triunvirato imperial –Francia, Inglaterra y Estados Unidos– decidió al instante violar la resolución, convertirse en la fuerza aérea de los rebeldes e intensificar la violencia. Su campaña culminó en el asalto al refugio de Kadafi en Sirte, el cual dejaron devastado por completo, reminiscente de las escenas más sombrías de Grozny, hacia el final de la sangrienta guerra de Rusia en Chechenia, según reportes de testigos en la prensa británica. A un costo sangriento, el triunvirato logró su objetivo de cambio de régimen, en violación de sus piadosos pronunciamientos en contrario. La Unión Africana se opuso con energía al asalto del triunvirato. Como informó el especialista en África Alex de Waal en la revista británica International Affairs, la UA propuso un mapa de ruta que instaba al cese del fuego, asistencia humanitaria, protección de migrantes africanos (que en su mayoría eran asesinados o expulsados) y otros nacionales extranjeros, y a adoptar reformas políticas para eliminar las causa de la crisis actual, más otros pasos para instaurar un gobierno interino incluyente y consensuado, que conduzca a elecciones democráticas. El esquema de la UA fue aceptado en principio por Kadafi, pero desdeñado por el triunvirato, que no estaba interesado en verdaderas negociaciones, observa De Waal. El resultado es que hoy Libia es despedazada por milicias en conflicto, en tanto se ha desatado el terror yihadista en gran parte de África, junto con un flujo de armas que llega hasta Siria. Existen muchas pruebas de las consecuencias de esta política del mazo. Veamos la República Democrática del Congo, antes Congo Belga, un enorme país rico en recursos… y una de las peores historias de horror contemporáneas. Tuvo la oportunidad de desarrollarse con éxito luego de alcanzar la independencia en 1960, bajo el gobierno del primer ministro Patricio Lumumba. Pero Occidente no quería nada de eso. Allen Dulles, director de la CIA, determinó que la remoción de Lumumba debía ser un objetivo urgente y primordial de una acción encubierta, sobre todo porque las inversiones estadounidenses en el país peligraban a causa de lo que documentos internos llamaban nacionalistas radicales. Bajo la supervisión de oficiales belgas, Lumumba fue asesinado, cumpliendo el deseo de Eisenhower de que cayera en un río lleno de cocodrilos. Congo fue entregado al favorito de Washington, el asesino y corrupto dictador Mobutu Sese Seko, y de allí el actual naufragio de las esperanzas africanas. En lugares más cercanos es más difícil cerrar los ojos a las consecuencias del terrorismo de Estado de Washington. Hoy reina la preocupación sobre el éxodo de niños que huyen a Estados Unidos desde Centroamérica. El Washington Post informa que el incremento de estos migrantes procede en su mayor parte de Guatemala, El Salvador y Honduras, pero no de Nicaragua. ¿Por qué? ¿Podría ser que cuando el mazo de Washington aporreaba la región, en la década de 1980, Nicaragua era el único país que contaba con un ejército para defender a la población de los terroristas dirigidos por Estados Unidos, mientras en los otros tres países los terroristas que devastaban a la población eran los ejércitos entrenados y equipados por Washington? El presidente Obama ha propuesto una respuesta humanitaria a la trágica migración: una deportación más eficiente. ¿A alguien se le ocurren alternativas? Es injusto omitir los ejercicios de poder blando y el papel del sector privado. Un buen ejemplo es la decisión de Chevron de abandonar sus tan publicitados programas de energía renovable, porque los combustibles fósiles son mucho más redituables. Exxon Mobil a su vez anunció que “su enfoque tipo láser en combustibles fósiles es una estrategia sólida, sin considerar el cambio climático –reporta Bloomberg Businessweek–, porque el mundo tiene gran necesidad de energía y resulta "sumamente improbable" que ocurran reducciones significativas de carbono”. Por tanto, es un error recordar día tras día el juicio de Nüremberg a los lectores. La agresión ya no es el supremo crimen internacional. No puede compararse con la destrucción de las vidas de generaciones futuras para obtener mayores ganancias hoy. 

Fuente: Rebelión

LO URBANO Y EL ESTADO

Philosophicus, 30 - 07 - 2014
 
Por: Víctor Ramiro Fernández y Carlos Antonio Brandâo

 América Latina se encuentra en un proceso acelerado de transformación geo-económica y geo-política a escala global. En búsqueda de situar parte de esas mutaciones estructurales, que presentan una dinámica contradictoria, vale inicialmente indicar que hace al menos ya cuatro décadas que el sistema capitalista viene experimentando profundos cambios, que se manifiestan en las formas de producción y realización, desapropiación y reapropiación del excedente, en las disputas por la hegemonía inter-estatales e inter-territoriales, y en el dominio de los grandes intereses del poder financiero y de las inmensas estructuras empresariales. En este contexto, las propiedades agrarias e inmobiliarias están cada vez más financiarizadas y desempeñan un rol central en el funcionamiento del sistema capitalista. Bajo dicho escenario, marcado por la incertidumbre radical y la inestabilidad sistémica, y en el marco de una nueva redefinición de las formas diferenciales y desiguales de utilización del espacio y el tiempo, se han abierto múltiples ventanas para la reflexión sobre el curso que viene tomando la reconfiguración organizativa, operativa y espacial del capitalismo, sus formaciones estatales y su espacio urbano. Han sido cuatro décadas de una profunda reestructuración en las formas de acumulación y de regulación del capitalismo, caracterizado entre otros aspectos, por la autonomización del capital-dinero en forma de capital de interés, los movimientos expansivos del capital-dinero en rotación y búsqueda de retención de la riqueza en su forma más abstracta, y la preeminencia desde ello del rentismo y la dominación financiera bajo ciclos especulativos frecuentes. Es crucial investigar el modo en que esta lógica contradictoria de la geografía desigual y cambiante del capitalismo se articula con las nuevas configuraciones reproductivas del capital global, con las Redes Económicas y Políticas Globales, apoyadas y direccionadas por los Organismos Internacionales. Así, en este contexto existen variados elementos de mediación entre las escalas espaciales global, supranacional, nacional y subnacional que conducen a distintas trayectorias coyunturales-históricas y diferentes configuraciones espaciales y sociopolíticas. El papel del Estado Frente a estas transformaciones estructurales, sistémicas, el Estado, en tanto condensación de relaciones de fuerzas en disputas, ha sido atravesado por un profundo proceso de re-escalamiento que coloca en activo protagonismo a las instancias supra y sub nacionales, al tiempo que, bajo el protagonismo de las reformas pro-mercado del neoliberalismo, se torna un facilitador de los negocios privados sectorializados, en una disputada interrelación de espacios y una compleja confrontación de intereses y estrategias. Mecanismos e instrumentos de un Regímen de excepción y represión, marcados por una inusitada mezcla de violencia económica y extra-económica, promotores de desapropiaciones y desposesiones diversas, son manejados por un Estado que se proclama democrático, eficiente y orientado por la austeridad fiscal. Si en los ’90 el Estado realizó el desmantelamiento anti-welfarista (roll back), propiciado durante los planes de ajuste estructural y el Consenso de Washington; luego de la crisis de 2008 un patrón coercitivo competitivo se ha reestructurado (roll out) y el proceso neoliberalizador gana fuerza. Es decir, es una etapa en la que las estructuras y formas institucionales y de implicación estatal se reformulan para un involucramiento nuevo y activo teniendo como vector la expansión de las formas neoliberales, lo que conlleva no una contraposición, sino una complementación con la etapa de roll back antes mencionada. Bajo la nueva transformación espacial de la estatidad, la nueva economía política que guía las formas de implicación estatal se reposicionó desde la atención a la regulación de los flujos fiscales y de inversión y el aseguramiento de un mínimo de Estado de Bienestar, hacia el rol, casi exclusivo, de promotor de “ambientes apropiados y amigables” para asegurar las condiciones de competitividad a los grandes agentes y negocios empresariales. Amenazas para América Latina En este contexto, en el siglo XXI, América Latina se encuentra frente a una doble amenaza: aquella determinada por las relaciones Norte-Sur y aquella impuesta desde las relaciones Sur-Sur, independientemente de sus restricciones internas propias del subdesarrollo periférico y dependiente (desigualdad y heterogeneidad social y productiva). Son inmensas las dificultades para reaccionar tanto ante las estrategias especulativas, subordinantes y empobrecedoras de la primera amenaza, como ante las formas desindustrializantes y reprimarizadoras que impone la nueva “centralidad periferizante” del Este Asiático, de la segunda amenaza. Resulta un proceso de acumulación poco dinámico y sostenible, un desarrollo privado de una inmunología sólida ante la amenaza de las formas de financiarización o de las inversiones para estructurar un sistema primarizador, plasmando, una vez más en la historia, los límites estructurales “externos” e “internos” al desarrollo en la periferia dependiente. Creemos que debemos estar atentos a cuatro grandes cuestiones. Primero, vivimos un momento y contexto de crisis muy grave. Los momentos de crisis no suelen ser momentos de legitimación de cuestiones más generales, puesto que se torna más importante el “coyunturalismo” macroeconómico de la búsqueda de crecimiento a todo costo. Segundo, en este momento predomina lo que Gramsci denominó “hegemonía de la pequeña política” (dominio de cuestiones parciales, de lo cotidiano, de alianzas electorales, etc.); lo que dificulta el tratamiento de las cuestiones espaciales que están necesariamente en el ámbito de la “gran política”. Las gestiones parciales de lo cotidiano por el Estado dificultan o impiden el tratamiento de cuestiones estratégicas. Tercero, estamos sometidos a la racionalidad neoliberal, como una plaga (muchas veces casi fascista) embutida en las mentes, instituciones, prácticas, documentos etc., donde la competitividad y la productividad se sitúan como elementos centrales. Cuarto, es necesario cuestionar quiénes son los sujetos de la transformación socio-espacial deseada, buscando dimensionar la capacidad de las luchas sociales para reivindicar, contestar y emprender luchas contra-hegemónicas que amplíen el ejercicio de la ciudadanía, recalificando recurrentemente su fuerza de oposición y de organización insurgente y emancipadora. O sea, dimensionar la potencia de las coaliciones contra-hegemónicas e insurgentes, sus disputas de representaciones, significados y sentidos movilizados y su fuerza contestataria al poder de las jerarquías y hegemonías puestas en todas las escalas espaciales. Sólo así se podría pensar la producción social del espacio, de los conflictos que se estructuran y de los antagonismos que son tejidos alrededor de un cuadro dado y un ambiente construido, como, por ejemplo, los espacios urbanos latinoamericanos, que comentamos a continuación. Si el espacio es unidad privilegiada de reproducción social, encarnación de diversos procesos y manifestación de conflictividades, entonces es necesario realizar el balance entre proyectos alternativos y trayectorias en confrontación. Se trata de investigar estructuras, dinámicas, relaciones y procesos. Es necesario entender cuáles son sus intereses concretos movilizados y sus instrumentos y lógicas de acción activados; cuestionar cómo son constituidos los territorios de la destitución, como lo son las ciudades latinoamericanas. Nuestro espacio urbano subdesarrollado es un sitio mucho más destituido de tradiciones, derechos, medios de consumo colectivo, infraestructuras de servicios y bienes públicos de menor calidad que en Europa, por ejemplo. Hoy sería necesario desmercantilizar los bienes y servicios colectivos, que deben ser públicos y de calidad, pero que fueron expropiados por el neoliberalismo. Tenemos que cambiar totalmente el patrón de oferta de bienes y servicios e infraestructuras públicas y medios de consumo/derechos colectivos, impactando y dando voz a la vida real y cotidiana de las personas del lugar (place). En América Latina, el Estado tiene serias dificultades para llegar al place (a la vida concreta y cotidiana de los destituidos de derechos), tiene dificultades para alcanzar las escalas de los eventos reales. El Estado debería apoyar la construcción de la ciudadanía, a través de una pedagogía democrática, ampliando la voz de la mayoría de la población en el marco de un proyecto coherente que evite su utilización fragmentaria por los actores sociales dominantes. Capital mercantil y apropiación territorial Pero, allí, en el territorio urbano-regional, se enfrenta una ecuación político-económica (expansiva, apropiadora y privatizadora del espacio) entre grandes propietarios, el capital de construcción, el capital financiero, medios de comunicación, partidos políticos, etc., que pasan a disfrutar de condiciones ventajosas y a obtener ganancias extraordinarias. Esas y otras facciones desempeñan un papel de relieve en el pacto de poder oligárquico, financiero y rentista, siendo el patrimonialismo y la apropiación territorial las principales características del espacio urbano latinoamericano, como lócus de poder y de la sociabilidad. Esta coalición conservadora tiene sus intereses garantizados por las oficinas de registro, los ayuntamientos, el poder judicial, entre otros dispositivos, bloqueando las posibilidades de romper con el retraso estructural y avanzar en el derecho a la ciudad y en la gestión democrática y popular de los espacios regionales y urbanos. En algunos momentos coyunturales, a través de grandes proyectos de renovación de centros de la ciudad, grandes obras en colaboración público-privadas etc., esta amplia gama de alianzas conservadoras gana “aires más modernos”, promoviendo alguna reestructuración en las articulaciones urbano-regionales, en el mercado de tierras y de viviendas, en las relaciones promiscuas entre el suministro público de infraestructura económica y valoración de la tierra. Generalmente, se preserva el clientelismo en los espacios de reproducción de los capitales mercantiles en sus diferentes fases (inmobiliario, comercial, transportes y otros servicios). También, al avanzar sobre el hinterland, se producen diversos espacios urbanos que constituyen densas economías urbanas y modernas estructuras productivas regionales, que terminan por soldar intereses comerciales más arcaicos alrededor de la expansión urbana. En general, las ciudades y sus alrededores se van enredando en la malla de esos intereses patrimoniales y especulativos y se consolidan como una especie invernadero para el “cultivo” de estas fracciones del capital mercantil. Si estos intereses de las coaliciones de crecimiento y del emprendorismo urbano procuran ver el espacio urbano sólo como negocio que promueve paradójicamente la urban austerity y la ciudad-competitiva, también se pueden promover acciones ciudadanas emancipadoras y de enfrentamiento al pacto de dominación. Si la ciudad es vendida como si estuviera cosificada, ofreciendo su atractiva plataforma a los grandes capitales, como si encarnara los proyectos de toda la sociedad, transformando las ciudades en sitios sólo de reproducción del capital donde apenas figurarían las fracciones dominantes de esta reproducción, las masas sometidas a toda suerte de marginalizacion social, a la precarización del trabajo y a procesos de mercantilización de la vida pueden y deben contraponer otra reproducción: la reproducción y los derechos de toda la sociedad. Como afirmó oportunamente José Luis Coraggio (1987: 132), la historia “no es un resultado lineal del Proyecto Social Hegemónico de turno. Dicho proyecto se asocia a fuerzas que no operan en un vacío, sino que son contrariadas por otras fuerzas sociales que a su vez pueden tener un proyecto social (dependiendo de su grado de organización) que está continuamente planteando una alternativa, tanto más eficaz para incidir en el desarrollo social cuanto más respaldada esté por fuerzas sociales de peso, o cuanto más organizados estén sus militantes” Buscando movilizar a los sujetos más desprovistos y marginados de determinado territorio para la transformación, es necesario activar recursos materiales y simbólicos y convertir esos sujetos en actores sociales y políticos con poder de autodeterminación y libertad de decisión. O sea, es necesario considerar el territorio urbano como potencia vigorosa de luchas transformadoras. - Carlos Antônio Brandão es profesor de la Universidad Federal de Rio de Janeiro; investigador CNPq, Brasil. - Víctor Ramiro Fernández es profesor de la Universidad Nacional del Litoral; investigador Conicet, Argentina. * Este texto es parte de la Revista América Latina en Movimiento, No., 497 de julio de 2014, que trata sobre el tema de "La cuestión urbana hoy: Entre el mercado total y el buen vivir "
http://www.alainet.org/publica/497.phtml.

Fuente: Alai-Amlatina

NO TENGA MIEDO CRITICAR A ISRAEL

Philosophicus, 30 - 07 - 2014

Por: Marcela Castro 

Hace aproximadamente 3 días la ahora ex-corresponsal de CNN internacional, Diana Magnay, que se encontraba en Israel en la zona de los ataques, escribió en Twitter “Israelis on hill above Sderot cheer as bombs land on #gaza; threaten to "destroy our car if I say a word wrong". Scum, (Israelíes en la colina sobre Sderot , animan cuando las bombas caen sobre Gaza ; amenazan con destruir nuestro auto si digo una palabra de esto. Escorias). Lo borró minutos después, pero fue suficiente para que la despidieran, pese a que lo que dijo es cierto, como constaron periodistas del diario danés Kristeligt Dagblad, Allan Sorensen y Nikolaj Krak, señalando que había gente con “popcorn” como si fuera un cine o la final del Mundial de Futbol, lo mismo que vió Andrew Burton . La cantante Rihanna puso un tuit pidiendo una Palestina Libre. Duró 8 minutos y luego tuvo que salir su representante hablando de que Rihanna no es pro-palestina sino pro-paz. Antes, había sido Eddie Vedder, vocalista de Pearl Jam, el que tuvo que salir al paso de la acusación de ser “antisemita” por decir en un concierto: “Juro por el puto Dios que hay gente allí fuera que busca una razón para matar, para cruzar fronteras y ocupar tierras que no son suyas. Deberían salir de allí y ocuparse de sus propios putos asuntos.” La lista de personas que han sido objeto de censura y de acusaciones de antisemitismo por parte de Israel y de personas ligadas a dicho Estado, cada vez que se critica a Israel, es enorme: periodistas, cantantes, premios Nobel de la Paz, historiadores, actores, representantes de la ONU… cualquiera que no este a favor de Israel es inmediatamente calificado como pro-terrorista, porque no hay medias tintas: o se está con Israel o con los terroristas de Hamas. Eso hace que muchas personas tengan miedo de criticar a Israel abiertamente. Estados se niegan a romper relaciones diplomáticas por temor a las represalias económicas de Israel y sus aliados, académicos y gente del espectáculo se niegan a dar abiertamente sus opiniones por temor a las represalias. Gente común se ha dado cuenta que en medios de prensa son censurados cuando no apoyan a Israel. Porque se ha instalado la absurda idea que cualquiera que critica a Israel, critica a todos los judíos, por ser Israel una entidad colectiva judía . Automáticamente cualquier crítico es per se un antisemita. Eso ha generado una idea muy tóxica con respecto a los judíos en general. Yakov Rabkin, catedrático de la Universidad de Montreal, señaló en el 2009 “¡Hannah Arendt tenía razón! Ella advirtió exactamente qué iba a pasar: es imposible que este Estado viva en paz. Y los judíos de todo el mundo pagamos las consecuencias”. Y es verdad. Muchas personas creen que todos los judíos, por ser judíos, están a favor de Israel y aprueban actos como los que estamos viendo estos días, y creen que todos celebran el genocidio que se está cometiendo con los palestinos. Muchas personas están volcando comentarios agresivos contra todos los judíos en periódicos, tuits y otros medios. Y están mal, porque muchos judíos, más de los que les gustaría a Israel, están no solo en contra de los actos que comete este Estado, están incluso contra la existencia de Israel, porque este Israel no es la Tierra Prometida, es un Estado sionista que está cometiendo actos criminales contra palestinos pero también contra judíos. Ser sionista no es lo mismo que ser judío. Así lo consideran los miembros del International Jewish Anti-Zionist Network que en una declaración del 18 de julio de 2014 señalan: El sionismo es racista. Demanda poder político, económico y legal para las personas y culturas judías y europeas por encima de los pueblos y las culturas autóctonas. El sionismo no solo es racista sino antisemita. Respalda la imaginería antisemita europea y sexista del ‘judío diaspórico’ afeminado y débil y contrapone a éste un ‘judío nuevo’ violento y militarizado, que es un perpetrador y no una víctima de la violencia radicalizada. Ser sionista no es lo mismo que ser judío ortodoxo. Un ejemplo es la Organización Naturei Karta, un grupo de judíos ortodoxo anti-sionistas, famoso porque a él pertenecía el rabino Moshé Hirsch, que fue ministro de Yasser Arafat. Este grupo considera ilegal la existencia de Israel, porque sólo el Mesías puede establecer el reino del “pueblo elegido”, sólo Él pondrá fin al “período de exilio” en el que deben vivir los judíos. Y el Mesías judío no ha llegado. Muchos israelíes consideran que esta operación contra los palestinos, llamada “Margen Protector” no se lleva a cabo para protegerlos ni beneficiarlos, sino para destruir a los palestinos, apoderarse de sus recursos (principalmente reservas de gas), pero también para ocultar la endémica corrupción de los políticos sionistas israelíes. Una prueba es el negocio del Holocausto que han hecho políticos israelíes desde hace décadas, mientras han dejado en el total abandono a las víctimas sobrevivientes. Hay 193.000 víctimas viviendo en Israel actualmente, de las cuales el 60% no tiene lo mínimo para sobrevivir y 50.000 directamente vive en la miseria, imposibilitados del todo para trabajar por tener más de 80 años, pese a que Alemania lleva indemnizando a las víctimas desde 1952 . Ex soldados israelíes, convertidos en refuseniks (término despectivo hebreo para referirse a aquellos que se oponen a algo, en este caso a seguir matando a los palestinos) fundaron Breaking the Silence para denunciar lo que ha hecho Israel en Palestina. Están los “shministim” u objetores de conciencia de Why were refuse , o sea jóvenes judíos que rechazan ser reclutados para el ejército, como lo fuera Jonathan Ben-Artzi, sobrino de Benjamin Netanyahu, quien en el año 2009, en una nueva ofensiva de Israel contra la Franja de Gaza, dijo “Hablo como un israelí que apela a los estadounidenses para decirles que no tienen que apoyar ciegamente a Israel. Las acciones de Israel no son todas santas (…) A veces es necesario que se dirijan con firmeza a Israel y nos digan, le digan a nuestro Gobierno, que ponga fin a sus acciones.” Para esas personas, lo que está haciendo Israel es criminal, porque Palestina ha sido invadida y cualquier pueblo cuyas tierras, calidad de vida y dignidad están siendo robadas por colonizadores tiene el derecho a resistir a esta violencia. Estos judíos no se consideran traidores ni menos antisemitas por criticar a Israel, sino que consideran su deber rechazar cualquier acto de dominación, explotación o violencia. Porque para estas personas, lo que está pasando en estos momentos no es autodefensa como argumenta Israel, es genocidio y limpieza étnica contra los palestinos. Israel considera que tiene carta blanca para actuar como lo hace, porque se ha puesto por sobre cualquier crítica. Puede masacrar, violar, desplazar, bombardear, etc., porque todos debemos creer que tiene razones que justifican que haga eso, por muy absurdas que sean. Pero cada vez son más las voces dentro del mismo Israel y fuera de él que dicen “Basta de mentiras”. Y no sirve censurar ni amenazar para callar esas voces, porque estamos llegando al punto que se está perdiendo el miedo porque seguir siendo testigos impasibles de lo que está pasando con los palestinos es insostenible. Como le ocurre al periodista israelí Noam Sheizaf, uno de los cada vez más críticos periodistas de lo que Netanyahu dice sobre Palestina, o a Stephen Hawking, Elvis Costello, Roger Waters, Annie Lennox, Mike Leigh, Ken Loach o Adrienne Rich, que han pedido que se haga un boicot contra los intereses económicos y culturales israelíes para poner un alto a las acciones de Israel. No tengamos miedo de criticar a Israel. Muchos judíos no lo tienen. 
 Marcela Castro es Doctora en Derecho Internacional y Relaciones Internacionales (U.Complutense de Madrid) , Licenciada en Humanidades con mención Historia (Universidad de Chile). 

Fuente: El Mostrador

GAZA

Philosophicus, 30 - 07- 2014

Opinión  

Por: Eduardo Galeano 

Para justificarse, el terrorismo de Estado fabrica terroristas: siembra odio y cosecha coartadas. Todo indica que esta carnicería de Gaza, que según sus autores quiere acabar con los terroristas, logrará multiplicarlos. Desde 1948, los palestinos viven condenados a humillación perpetua. No pueden ni respirar sin permiso. Han perdido su patria, sus tierras, su agua, su libertad, su todo. Ni siquiera tienen derecho a elegir sus gobernantes. Cuando votan a quien no deben votar, son castigados. Gaza está siendo castigada. Se convirtió en una ratonera sin salida, desde que Hamas ganó limpiamente las elecciones en el año 2006. Algo parecido había ocurrido en 1932, cuando el Partido Comunista triunfó en las elecciones de El Salvador. Bañados en sangre, los salvadoreños expiaron su mala conducta y desde entonces vivieron sometidos a dictaduras militares. La democracia es un lujo que no todos merecen. Son hijos de la impotencia los cohetes caseros que los militantes de Hamas, acorralados en Gaza, disparan con chambona puntería sobre las tierras que habían sido palestinas y que la ocupación israelí usurpó. Y la desesperación, a la orilla de la locura suicida, es la madre de las bravatas que niegan el derecho a la existencia de Israel, gritos sin ninguna eficacia, mientras la muy eficaz guerra de exterminio está negando, desde hace años, el derecho a la existencia de Palestina. Ya poca Palestina queda. Paso a paso, Israel la está borrando del mapa. Los colonos invaden, y tras ellos los soldados van corrigiendo la frontera. Las balas sacralizan el despojo, en legítima defensa. No hay guerra agresiva que no diga ser guerra defensiva. Hitler invadió Polonia para evitar que Polonia invadiera Alemania. Bush invadió Irak para evitar que Irak invadiera el mundo. En cada una de sus guerras defensivas, Israel se ha tragado otro pedazo de Palestina, y los almuerzos siguen. La devoración se justifica por los títulos de propiedad que la Biblia otorgó, por los dos mil años de persecución que el pueblo judío sufrió, y por el pánico que generan los palestinos al acecho. Israel es el país que jamás cumple las recomendaciones ni las resoluciones de las Naciones Unidas, el que nunca acata las sentencias de los tribunales internacionales, el que se burla de las leyes internacionales, y es también el único país que ha legalizado la tortura de prisioneros. ¿Quién le regaló el derecho de negar todos los derechos? ¿De dónde viene la impunidad con que Israel está ejecutando la matanza de Gaza? El gobierno español no hubiera podido bombardear impunemente al País Vasco para acabar con ETA, ni el gobierno británico hubiera podido arrasar Irlanda para liquidar a IRA. ¿Acaso la tragedia del Holocausto implica una póliza de eterna impunidad? ¿O esa luz verde proviene de la potencia mandamás que tiene en Israel al más incondicional de sus vasallos? El ejército israelí, el más moderno y sofisticado del mundo, sabe a quién mata. No mata por error. Mata por horror. Las víctimas civiles se llaman daños colaterales, según el diccionario de otras guerras imperiales. En Gaza, de cada diez daños colaterales, tres son niños. Y suman miles los mutilados, víctimas de la tecnología del descuartizamiento humano, que la industria militar está ensayando exitosamente en esta operación de limpieza étnica. Y como siempre, siempre lo mismo: en Gaza, cien a uno. Por cada cien palestinos muertos, un israelí. Gente peligrosa, advierte el otro bombardeo, a cargo de los medios masivos de manipulación, que nos invitan a creer que una vida israelí vale tanto como cien vidas palestinas. Y esos medios también nos invitan a creer que son humanitarias las doscientas bombas atómicas de Israel, y que una potencia nuclear llamada Irán fue la que aniquiló Hiroshima y Nagasaki. La llamada comunidad internacional, ¿existe? ¿Es algo más que un club de mercaderes, banqueros y guerreros? ¿Es algo más que el nombre artístico que los Estados Unidos se ponen cuando hacen teatro? Ante la tragedia de Gaza, la hipocresía mundial se luce una vez más. Como siempre, la indiferencia, los discursos vacíos, las declaraciones huecas, las declamaciones altisonantes, las posturas ambiguas, rinden tributo a la sagrada impunidad. Ante la tragedia de Gaza, los países árabes se lavan las manos. Como siempre. Y como siempre, los países europeos se frotan las manos. La vieja Europa, tan capaz de belleza y de perversidad, derrama alguna que otra lágrima mientras secretamente celebra esta jugada maestra. Porque la cacería de judíos fue siempre una costumbre europea, pero desde hace medio siglo esa deuda histórica está siendo cobrada a los palestinos, que también son semitas y que nunca fueron, ni son, antisemitas. Ellos están pagando, en sangre contante y sonante, una cuenta ajena. Eduardo Galeano es escritor y periodista uruguayo, autor de “Las venas abiertas de América Latina”. 

Fuente: Other News