Por: Juan Francisco Coloane ç
(especial para ARGENPRESS.info)
El pronunciamiento de la OTAN y Naciones Unidas sobre Corea del Norte
amenazando con nuevas sanciones por detonar un artefacto nuclear el
pasado Martes 12 de Febrero, representa una exacerbación más de la
política unilateral de las actuales potencias nucleares. También revela
la marcada asimetría de poderío nuclear en pos de la supremacía global
de las potencias tradicionales y la insoportable levedad del liderazgo
global existente para encausar equilibrios y un desarme nuclear
efectivo.
La comunidad internacional aún no ha podido identificar un sistema de
equilibrios donde se hace cada vez más evidente la ausencia de voluntad
política para el desarme nuclear y detener la carrera armamentista. Ni
Corea del Norte ni Irán con sus regímenes y ambiciones nucleares
constituyen el problema esencial. El desarme universal se bloquea porque
Estados Unidos, Francia, el Reino Unido y Rusia (antes Unión
Soviética), no han sido capaces de liderar un proceso hacia los
equilibrios de poder y crear un nuevo orden mundial orientado a la paz
como establece la Carta de Naciones Unidas.
Al asumir un rol de gran liderazgo orientado casi exclusivamente en
contener la insurrección marxista al capitalismo, a pesar de lo remoto
de esta posibilidad por el momento, Estados Unidos ha sido el principal
responsable (con sus aliados occidentales y Japón), de las dificultades
para formar un nuevo orden mundial. El principal propósito de Estados
Unidos continúa siendo la supremacía global sustentándola a través de la
Alianza Transatlántica.
Desnuclearización y equilibrios de poder no se cruzan, como que
pertenecieran a dos esferas separadas. La reducción de las diferencias
de poder bélico entre las naciones y con el desarme como objetivo es
marginal en la agenda. La debilidad de un debate que no considera
nivelar el poder bélico hacia el desarme definitivo, sirve de
sustentación para que cualquier nación – no solo Corea del Norte o Irán-
aspire a las armas nucleares, aunque sean para fines disuasivos y de
paz.
Si “a tiro de cañón” existe el poderío nuclear para destruir Corea del
Norte o Irán, ¿Cuál es el argumento para que Corea del Norte o Irán no
aspiren a poseer la capacidad bélica nuclear para disuadir frente a la
amenaza de un ataque nuclear? Pakistán lo sintió así con India y ésta
con China y lo debe sentir igualmente Corea del Norte con Estados
Unidos, India y hasta la misma China. Irán claramente siente la amenaza
nuclear respecto a Israel.
Uno de los grandes déficits de conducción en el multilateralismo
consiste en dejar el debate de estas trascendentales materias para la
paz mundial, al grupo selecto de cinco potencias nucleares que forman
precisamente el mismo elenco que lidera el Consejo de Seguridad con su
veto permanente. Los países que menos han contribuido a la paz mundial
después de la Segunda Guerra Mundial y después del desplome soviético,
con la salvedad de China, han sido las potencias nucleares principales.
Paradójicamente, Estados Unidos, Rusia y China desde hace varias décadas
han contribuido a que Corea del Norte adquiera capacidad, aunque
rústica, para desarrollar poder bélico nuclear. Durante las
administraciones de George Bush Sr. y Bill Clinton, se llevaron a cabo
concesiones económicas y tecnológicas, hacia Corea del Norte, impulsadas
por el reacercamiento de posiciones para resolver la tensión entre las
dos Coreas.
La actual urgencia para desnuclearizar ciertas naciones surge del
rechazo especialmente de Estados Unidos y Europa Occidental a regímenes
catalogados de extremistas. ¿Quién determina que en el resto de los
regímenes poseedores de capacidad bélica nuclear existan menos
posibilidades de inestabilidad o extremismo?
El objetivo no ha consistido en reforzar algún plan de desarme nuclear
efectivo, sino combatir un tipo de nación bajo determinado régimen
político que desarrolla la capacidad bélica nuclear. Si es Corea del
Norte o Irán, se está frente a una crisis mayor. Si es Arabia Saudita,
Sudáfrica, Brasil, es una materia de análisis y no se habla de crisis.
El que naciones con regímenes inestables o que están sometidos a una
tensión permanente posean la capacidad para detonar una bomba atómica,
como es el ejemplo de Israel y Pakistán, es una noción que no entra en
la zona de la alerta máxima.
No se constata un énfasis en debatir la nivelación del poder bélico con
el desarme como objetivo, que para algunas naciones sería como renunciar
a los principios de hegemonía. En este sentido cuando la comunidad
internacional apoya las sanciones contra Corea del Norte e Irán, en el
fondo es apoyar a Estados Unidos y su aspiración de supremacía global.
Respecto a la reciente detonación nuclear de Corea del Norte, la
correlación de fuerzas en el Consejo de Seguridad de la ONU ha
demostrado que el rápido regreso al pasado, cuando estalla la guerra de
las dos Coreas en 1950, no parece remoto. La última reunión entre el
presidente Barack Obama y el primer Ministro japonés Shinzó Abe así lo
sugiere cuando reafirman una alianza claramente orientada a contener a
China y alentar tensiones en la península Coreana.
El primer Ministro Abe es un connotado NEOCON a la japonesa, que invoca
el poder imperial japonés y es partidario de las posturas más
recalcitrantes contra Corea del Norte para disuadir su avance en el
desarrollo nuclear. Si Abe tuviera autonomía para decidir, un ataque a
Pyongyang con cambio de régimen sería la solución inmediata. Japón en
Naciones Unidas ha sido partidario de la intervención militar en Siria y
participó con fuerza militar en la ocupación de Irak por cuatro años,
(2004-2008).
Es poco realista suponer que Estados Unidos altere
su perspectiva en función de reducir las diferencias de poder bélico.
Esta no ha sido su aspiración, y no lo será al menos renuncie a la
supremacía global. Otras potencias de Europa Occidental, así como Rusia,
China e India tampoco son proclives a renunciar a la cultura de
supremacía en su propia dimensión. Mientras tanto, desarme nuclear y los
equilibrios de poder continuarán siendo utopías del romanticismo
político.