Los medios de comunicación son el instrumento de la "idiotización" masiva. La palabra puede sonar muy fuerte, sin embargo si comenzamos a colocar una cantidad de temas de la conversación diaria (educación, consumismo, sexismo, alcoholismo, drogadicción) , dentro de un contexto más amplio, si tratamos de encontrar un hilo conductor a esa problemática, creo que concordaremos en que debe haber causas comunes a todos estos fenómenos. Debe quedar claro que no puede haber una causa única, pero tal vez sí un condicionamiento cultural muy bien aprovechado y utilizado. Las premoniciones que ya cité de
Huxley y la película son dos puntos de partida muy interesantes. Si llegamos a ese punto deberíamos preguntarnos ¿cuáles son? Pero antes debemos superar un prejuicio que podríamos enunciar así: "yo no creo en las teorías conspirativas" .
Durante las décadas de los sesenta y setenta, en los ambientes universitarios, sobre todo en el nivel de la militancia, pero no sólo allí, era habitual sostener conversaciones y debates sobre la existencia de los servicios de informaciones y de organizaciones que se movían por detrás del escenario de la política internacional. El enfrentamiento de las dos grandes potencias, que se habían dividido el mundo de posguerra, había abierto un campo de conflictos dentro del cual operaban los servicios de inteligencia. Esto no era una novedad, pero sus actividades se habían incrementado de modo exponencial. Parte de esa confrontación se libraba en los trabajos de historiadores académicos, políticos y militares de ambos bandos, que eran publicados como un instrumento ideológico que pintaba el panorama en blanco y negro. También entraban en esas disputas las historias de los organismos de inteligencia: los buenos del lado occidental y los malos del otro (este otro fue variando con el transcurrir del tiempo desde el comunismo internacional, pasando por el narcotráfico, hasta el terrorismo fundamentalista) . Fueron diferentes modos de ponerlos en evidencia frente al gran público.
La inteligencia americana, a través de Holywood, creó a los "superagentes" como hombres especiales, de capacidades operativas ilimitadas, que los elevó al plano de la fantasía. De esta operación de inteligencia se esperaba que quedaran cubiertos los verdaderos agentes del espionaje, como se decía en los cuarenta y cincuenta. Así también la literatura se vio invadida por una cantidad importante de autores que se dedicaron a este género. Los había de toda laya: desde los fantasiosos, los falsificadores de historias, hasta los serios y estudiosos, que investigaban en la búsqueda de material revelador de las operaciones de cada uno de los bandos del juego internacional.
No era sencillo saber cuánto de verdad contenían los libros de los supuestos "serios", en qué medida eran auténticos los documentos que citaban, o si los hechos que narraban había sucedido realmente. Debe entenderse que se trataba de operaciones clandestinas cubiertas bajo el sello de Top Secret. La legislación que protege este tipo de información tiene una cláusula de desclasificació n (clasificado se llama en la jerga lo que no debe ser de conocimiento público), cuyo vencimiento está claramente previsto. Esto permite, aunque no siempre, conocer los hechos años después al poder acceder a esa documentación.
También se hablaba de las organizaciones encubiertas tras las fundaciones de todo tipo cuya misión abarcaba un amplio espectro: desde la captación de intelectuales y la formación de profesionales hasta la guerra psicológica y la penetración ideológica. Todo ello apuntaba a la consolidación de un poder internacional que debería desembocar en un gobierno mundial, como pregonaba el Sr. David Rockefeller desde el
Club Bilderberg y la
Comisión Trilateral.
Para citar tan solo un ejemplo de cómo operan esos poderes, de cómo llegamos a saberlo por la desclasificació n de documentos, podemos leer lo que nos cuenta el conocido investigador y periodista Rogelio García Lupo, a partir de documentos desclasificados de la CIA (Central de Inteligencia Americana):
La
CIA efectivamente organizó en agosto de 1960 el asesinato del líder cubano
Fidel Castro, y el subdirector de la agencia, Richard Bissell, consultó al coronel Sheffield Edwards, jefe de la Oficina de Seguridad, sobre la forma de matarlo. Las mismas personas estaban organizando en esos días la invasión a Bahía Cochinos y un documento interno de la CIA identifica a Robert A. Maheu, ex agente del FBI, como el que debía seleccionar al asesino. Maheu recurrió a sus conocidos del crimen organizado y el 14 de setiembre de 1960 se reunió en el Plaza Hotel de Nueva York con Johnny Roselli, contacto confidencial de la mafia. Maheu prometió una recompensa de 150.000 dólares. Roselli les presentó a dos jefes mafiosos, Salvatore Giancana y Santo Trafficante, que operaban en Miami. La División de Servicios Técnicos de la CIA, dice el documento de la misma, "estudió y proporcionó píldoras de rápida solubilidad, elevado contenido letal y que dejaran pocos o ningún residuo que permitiera identificar el veneno utilizado". Pero las pastillas no llegaron a los labios de Castro y el proyecto mafioso fue abandonado en 1962. En 1964 la
CIA volvió a imaginar un crimen con cianuro, que debía ser depositado por un empleado de la cafetería del hotel Habana Libre en el batido de leche que el presidente cubano bebía con frecuencia. Esta vez, el fracaso se debió a que la cápsula envenenada proporcionada por la agencia se congeló en el refrigerador donde estaba escondida y el barman la rompió cuando intentaba volcarla en el batido.
No todos los libros que se podían leer contaban con documentos desclasificados, porque no siempre se cumple con la ley de desclasificació n. Pero, a pesar de no poder contar con criterios claros sobre qué se podía leer con provecho en aquellos tiempos, circulaban recomendaciones de que había que leer a tal o cual autor "serio" porque denunciaba a organismos u operaciones importantes. Para nombrar sólo algunos de los escritores recomendados, éstos podían ser: Joseph Conrad (1857-1924), Graham Greene (1931-1991),
John Le Carré, Frederick Forsyth, Charles McCarry, entre otros muchos más. No cabe duda de que los servicios de inteligencia han utilizado también este género para difundir noticias o información falsas, propaganda tendenciosa, historias distorsionadas. Es parte de la guerra psicológica, o de las operaciones de desinformació n (éste es un concepto de la inteligencia, que por lo general no aparece en los diccionarios, que hace referencia a un tipo de información que logra encubrir o engañar a quien la recibe).
Lo que pretendo trasmitir es que el tema de la actividad de estas organizaciones clandestinas, no escapaba al conocimiento y a la formación de un sector de jóvenes, y no tan sólo ellos, que utilizaban este tipo de información para una comprensión más acabada del juego de los poderes internacionales. En cambio hoy, después de la caída de la Unión Soviética, y demolido el
Muro de Berlín, pareciera que todo ello desapareció, si es que en realidad alguna vez existió. Esta actitud ingenua es el resultado de un prolijo manejo de la información pública, muy profesional, por el cual el público está convencido que si hay temas que no aparecen en los medios es porque no son temas de interés. Corroborando ese aserto de que lo que no está en los medios no existe. Ello puede llevar a un lector desprevenido a pensar que los temas que estoy analizando sólo han sido producto de la imaginación de los guionistas de Holywood. Hoy es habitual, como dije antes, oír afirmar a personas que quieren dejar sentada su condición de poseer una mente clara y abierta: "yo no creo en las teorías conspirativas" . Pareciera que creer en la existencia de conspiraciones es propio de mentes cerradas, dadas fácilmente a las historias de otros tiempos.
Si buscamos con intención crítica ciertos acontecimientos históricos descubriremos que no sucedieron como nos los contaron. Por ejemplo, y por ser notorio, el famoso y traicionero ataque a
Pearl Harbor realizado por los japoneses en la Segunda Guerra, que dio pie al ingreso de los EEUU en ella, estaba en conocimiento del Estado Mayor estadounidense y del presidente Franklin D. Roosvelt. Se puede leer en cualquier manual de historia:
A primera hora de la mañana del 7 de diciembre de 1941, submarinos japoneses y aviones procedentes de portaaviones atacaron a la flota estadounidense del Pacífico atracada en
Pearl Harbor … Ocho buques de guerra y más de diez embarcaciones fueron hundidos o sufrieron graves daños, casi 200 aviones fueron destruidos y murieron o resultaron heridos aproximadamente 3.000 hombres de la Marina y del Ejército… Poco después del ataque, el presidente estadounidense
Roosevelt designó una comisión investigadora para determinar si la negligencia había contribuido al éxito de los japoneses en el ataque a
Pearl Harbor. El informe de la comisión encontró a los comandantes de la Marina y del Ejército de la zona de Hawai, el almirante Husband E. Kimmel y el general Walter C. Short, culpables de "incumplimiento de obligaciones" y "error de juicio" los dos hombres fueron, en consecuencia, retirados de sus puestos. Sin embargo, posteriores investigaciones difirieron en sus conclusiones. El Congreso de los Estados Unidos, en un esfuerzo por aclarar el asunto, decidió llevar a cabo una investigación pública a gran escala después de la guerra, en noviembre de 1945, en la que los acusados fueron finalmente declarados culpables de error de juicio pero no de dejación de obligaciones.
Sin embargo, hoy historiadores como el prestigioso profesor de la Universidad de Yale, Paul Kennedy, ha sostenido que todo fue una orquestación del Alto Mando bajo la supervisión del gobierno, con conocimiento de los servicios de inteligencia. Era una oportunidad brillante para posibilitar el ingreso en la guerra. Eso podía resolver la profunda recesión en que estaba sumergido el país, después de la crisis de 1929. Dice el profesor:
Sí, a primera vista, se quiere un caso de éxito seguro para enjuiciar una evidente serie de equivocaciones del servicio de inteligencia, el fracaso para anticipar el ataque a Pearl Harbor se lleva el premio. Para eso sólo se necesita media docena de datos reveladores. Meses antes de diciembre de 1941 el embajador japonés entregó un largo mensaje en Washington, que probablemente afirmaba que las negociaciones diplomáticas estaban finalizando. La propia Marina de EE UU había llevado a cabo sorpresivos ataques aéreos contra Pearl Harbor a finales de los años treinta, lo cual hizo que Tokio pidiera informes detallados a todos sus agregados navales sobre esta operación… Los historiadores de ese entonces y de ahora que han revisado el caso están de acuerdo y algunos han llegado a afirmar que Roosevelt y Churchill sabían del inminente ataque, pero dejaron que sucediera para que Estados Unidos entrara en la Segunda Guerra Mundial.
Desde septiembre de 1941 se habían recibido mensajes de agentes del servicio secreto, cónsules, periodistas, aliados, hombres de negocios, capitanes de barcos mercantes, y de lugares como Vladivostock y Valparaíso. Algunas evaluaciones estratégicas afirmaron que Japón atacaría… Muchos funcionarios del servicio secreto se vieron obligados a esperar un mensaje japonés llamado Lluvia y viento oriental, que aparentemente era la señal de una inminente movilización y que desafortunadamente nunca fue detectado. Sin embargo, los demócratas de hoy que están molestos por el tema de la seguridad y las equivocaciones del servicio secreto, podrían tener presente la historia de Pearl Harbor. Por tanto, hay más que aprender sobre ese histórico evento que la simple historia de un terrible ataque sorpresivo hacia personas que viven en paz.
Un agente retirado de la inteligencia francesa, Alejandro de Cheguén, entrevistó en el 2002 a un viejo colega, Constantin Melnik, que había ejercido alto cargo en la época en que Francia combatía en Argelia por la retención de su colonia. Le confiesa Melnik que París ordenaba el asesinato de sus opositores extranjeros: "no puede guardarlo más en su conciencia y tiene esa imperiosa necesidad de contarlo todo para calmarse. Era un agente de los servicios secretos franceses en la época del primer ministro Michel Debré. Melnik toca una página tabú de la historia de su país, manchada de sangre y nunca reconocida oficialmente por Francia. Confiesa que entre 1959 y 1962, en plena Guerra de Argelia, el gobierno francés formó un comando compuesto de mil paracaidistas altamente entrenados, una increíble máquina de matar, la cual eliminó cientos de jefes independentistas, abogados y traficantes de armas".
Según afirma Melnik: "La modalidad utilizada eran las misiones secretas, donde se empleaban frecuentemente los coches bomba, el asesinato efectuado por agentes, que armados de pistolas y ametralladoras cumplían las órdenes. Incluso el hundimiento de barcos transportando armas para los independentistas argelinos. Estas operaciones de comando se contaban por cientos. Para engañar a la opinión pública mundial y mostrar que Francia era inocente y no tenía nada que ver con tales crímenes, los servicios secretos franceses los hacían revindicar por misteriosas organizaciones terroristas, y engañar de esta manera a su opinión pública y a la internacional" .
Se puede agregar a esta lista de historias ocultas, que sería interminable de contar, las andanzas del general Douglas MacArthur, el que pronunció la célebre frase al retirarse derrotado de Corea: "Volveremos" . Una investigación histórica del periodista francés Denis Boneau, publicada en 2005, revela algunos hechos de la Segunda Guerra que se produjeron en Japón, que arrojan luz sobre una historia oculta: "A partir de los años 30, mientras que el ejército imperial japonés saqueaba el sudeste asiático, el emperador Hirohito lanzó la "Operación Lis de Oro" cuyo objetivo era recuperar y esconder su botín de guerra. Al final de la Segunda Guerra Mundial, los servicios de inteligencia del general MacArthur (EEUU) se apoderan del tesoro y crean diversos fondos destinados a financiar la lucha contra el comunismo. "El oro de Yamashita", considerado durante mucho tiempo una simple leyenda, permite entender cómo logró el Partido Demócrata Liberal japonés, a pesar de la tremenda corrupción de sus elites, la financiación necesaria para conservar durante medio siglo el control exclusivo de la "democracia" nipona".
Después de la capitulación de Japón, el 14 de agosto de 1945, los principales jefes ultranacionalistas responsables de la militarizació n del país son arrestados por las autoridades militares estadounidenses. "La purga dura poco pues, en el contexto de la guerra fría, los ocupantes tienen la intención de hacer de sus antiguos enemigos los actores de la reconstrucció n del país. Los criminales de guerra se fueron convirtiendo en los principales artífices de la "democracia" nipona. La trayectoria política de Yoshio Kodama, del ultranacionalismo a la CIA, revela las estrategias de los servicios secretos estadounidenses que actuaron en Japón mediante los jefes de bandas yakusas". MacArthur, nombrado comandante supremo de las fuerzas aliadas (SCAP), "planea, conforme a las directivas del presidente Truman, hacer de Japón un bastión del intervencionismo estadounidense en el sudeste asiático. En un primer tiempo, el general realiza una campaña de limpieza política de la que son víctimas los miembros de ciertas sociedades ultranacionalistas, como la Sociedad del Dragón Negro o la Sociedad de la Virtud Militar (Butokukai), considerados responsables de la militarizació n de Japón. Pero, a partir de 1947, cuando se establece la teoría estratégica de la "contención", abandona ese proyecto y trata de convertir a sus enemigos, y sus fortunas, en los pilares de la reconstrucció n de Japón".
Como parto de suponer una gran duda como consecuencia de este tipo de lectura, tal vez sea necesario, para la conciencia del hombre de nuestra época, plantearle una parábola teológica como un modo de hacerle más accesible la credibilidad de las historias que aparecerán en notas siguientes. Se podría enunciar así: Dios existe sólo para aquellos que creen en su existencia y no existe para los que no creen. Sólo pueden percibir su existencia los que se preparan para su búsqueda, y este camino les abre la posibilidad del encuentro. Para los que no creen, y se encierran en la certeza de su inexistencia, no hay posibilidades de que se produzca ese encuentro, porque aun si éste ocurriera sería atribuido a un fenómeno que se ha dado por cualquier otra causa. Podríamos agregar, sin embargo, se podría abrir la mente bajo la sospecha de que pudiera existir, y probablemente esta sospecha abra un intersticio en la conciencia, a partir del cual el encuentro se puede tornar posible. Otro tanto se podría decir respecto del conocimiento de la existencia de organizaciones secretas y de las operaciones, de todo tipo, que éstas han llevado a cabo a lo largo de la historia y que continúan hoy. Abrir la mente a la posibilidad de saber y comprender este fenómeno exige una predisposició n intelectual y una curiosidad para ver detrás del gran telón del mundo internacional, la parte oculta por la información pública.
En notas siguientes voy a acometer el intento de sintetizar una enorme cantidad de historias, cargadas de datos, nombres, instituciones, periféricas o subterráneas, personajes, algunos tenebrosos otros inmaculados, que se han movido y siguen haciéndolo en el escenario internacional. La narración es, en más de un pasaje, tediosa, aburrida, no fácil de comprender, a veces difícil de creer. Por tal razón mi intención es abreviarla en la medida de lo posible. Pero debo advertir que aun así va a requerir del lector una buena dosis de paciencia y tolerancia. Sin embargo, creo que el resultado final va a ser esclarecedor y nos hará perder una parte de la poca inocencia que nos va quedando. Por razones de extensión me voy a centrar en casos referidos a organizaciones y operaciones de la inteligencia estadounidense. Esto no debe interpretarse como una intención sesgada de colocarlos en el peor lugar. La Unión Soviética, Alemania, Francia, Italia, Gran Bretaña, China, Japón, etc., no le van a la saga. Pero esta tarea se haría interminable.
Me voy a valer de síntesis y citas de investigadores reconocidos que han aportado mucha información creíble. Esta información puede dejar cierto margen de dudas respecto de la fidelidad con que son abordados los hechos. Si la objetividad en la información está siempre teñida con la mirada de quien escribe, mucho más lo está en temas como el presente. Aún así, creo que es fundamental para un intento de pensamiento crítico entrar en contacto con estas informaciones y estas historias. Sobre todo en un mundo que a partir de la década de los ochenta, en los que el neoconservadurismo se entroniza como factor dominante en el centro del escenario internacional, logra que todo este tipo de información pase a un segundo plano hasta desaparecer detrás de las bambalinas. Este es un mundo en el que la información pasa por unas pocas manos que dominan los medios de comunicación masiva. Esas pocas manos son las mismas que manejan una parte muy importante de la economía de este mundo. Son parte de ese poder que intentaremos descubrir.
Al terminar la Segunda Guerra Mundial, tras los acuerdos entre los países aliados triunfadores en la contienda, comenzó un largo período que se lo conoció como el de la Guerra Fría. El final de esta terrible tragedia no era tal para muchos sectores importantes del poder mundial. La existencia de la Unión Soviética, en parte fortalecida por el triunfo, seguía constituyéndose en un problema difícil de aceptar para el mundo occidental. Algunas desinteligencias dentro del Estado Mayor de los aliados con algunos generales estadounidenses que querían continuar la guerra, pero entonces contra el peligro comunista, como lo denominaban, fue el emergente de cómo se estaban planteando las cosas. El manejo exclusivo de la energía nuclear para fines bélicos en manos del país del norte los posicionaba en una ventaja indiscutible. Pocos años después, cuando los soviéticos mostraron que habían llegado a manejar esa tecnología, se tomó conciencia de que una tercera guerra ponía en peligro la vida sobre el planeta. La década de los cincuenta es el comienzo entonces de un período largo de paz relativa, con enfrentamientos en territorios de lo que se conoció como el Tercer mundo, el de los países pobres.
Esta relación de fuerzas militares, entendidas como una paridad, llevó a pensar el escenario político internacional como dividido en dos territorios: el área de influencia de los EEUU y el área de influencia del bloque soviético. Dentro de esas dos áreas no habría posibilidad ciertas de ataques militares, pero quedaba un enorme territorio en el cual se fueron dirimiendo las diferencias a través de terceros países. Así se puede entender Corea, Vietnam, como el Caribe y América del Sur. Como casos claros que se extendieron en el tiempo se pueden señalar, entre muchos otros, la guerra de Corea y la guerra de Vietnam, en las que las grandes potencias estuvieron involucradas. El caso cubano representó una excepción que obligó a un acuerdo específico. Esto permite comprender cómo funcionaban los acuerdos de paz. El profesor e investigador Juan Carlos Bergonzi de la Universidad Nacional del Comahue, expone una síntesis sobre este periodo:
A principios de la década de 1960 comienza a insinuarse una nueva fase en la situación política internacional. Se registra por entonces un doble movimiento interrelacionado: se observan los primeros intentos de coexistencia pacífica entre las grandes potencias y los bloques de Estados. A su vez, y no obstante el desarrollo de conflictos acotados, se está llegando al final de un periodo conflictivo en el marco de la denominada Guerra Fría. Este cambio en el escenario internacional no se abre paso con facilidad: existe desconfianza y el temor al recrudecimiento de los antagonismos, intentos de acuerdos y marcha atrás en logros alcanzados. Pero los nuevos tiempos se muestran a favor de la coexistencia y la distensión: la conferencia en la Cumbre de París de 1960, la entrevista en Viena entre John Kennedy y Nikita Kruschev en 1961 y la firma del Tratado de Moscú en 1963 sobre pruebas nucleares constituyen signos de descompresión en las relaciones del mundo surgido luego de la conclusión de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Se procura que las nuevas discrepancias queden acotadas, y sobre ellas se imponen acuerdos para evitar su propagación o extensión. El caso más evidente fue la crisis de Cuba de 1962 y su resolución pacífica. El conflicto del Congo en 1961-1963, Oriente Medio y la guerra de Indochina quedaron en el marco de la regulación acordada para no generalizarlos. A partir de 1963 se fueron dando nuevas condiciones mundiales que dieron el soporte a una nueva situación internacional en la que predominará la coexistencia pacífica y la distensión entre las potencias y bloques de Estados.
"Si la historia la escriben los que ganan…", como reza la canción, "entonces debe haber otra historia…"y siempre la hay. Sin embargo, en la mayor parte de los casos se cuenta con una "historia oficial" que es la que se lee en las academias, en las universidades, y se repite sumisamente. Para comprender como se cuentan las historias oficiales leamos como las ve el profesor Samuel P. Huntington, un neoconservador que se siente avalado por detentar una cátedra en, nada menos, que la universidad de Harvard. Con este profesor nos volveremos a encontrar cuando veamos el funcionamiento de las grandes Fundaciones que operan como mascarón de los poderes internacionales. La etapa que hemos recorrido anteriormente encuentra un respiro en la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación de Helsinki, de 1975, que intenta enfriar el contexto internacional. A esta etapa el profesor la llama el inicio de una tercera ola democrática, también veremos a qué le llama democracia.
Sin embargo no fue más que una ilusión ya que poco tiempo después, con el acceso al poder del eje Ronald Reagan (1911-1989), en los EEUU y Margaret Thatcher en Gran Bretaña, se consolidará un proceso que se venía gestando desde largo tiempo atrás. La etapa posterior a la segunda posguerra, había abierto la posibilidad de la descolonizació n de los territorios sometidos a las potencias centrales, aprovechando el agotamiento producido por la contienda. Esta situación permitió a las potencias intervenir política y/o militarmente para condicionar el desarrollo de lo que se llamaba la liberación. La década de los setenta encontró a esas potencias recuperadas y dispuestas a afianzar si poder. En el caso de los EEUU las heridas de la derrota de Vietnam requerían ser cicatrizadas. El Partido Republicano no estaba conforme con la conducción demócrata del presidente Carter, la veía como muy condescendiente con los soviéticos y demasiado débil. Se venían preparando para una ofensiva que culminaría con la llegada a la presidencia de Ronald Reagan. Estamos frente al comienzo de la revolución conservadora, a partir de la cual las tensiones irán en aumento. El profesor Huntington describe la etapa con estas palabras:
El Acta Final, firmada por los jefes de gobierno de 35 países europeos y norteamericano en agosto de 1975, enfatizó "como uno de los diez principios el respeto a los derechos humanos y las libertades básicas, incluyendo la libertad de pensamiento de religión o creencia". El apartado III del acuerdo elaboraba las responsabilidades de los gobiernos en el sostén del libre flujo de la información, los derechos de las minorías, la libertad de viajar y de reunión de las familias. El Acta final fue cuestionada por la poca credibilidad en el cumplimiento por parte de los países de la órbita de la Unión Soviética de sus promesas de respetar el campo de los derechos humanos y como "legitimadora de las fronteras fijadas por la Unión Soviética en Europa Orienta".
Todas las culpas y dudas sobre el respeto por lo firmado caen en el campo del mundo comunista. Comenzar a tirar de la cuerda era parte de la recomposición del nuevo escenario. La implosión de la Unión Soviética, a fines de los ochenta, va a configurar un nuevo escenario internacional que consolida el poder conservador. Si bien ciertos datos podían hacer pensar que el mundo comunista estaba entrando en un periodo de fuertes dificultades internas, no era previsible el final que tuvo. La consolidación del occidente capitalista en las décadas de los ochenta y noventa mostró un mundo de poder unipolar y la utilización del poder militar como instrumento de dominación desembozado.
Comencemos a introducirnos en el seno de las organizaciones que eran parte de esa Guerra fría, aunque atenuada pero no desaparecida, hoy siguen mostrando como funcionaba este poder.
El
Club Bilderberg.- Una de las últimas ediciones de la cumbre de Bilderberg se celebró entre el 15 y el 18 de septiembre de 2003 en el Hotel Trianon Park de Versalles. La prensa convencional mundial apenas si ha publicado unas líneas sobre el encuentro, a pesar de que la combinación de invitados es más que llamativa y podría ser noticia de primera plana. Cabía preguntarse: ¿qué hacían bajo el mismo techo los directivos de France Telecom, la Coca-Cola, The Wall Street Journal, el consejero de Relaciones Públicas de Tony Blair, la Banca Morgan, el gobernador del Banco de Francia y el primer ministro de Dinamarca? Un selecto club que estaba próximo a celebrar su 50 aniversario.
Entre los políticos que se presentaron en Versalles también se hallaban relevantes miembros de la Administració n Bush como Richard Perle y Paul Wolfowitz; el ex presidente francés Valery Giscard D'Estaing (artífice del proyecto de Constitución Europea), Anna Lindh (la ministra de Asuntos Exteriores sueca asesinada el pasado septiembre de 2005), Klaus Schwab (presidente del Foro de Davos) y José M. Durao (primer ministro portugués). Otras multinacionales y empresas congregadas en Bilderberg en esa cumbre fueron la Danone, la Danish Oil and Gas Corporation y la Heineken N.V. Entre los representantes de los medios de comunicación, estaban Juan Luis Cebrián (Prisa) y periodistas de Die Zeit, La Republica, Le Figaro y The New York Times.
La periodista Magda Bandera, en febrero de 2004 publica, sorprendentemente en la revista Playboy, una nota que comienza así:
Cada mes de mayo una caravana de limusinas negras se dirige hasta el hotel escogido por la organización. En su interior, un centenar de banqueros, jefes de gobierno, economistas, presidentes de multinacionales, académicos y responsables de los medios de comunicación. Todos ellos se encierran durante un intenso fin de semana pocos días antes de la reunión del G8. El sistema de seguridad para proteger a este grupo es tan elitista como sus miembros. Entre ellos, varios agentes de la CIA. La prensa está prohibida. Nadie informa sobre lo que allí se debate, no hay fotos oficiales. Las reuniones anuales de esta selecta asociación, conocida como
Club Bilderberg, se celebran desde 1954 en "una atmósfera de estricto secretismo". Así las define la mismísima Enciclopedia Británica. Ellos se defienden de las acusaciones de "oscurantismo" alegando que no son "un club secreto, sino privado".
La pregunta siguiente sería, entonces: ¿qué es ese club? Veamos. El príncipe Bernardo de Holanda fue el primero en imaginar "una entidad destinada a fortalecer la unidad atlántica, para frenar el expansionismo soviético y a fomentar la cooperación y el desarrollo económico de los países del área occidental". Para constituirla, el padre de la actual reina de Holanda contó con el apoyo de la Banca Rothschild, de Rockefeller y de Henry Kissinger, quienes desde el principio forman parte del núcleo fuerte del grupo, al que algunos han bautizado como "los sumos sacerdotes del capitalismo" . Según los expertos en Bilderberg, el Club funciona como un sistema de círculos concéntricos.
Institucionalmente, esta asociación cuenta con un comité directivo -el Steering Comitte- compuesto por unas cuarenta personas. Éstas escogen a los invitados de la edición del año en curso según la agenda temática prevista. La norma más o menos establecida es que cada uno de los miembros del comité directivo invite a otras dos personas. En total, unas ciento cincuenta personas como máximo. Los miembros del Steering Comitte debaten sobre los asuntos más discretos. Después, el centenar largo de asistentes celebra otras reuniones de carácter más general. En ninguno de los casos, las conclusiones se harán públicas, aunque en los últimos años se emiten unas notas de prensa finales en las que se enuncian los temas tratados durante el intenso fin de semana.
La revista The Economist escribió hace unos años que "cuando alguien hace escala en Bilderberg, ya llegó". La frase tiene sentido si se tiene en cuenta que Bill Clinton y Tony Blair asistieron a las cumbres poco antes de convertirse en los gobernantes de sus respectivos países. También han tenido mucha repercusión las gestiones de Kissinger y Agnelli para convencer a Berlusconi de la importancia de que el bilderberger Renato Ruggiero fuese nombrado ministro de Exteriores. El último secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, también ha asistido a las reuniones del Club. En una entrevista que la investigadora Magda Bandera mantuvo con Arcadi Oliveres, doctor en Ciencias Económicas por la Universidad Autónoma de Barcelona, Vicepresidente de Justícia i Pau, le preguntó:
- ¿Cómo fue el primer encuentro de Bilderberg?
- Se celebró en su clásico ambiente secretista en el Hotel Bilderberg, en la ciudad holandesa de Oosterbeek. Este lugar es propiedad del príncipe Bernardo de Holanda, el padre de la actual reina Beatriz. A pesar de su posición, el príncipe estuvo a punto de ir a la cárcel por el caso Lockheed. Fue acusado de tráfico clandestino de armamento. Cobraba comisiones por vender armas de una multinacional norteamericana.
- ¿Además de las cuotas de sus miembros, cómo se financian los encuentros?
- Bilderberg tiene mecenas y entre ellos se destaca la familia Wallenberg, la principal fortuna de Suecia, gracias a ser accionista mayoritaria de las empresas Electrolux, Ericsson y ABB. Uno de los datos más llamativos de todo este entramado es que una de las hijas de Wallenberg está casada con Kofi Annan. El ex-secretario general de Naciones Unidas lo fue antes de Bilderberg. Significa, como mínimo, que cuenta con la aprobación de una importante parte del establishment norteamericano. Kofi Annan fue nombrado directamente por Bill Clinton, quien también ha participado en las reuniones de Bilderberg y la Comisión Trilateral. Los medios de comunicación de masas no suelen informar sobre estos asuntos. Hay demasiados intereses económicos en los grandes grupos de comunicación. Como ejemplo, basta analizar qué pasa en Le Figaro, el diario más vendido de Francia. Cuando murió el último propietario, sus ocho hijos decidieron vender el 80% de las acciones. Un 40% fue adquirido por Serge d'Assault, el primer fabricante de aviones de combate de Francia, quien tiene prohibida la entrada a Bélgica por negocios ilegales. El otro 40% ha sido adquirido por el grupo Carlyle, cuyo principal accionista es George Bush padre. ¿Qué estará dispuesto a escribir Le Figaro con estos dos señores detrás?
Entre los miembros actuales de este selecto club se encuentran Bill Clinton, Paul Wolfowitz, Henry Kissinger, David Rockefeller, Angela Merkel, Jacques Chirac, Donald Rumsfeld, Toni Blair y George Soros, además de muchos otros jefes de gobierno, empresarios, políticos, banqueros y periodistas de países de todo el mundo. Españoles de primer nivel también forman parte de este selecto club. Entre ellos se encuentran Rodrigo Rato, Matías Rodríguez Inciarte, Juan Luis Cebrián, Joaquín Almunia, Pedro Solbes, Loyola de Palacios, José Borrell, Jaime Carvajal de Urquijo y Javier Solana. Daniel Estulin, periodista de investigación, ha escrito un libro, La Verdadera Historia del Club Bilderberg, en él sostiene:
El
Club Bilderberg no es una sociedad secreta. No se trata tampoco de una nueva teoría conspiradora sobre el dominio del mundo. El
Club Bilderberg es totalmente real y tangible. Existe como institución oficial y se han publicado algunos artículos sobre él. La prestigiosa BBC británica, por ejemplo, le dedicó su atención el 27 de septiembre de 2005. Sin embargo, en más de cincuenta años de reuniones en las que se ha producido una concentración inusitada de poder y dinero en el mismo momento y en un solo lugar, nunca se ha filtrado ninguna información de lo que se debatía en el Club Bilderberg. Jamás se ha dejado entrar a la prensa a las deliberaciones, ni se ha emitido ningún comunicado sobre las conclusiones a las que habían llegado los asistentes, ni tampoco se ha hecho pública ningún acta con el orden del día. Directivos del propio Club Bilderberg han afirmado que esa discreción es necesaria para que los participantes en los debates puedan hablar con libertad, sin ver al día siguiente sus declaraciones reflejadas en los periódicos.
Sin duda, esa discreción permite al Club Bilderberg deliberar con más libertad. Pero eso no responde a la pregunta fundamental: ¿Sobre qué hablan los más poderosos del mundo en esas reuniones? Los Secretos del Club Bilderberg se adentran en las reuniones secretas y explica por qué un grupo formado por políticos, empresarios, banqueros e individuos poderosos formaron la sociedad secreta con más poder en el mundo. El 11 de septiembre de 2001, el Club Bilderberg inició una guerra que "no tendrá fin mientras vivamos". Esa guerra no se libra en aras de la justicia. Su único fin es el petróleo.