Doctor
CAMILO GONZÁLEZ POSSO
Centro de Memoria
Bogotá
Admirado y querido amigo,
Había
decidido no volver a escribir correos colectivos para dedicar todo mi
tiempo a terminar la escritura de mis memorias, con lo que he
descubierto que, hasta ahora, me creía un volcán dormido, pero los
recuerdos lo han hecho estallar y de mi memoria están saliendo piedras,
fuego y lava. Pero la retoma violenta del Cerro Berlín en Toribío por
parte del Ejército, me llama a invitar a la solidaridad con los
indígenas nasas o paeces, que habían sacado a empujones la lucha armada
de su territorio para declararlo zona de paz. El episodio protagonizado
por los indígenas no produjo una sola contusión, en cambio la retoma por
el ejército ya cuenta con tres indígenas heridos con arma de fuego, uno
detenido y otro desaparecido, de acuerdo a los datos suministrados por
la Asociación de Cabildos Indígenas del Cauca.
La
guerra que vivimos no podrá conducirnos a la paz si permitimos que los
dueños del poder persistan en mantener una sociedad vertical donde,
supuestamente, la verdad absoluta la tienen los altos mandatarios,
mientras al pueblo se le trata, a lo sumo, con espíritu paternalista y,
por tanto, con criterio de inferioridad, sin reconocerle la suficiente
madurez para orientar los destinos del país.
Es
lo que acabamos de ver en la reacción del gobierno ante la gloriosa
gesta de los indígenas nasa para expulsar a todos los actores armados de
su territorio.
Los
que enarbolamos la consigna de que "el pueblo es superior a sus
dirigentes" podemos repetir una afirmación de mi padre, Jorge Eliécer
Gaitán, que aún se conserva grabada que dice: "Nos sentimos muy orgullosos de esta vieja raza indígena...".
¡Sí!
Nos sentimos muy orgullosos al ver que los miembros de la Guardia
Indígena, solo armados de sus bastones de mando (como puede verse en
las fotografías que anexamos) y SU DIGNIDAD, desalojaron ayer de sus
territorios sagrados a uno de los sectores armados: las Tropas de la
Tercera Brigada del Ejército, cuando ya habían hecho lo mismo con las
FARC ¡Qué ejemplo para la sociedad civil! ¡Qué demostración del poder
del pueblo cuando se organiza y practica la MINGA (verdadera
participación ciudadana democrática)!
Son
estos hechos de victoria, dignidad y consciencia populares los que, en
mi criterio, deben ocupar al Centro de Memoria que tú diriges. Es el
heroísmo popular el que debe ser el protagonista de las exposiciones que
allí se realicen y no la victimización que la sociedad colombiana viene
copiando, mecánicamente, del judaismo a partir de la Shoá.
Hitler
y el fascismo han sido derrotados en Europa, mientras que la clase
social que en Colombia nos ha victimizado, aún nos gobierna y es por eso
que a ella se le rinden permanentes homenajes, como ha sido el caso de
la familia Gómez, representantes del fascismo franquista en Colombia.
Por eso vemos que en la carrera 30 de Bogotá aparece desafiante el busto
del dictador asesino Laureano Gómez y a su hijo - gestor de los grupos
"camisas negras", cuyos integrantes le cortaban el cuello a los
gaitanistas para sacarles por ahí la lengua, en un procedimiento que
bautizaron corte de franela" -, ha sido convertido en una figura loable e
irónicamente "ejemplar", a quien se le rinde honores a sabiendas de que
nos están echando sal en la herida a quienes tenemos pruebas de que el
asesino de mi padre, Juan Roa Sierra, era empleado del periódico El
Siglo, bajo el mando de Álvaro Gómez, en el momento en que cometió el
magnicidio.
El Centro de Memoria no puede convertirse en un campo de batalla, como
se trasluce del artículo publicado ayer 17 de julio en El
Espectador, entre quienes quieren sesgar la historia a favor o en contra
de alguno de los grupos protagonistas del conflicto armado.
La
memoria debe ser una tarea marcadamente POLÍTICA - no partidista - que
exalte y propicie la recuperación de la autoestima y la dignidad del
pueblo, lejos del término acomodaticio y denigrante -que comienza a
ponerse de moda - según el cual habría que "dignificar a las víctimas",
como si alguna vez hubieran sido indignas por el solo hecho de ser
menospreciadas, concepto aberrante, cuyo análisis se extendería más allá de los objetivos de este escrito.
Hay
que dignificar la valentía popular y el caso de ayer en el Cauca exige
recordar a Gaitán cuando se refirió al valor de sus gestas diciendo:
"Nos sentimos muy orgullosos de esta vieja raza indígena...". ¡Sí! Hoy
como ayer nos sentimos muy orgullos del valor y el ejemplo que nos han
dado quienes llevan con altivez y consciencia la sangre de nuestros
ancestros.
Es
ahora el momento de rodear con nuestro apoyo a los indios nasa y a los
2.000 indígenas y campesinos que el sábado pasado comenzaron su marcha
desde Puerto Asís hacia Mocoa, donde esperan encontrarse el 20 de julio
- día de nuestra independencia - con otros 6.000 habitantes del
departamento del Putumayo que se han levantado para rechazar la
declaración de ese departamento como Distrito Especial Minero, para que
nos exploten y saqueen nuestros recursos naturales las compañías
extranjeras.
Son
éstos, según mi criterio, los actos que debemos conservar en la
memoria, porque solo cuando el pueblo sea consciente de que puede ser
protagonista directo de nuestro destino lograremos salir de la terrible
situación en que nos están sumiendo nuestros dirigentes.
Bogotá, julio 18 de 2012