Por: Vladdo
Sin duda muerte del jefe máximo de las Farc, Guillermo León Sáenz, más
conocido como ‘Alfonso Cano’, a manos del Ejército tiene muchas
implicaciones. Su doctrina de guerra y sus órdenes de acción le hicieron
un daño infinito a Colombia, que además de soportar todos los flagelos
de un país tercermundista, ha tenido que aguantar también el desangre de
muchos de sus habitantes (militares, civiles, combatientes, pacifistas,
industriales, campesinos, mayores y menores de edad) por cuenta de la
acción armada y desalmada de tantos grupos violentos.
No me alegra ninguna muerte, pero tampoco voy a echar de menos
al señor ‘Cano’. No obstante, me ha causado sorpresa y algo de tristeza
ver cómo muchos que se autodefinen como piadosos cristianos se han
frotado las manos y parecen darle gracias a Dios, no sólo por el deceso
del líder de las FARC, sino por la forma violenta como se produjo su
muerte. Al cuestionarles tal actitud muchos de ellos han expresado
deseos de retaliación y de escarnio, alegando la conocida crueldad de
ese grupo guerrillero contra sus víctimas. Ha sido prácticamente inútil
tratar de hacerles caer en cuenta de que quienes estamos en la
‘civilidad’ no podemos albergar tales sentimientos de venganza, so
riesgo de quedar en el mismo nivel de quienes tanto criticamos.
¡Qué lejos estamos de ser una
sociedad mínimamente desarrollada!
También he sido virtualmente apaleado por pedir un mínimo respeto
con el cadáver de ‘Cano’, que ha sido exhibido con los ojos abiertos
como botín de guerra, como si se tratase de un cuaderno o de uno de los
ya célebres computadores que la tropa suele recuperar en este tipo de
operaciones. Tanta sevicia, tanta virulencia, me han puesto a
reflexionar sobre lo lejos que estamos de ser una sociedad mínimamente
desarrollada. Desde luego que no tolero ninguno de los métodos que las
FARC usa para atacar a la sociedad (pues hace tiempo que dejó de atacar
sólo blancos militares), pero tampoco creo que este tipo de reacciones
sean consecuentes con una sociedad donde el cristianismo impera. Hasta
donde recuerdo, tales actitudes contradicen por completo los postulados
de caridad, indulgencia y misericordia proclamados en las iglesias.
Por otra parte, fastidia también ver lo ‘encanados’ que siguen
los medios, dando morbosas vueltas alrededor del tema del guerrillero
muerto, sin aportar mayores datos ni información relevante. Y casi tan
chocante como el enfoque monotemático de las emisoras y los canales de
televisión en estos días, me resulta la insistencia de quienes dicen que
la muerte de ‘Cano’ reduce las posibilidades de llegar a una salida
negociada al conflicto o de liberar secuestrados. ¡Por favor! ‘Cano’
tuvo décadas para hablar seriamente de paz y nunca lo hizo, y pudo dar
la orden de acabar con el suplicio de los rehenes en su poder, ¡y
también se negó a hacerlo! Que no nos vengan ahora con semejantes
historias.