BREVE REFLEXION DE UN PERUANO ACERCA DE LA GESTION DEL PRESIDENTE DE BOLIVIA.
LUIS IGNACIO AQUIJE HERNANDEZ
periodistaperuano@hotmail.com
Ignacio Coló.
La Nación.
Desde hace semanas, casi meses, en Bolivia no se habla de otra cosa que del referéndum autonómico en Santa Cruz de la Sierra y de la incapacidad del Gobierno por detenerlo.
El presidente Evo Morales había pasado a un segundo plano: solo se veían sus intentos fallidos de frenar la consulta popular, y la pérdida de poder que cada fracaso implicaba. Era hora, interpretó Morales, de recuperar la iniciativa política, y por eso, ¿qué mejor que un anuncio de nacionalizaciones hecho con toda la pompa en el Día del Trabajo?
La nacionalización de las compañías petroleras Chaco (BP), Transredes (anglo-holandés Ashmore) y CLHB, de capitales alemanes y peruanos y la compra de acciones de Andina, filial de Repsol-YPF, y de Entel, telefónica propiedad de la italiana Telecom, ratifica el rumbo estatista elegido por el Gobierno y se convierte en un nuevo desafío a la oposición encolumnada detrás de Santa Cruz, cuando mañana se realizará la decisiva consulta popular.
“El efecto político de esta nacionalización es muy fuerte. Aunque era esperada la medida, el contexto no es inocente”, explicó el economista de la Universidad Católica Boliviana Gonzalo Chávez. “El referéndum es un hecho político significativo: es tomarle poder al Gobierno nacional y decirle ‘en esta región mandamos nosotros’. Este hecho ha desgastado mucho al Gobierno en los últimos meses. Luego vendrán más referendos. Y más pérdida de poder para Evo”.
El contexto en que se produjo el anuncio es sumamente importante para comprender todos sus alcances, porque, en definitiva, ya se sabía que esto iba a suceder.
La verdadera sorpresa fue hace exactamente dos años, el 1 de mayo del 2006, cuando Morales anunció la nacionalización de los hidrocarburos bolivianos. Lo de ahora no fue más que una esperable consecuencia de eso. Pero el Gobierno estaba buscando otra cosa: volver al centro del escenario y reafirmar su poder. “Fue acelerar un proceso de nacionalización que estaba en curso desde hace dos años”, estimó el analista político Cayetano Llobet.
Morales decidió anunciarlo un 1 de mayo, fecha cargada de un fuerte simbolismo en Bolivia, especialmente en la base electoral del oficialismo. “Evo quiso decir: ‘Yo sigo mi línea, sigo firme en mi postura’. Es una ratificación”, añadió Llobet. Y esto se debe a que, últimamente, el Gobierno venía dando señales de debilidad. Basta con recordar que en noviembre, las fuerzas de seguridad tuvieron que abandonar la ciudad de Sucre en medio de violentos incidentes por “falta de garantías”, para comprender cómo el Estado está perdiendo fuerza territorial.
A dos años del anuncio de la nacionalización de hidrocarburos, Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), la empresa pública dedicada a la exploración, explotación, destilación y venta de hidrocarburos y sus productos derivados, ha dado varios signos de ineficiencia. “Vuelven a reproducirse los vicios del pasado: falta de transparencia, falta de capital humano. Ya cambió cinco veces de presidente”, dijo Chávez.
En el sector petrolero, la inversión extranjera directa neta cayó a USD 204 millones el año pasado, contra más de USD 400 millones antes de la nacionalización. Cinco años atrás se exploraban 60 pozos por año contra dos hoy.