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¿AVANZAMOS O RETROCEDEMOS ? (Borrador de preguntas sobre ética para cuando nos sobre el tiempo)

Martes, 9 de febrero de 2010

Marcelo Colussi

“El poder de un hombre es la debilidad de otro”
Charles Wright Mills



¿Hay progreso en la historia humana? La respuesta depende de qué entendamos por progreso. La tendencia casi inmediata en nuestra cotidianeidad marcada por un sesgo economicista es concebirlo como "mejoramiento", como "superación", de suyo ligado al ámbito material. En general, sin embargo, esta reflexión no nos la planteamos en términos subjetivos: ¿se progresa espiritualmente?, ¿hay progreso cultural? La ética, ¿progresa? ¿Se mejora la calidad de lo humano?

Observada la historia en su faceta material, desde el hombre de las cavernas hasta nuestros días, es más que obvio que se ha registrado progreso, un progreso enorme, monumental. Al menos en lo técnico. La duda se abre en el otro ámbito, en lo más propiamente humano: ¿ha habido progreso en este sentido?

La pregunta puede ser capciosa: ¿en qué sentido estamos "mejor" moralmente hablando: ahora o en la época de los faraones? ¿Se goza más ahora que hace cuatro mil años? ¿Nos respetamos más ahora? ¿Es mejor buscar el respeto entre todos como se pretende en la actualidad, o es mejor el derecho de pernada, un régimen aristocrático o un sistema de castas? Aunque en principio parezca absurdo plantearse estas cosas, su elucidación puede conducirnos a un verdadero progreso, genuino y sostenible para la totalidad de seres humanos, sin discriminaciones.

En principio podríamos estar tentados de decir que, aunque muy lentamente, la humanidad va progresando en términos éticos. Hoy, distintamente a la antigüedad clásica de tantos pueblos, ya no se practican sacrificios humanos; hoy contamos con leyes que protegen, cada vez más, la vida y su calidad. Se legisla el aborto y la eutanasia. Hoy la tendencia es buscar repartir los beneficios del progreso material entre todos, y no reservarlos para la familia real, el sacerdote supremo o el brujo de la tribu. El machismo, aunque aún se practica día a día, comienza a ser puesto en la picota. Y otro tanto sucede con el racismo, aunque como práctica social concreta siga existiendo. Todo lo cual, entonces, nos puede hacer llegar a la conclusión que, sin dudas, hay progreso social.

Arribados a este punto, es necesario puntualizar un par de consideraciones fuertes, que sin dudas no pueden agotarse en este pequeño trabajo, y que llaman a su profundización: por un lado es siempre muy relativo (¿precario quizá?, siempre en condiciones de retroceder) el "avance" que se da en la condición humana, en su esfera ética. Los "progresos" espirituales son de una naturaleza radicalmente diversa a aquellos otros del orden material. Podemos estar absolutamente seguros que no volveremos –siguiendo un presunto camino evolutivo del progreso técnico– a las cavernas y a las hachas neolíticas; pero no podemos estar tan seguros que se ha afianzado de una vez y para siempre la cultura de la no violencia, la tolerancia y la convivencia pacífica entre todos los seres humanos. Una rápida mirada a la coyuntura mundial nos lo recuerda de modo feroz.

¿Cómo explicar, si no, que en la Rusia post soviética, y en ese experimento tan singular que es la China socialista con economía de mercado, los otrora cuadros comunistas se tornen tan rápida y fácilmente despiadados capitalistas explotadores? Toda la fascinante tecnología que hemos desarrollado en milenios y nos llevó, entre otras cosas, a la energía atómica, no impidió que se lanzaran bombas nucleares sobre población civil no combatiente con una crueldad que puede empalidecer ante cualquier "primitiva" civilización del pasado. Esto, sólo por poner algún ejemplo. O para abundar algo en esta línea: la tecnología que permite el espectacular mundo moderno, con vehículos que surcan la faz del planeta a velocidades siempre crecientes, lleva al mismo tiempo a una catástrofe medioambiental de proporciones dantescas, ocasionada en muy buena medida por los motores que impulsan a esos vehículos. Progreso, valga decir, que nos va dejando paulatinamente sin agua dulce para continuar la vida. ¿Puede decirse seriamente que hay "progreso" social si un habitante término medio de un país ¿desarrollado? como Estados Unidos consume un promedio de 100 litros diarios de agua mientras que un habitante del África negra sólo tiene acceso a un litro? ¿Cuál es el "progreso" humano en que asienta ese monumental absurdo? Porque lo peor de todo es que a ese blanco término medio que riega su jardín 3 veces por semana y lava sin cesar sus varios vehículos, no le interesa la sed de un semejante africano; es más: ni siquiera está enterado de ello. La tecnología, definitivamente, no tiene la culpa de esta locura en juego. La lectura serena y objetiva del estado del mundo nos fuerza a reflexionar sobre todo esto: ¿avanzamos o retrocedemos en términos éticos?

El poder sigue siendo el eje que mueve las sociedades; poder que se articula con el afán de lucro, que no es sino la contracara de la idea de propiedad privada, todas ellas absolutas creaciones humanas.

Justamente como la sed de poder no se ha extinguido, el trágico disparate en curso en la actualidad, con los halcones fundamentalistas manejando la hiperpotencia mundial, nos puede llevar de nuevo a las cavernas y al período neolítico (la guerra nuclear generalizada, aunque ya no exista la Unión Soviética, no es una fantasía de ciencia ficción; sigue siendo una posibilidad y podría estar a la vuelta de la esquina). Y en tal caso no sería la "evolución" técnica la que nos devolvería a ese estadio sino –una vez más– nuestra dificultad para progresar en lo moral. Salvando las formas económicas, ¿es muy distinta en términos éticos una empresa petrolera o fabricante de armas de los Estados Unidos actual comparada con un faraón egipcio, por ejemplo? ¿Y qué diferencia en esencia a estas empresas "legales" de un cartel del narcotráfico? "Es delito robar un banco, pero más delito aún es fundarlo", decía sarcásticamente Bertolt Brecht. Las guerras –cíclicas, obstinadamente repetitivas– nos recuerdan de manera dramática estos desgarrones de nuestra mortal y evanescente condición: progresa la técnica, pero lo ético sigue siendo la asignatura pendiente. Hablamos cada vez más de derechos humanos y de respeto a la vida, pero en las guerras se sigue premiando como héroe de la patria a quien más enemigos mate. ¿Cómo entender eso?

Más allá de esta primera consideración –de un talante pesimista seguramente– cabe un segundo comentario, no menos importante que el anterior, y con el cual se relaciona: aunque lento, tortuoso, plagado de dificultades, casi con valor de conclusión podemos decir entonces que efectivamente ha habido progreso social. Repitámoslo: hoy no se quema vivo a nadie por hereje; se pueden quemar libros, pero eso no es lo mismo. Hoy, aunque estamos aún lejísimos de alcanzarla, el tema de la justicia –económica, social, de género, étnica– es ya un patrimonio de la agenda de discusión de toda la humanidad; hoy ya no existe el derecho de pernada, en más de algún lugar no se penaliza la homosexualidad y las leyes –ya universalizadas– fijan prestaciones laborales (aunque el capitalismo salvaje de estos años recién pasados está intentando borrar esos avances sociales).

En esta línea de pensamiento se inscribe una cantidad, bastante grande por cierto, de temas referidos a lo socio-cultural, que son incuestionables avances, mejoras, progresos en lo humano. La lista podría ser extensa, pero a los fines de mencionar algunos de los puntos más relevantes, podríamos decir que ahí entran todos los pasos que conciernen a la dignificación humana. No con la misma intensidad en todos los rincones del planeta, pero en el transcurso de los últimos siglos, con la modernidad que trajo una visión científica de la realidad, los derechos humanos hicieron su entrada triunfal en la historia. Hoy por hoy son ya una conquista irrenunciable. Ya nadie puede matar por capricho a un esclavo, porque hoy ya se ha superado ese "primitivismo" de la esclavitud. Aunque hay que aclarar, no obstante, que la Organización Internacional del Trabajo ha denunciado que pese a nuestro "progreso" en materia laboral persisten cerca de 30 millones de trabajadores esclavizados en este inicio de milenio, en muchos casos produciendo las maravillas tecnológicas que se consumen alegremente en lugares donde la vida es alegre y próspera y nadie piensa en esclavos.

El siglo XX, luego de mostrar hasta dónde es posible llevar el hambre de poder de los humanos con la Segunda Guerra Mundial (tendencia de los varones, valga precisar, que son quienes realmente lo ejercen), dio como resultado el establecimiento de gestos muy importantes para asegurar esa dignidad de la que hablábamos arriba: se constituyó el sistema de Naciones Unidas y se fijó la Declaración Universal de Derechos Humanos. Pero la historia de estos últimos sesenta años mostró que, más allá de una buena intención, esas instancias no resolvieron definitivamente problemas históricos de las sociedades; ahora que vemos naufragar esos tibios intentos luego de las "guerras preventivas" que impulsa Washington (incluido el actual mandatario, curiosamente Premio Nobel de la Paz, quien nos tentaría llevar a decir que ahora "los negros tomaron el poder", pero que, bien pensado, sabemos no es tan así), ahora, entonces, no podemos menos que afirmar que "estamos retrocediendo" en esos recientes avances. Esta, entonces, diría que es la segunda aseveración fuerte: si ha habido progreso en lo cultural, ahora lo estamos perdiendo. O, dicho de otro modo, hay una tensión perpetua en la que se avanza y retrocede en un balance siempre inestable.

Lo que en el curso de los últimos dos siglos fueron avances en la esfera social, desde la caída de la Unión Soviética (primer y más sostenido experimento socialista de la historia), han venido cayendo sistemáticamente. Hasta incluso en el mismo seno de las Naciones Unidas se perdieron conquistas laborales, aunque suene paradójico (en general el personal trabaja ahora por contratos puntuales, sin prestaciones laborales, precarizados). Si allí sucede eso, ya no digamos cuál es el grado de avasallamiento de los derechos de los trabajadores a escala global. Caído el muro de Berlín, el capital se siente dueño absoluto del mundo; en estos pocos años se han perdido conquistas sindicales históricas, se retrocedió en organización político-sindical, se desmovilizaron actitudes contestatarias; en otros términos: creció lo que podríamos llamar "la cultura light", la sobrevivencia no crítica, el "amansamiento" colectivo. Es decir: se criminalizó la protesta como nunca antes. ¡Trabaje y no proteste, consuma y no piense!, pasó a ser la consigna universal.

Lo curioso, o complejo –¿trágico quizá?, ¿patético?– en todo este problemático y enmarañado ámbito del progreso humano es que mientras por un lado nos alejamos de los prejuicios más estereotipados y se comienzan a tolerar, por ejemplo, matrimonios homosexuales o que un afrodescendiente llegue al sillón presidencial en el racista país que hoy hace las veces de potencia principal, al mismo tiempo ese mismo país (no el presidente, claro, sino los que tienen el poder decisorio final: blancos multimillonarios que manejan corporaciones multinacionales) diseña planes geoestratégicos que irrespetan las nociones elementales de derechos humanos modernos, permitiéndose invadir cuando quieren y en nombre de lo que quieren. Sin dudas que todo esto es contradictorio, complejo, difícil de entender. Avanzamos y retrocedemos al mismo tiempo.

Con las estrategias imperiales en curso mantenidas por Washington se han perdido importantes avances en relación al respeto y al entendimiento entre seres humanos, aunque se haya dado el importante paso de permitirse superar un racismo histórico que llevó a linchar negros hasta hace apenas unos años. ¿Avanzamos o retrocedemos entonces? Quizá haya grupos de poder que ya están concibiendo –¿quizá implementando?– estrategias para instalarse en otros planetas, condenando a quienes se queden en esta maltrecha Tierra a sobrevivir como puedan… si es que pueden. Con lo que –una vez más– la edad de las cavernas y las hachas de piedra no se ven tan lejanas, metafórica y literalmente.

En definitiva, decidir en términos académicos, en nombre de alguna pureza semántica, si avanzamos o retrocedemos moralmente, puede ser intrascendente. Si miramos la historia de la especie humana, hay avances; pero eso si hacemos una mirada de muy largo alcance, de siglos, o de milenios. Lo importante es hacer algo para que las relaciones humanas sean menos oprobiosas aquí y ahora. Y en eso, sin dudas, queda muchísimo por hacer.


Presidenta electa en Costa Rica promete combatir la inseguridad

Escrito por Carmen Esquivel Sarría lunes, 08 de febrero de 2010

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San José, 8 feb (PL) Laura Chinchilla, la primera mujer electa presidenta en Costa Rica, anunció hoy como sus principales retos combatir la inseguridad, abrir un diálogo con todos los sectores y mejorar la calidad de la salud y la educación.

La candidata del gubernamental Partido de Liberación Nacional ganó las elecciones de este domingo al obtener 46,7 por ciento de los votos, cuando ya se habían contabilizado 94,1 por ciento de las mesas electorales.

Chinchilla, una politóloga de 50 años, logró más de 20 puntos de ventaja sobre Ottón Solís, del Partido Acción Ciudadana; y Otto Guevara, del Movimiento Libertario, quienes obtuvieron 25,1 y 20,8 por ciento de los votos, respectivamente.

"Vamos a tener muchos retos en los próximos años. Quizás el principal es que vemos un grave desplazamiento de las bandas del crimen organizado hacia esta región", declaró la presidenta electa.

En particular, señaló la necesidad de mejorar las garantías de la seguridad pública, tras admitir que la mayoría de la población considera a la violencia como el principal problema del país.

En esta nación centroamericana, otrora caracterizada por ser relativamente segura, la cantidad de homicidios por cada 100 mil habitantes pasó de 7,5 a 10 durante los últimos cuatro años, según datos del Organismo de Investigación Judicial.

La situación se deterioró al punto de que la inseguridad y su actual compañero inseparable, el tráfico y consumo de drogas, marchan a la cabeza de las preocupaciones de los ciudadanos.

Otro problema para los costarricenses es el impacto de la crisis económica mundial y el aumento del desempleo, que se elevó del 4,9 al 7,8 por ciento de la población económicamente activa.

En su primer discurso a la nación, Chinchilla abogó por desarrollar un diálogo serio con todos los partidos y sectores sociales, lo cual -dijo- permitirá elevar considerablemente la eficacia y efectividad de su gobierno.

Asimismo, se comprometió a elevar la calidad de la enseñanza y la salud pública, fortalecer la Caja Costarricense del Seguro Social, mejorar la situación de protección del medio ambiente y garantizar el desarrollo progresivo del país.

"Cumplida la jornada electoral, ahora viene la segunda parte", señala hoy en un editorial el diario La República y afirma que es hora de cumplir las promesas de campaña y de escuchar la voz de los costarricenses.

"Es el momento de abandonar intereses personales y trabajar por el interés común", añade el periódico y plantea la necesidad de recuperar la fe en la clase política para disminuir el abstencionismo, considerado todavía alto en este país.

Por su parte, un comentario del periodista Mario Ugalde destacó la buena organización de la jornada y la calificó como una fiesta cívica, pero hizo un llamado al próximo gobierno a luchar contra la corrupción y mejorar la distribución de la riqueza.

Durante los comicios fueron electos también dos vicepresidentes, 57 diputados y 82 representantes de los concejos municipales.

mgt/car

Somos una República sin amos

8 Febrero 2010

Por Tomás Borge

Radio La Primerísima

En fecha reciente estalló una de las campañas mediáticas más blasfemas de los últimos meses.

Durante este festín el diario de la derecha afirmó en alegre editorial: neocolonialismo chavista en Nicaragua. Ni más ni menos.

Pareciera una jarana lingüística o una tomadura de pelos. Nicaragua es, aunque usted no lo crea, una colonia de Venezuela. De un país anticolonialista hasta la muerte.

Pero lo insistieron con el mismo énfasis con que negaron el carácter endémico de neocolonia de nuestro país desde los tristes minutos de William Walker, hasta el fallecimiento de la dictadura somocista.

Y, además, de los esfuerzos enternecedores de los gobiernos de Chamorro, Alemán y Bolaños para ser de nuevo una fatigante y rentable neocolonia.

Como parte de esta dramaturgia el carismático periodista Carlos Fernando Chamorro se autoexilió del canal ocho para reafirmar que en Nicaragua no hay libertad de expresión. Se calló para que digan que lo callaron, haciendo uso de una forma muy familiar de atentar, por su cuenta, contra la libertad de expresión.

Carlos Fernando es más atractivo con la palabra oral que con la palabra escrita. A mí no me gustaba cuánto decía con sus hábiles manipulaciones, entre otras cosas, porque me gustaba cómo las decía.

Para completar el esquema, los dos diarios escritos rugen, a ocho columnas, el día 4 de Febrero, con sendos titulares: “Ortega Matamala”. “País en debacle moral” y, al día siguiente, el diario de la SIP exclama con júbilo: “Ortega es un Criminal”, repitiendo lo dicho por sujetos extranjeros y descarados, quienes hace poco nombraron al golpista Micheletti, presidente de la Internacional Liberal para América Latina.

El objetivo de sus groseras e inconcebibles declaraciones tienen cómo fin provocar nuestra cólera -lo cual lograron a plenitud- para ser expulsados del país y hacer un bacanal mediático en el mundo entero, contra Daniel Ortega. En mi opinión no hay que darles gusto.

Se ha demostrado, una vez más, cómo, en Nicaragua, se abusa hasta la nausea de un libertinaje tan solo posible en la calle de los bombillos rojos. Dentro de algunos días, sin embargo, dirán: “en Nicaragua no hay libertad de expresión”.

Dicho sea, como por no dejar, los editoriales de hoy en La Prensa carecen de la elocuencia y credibilidad de los escritos por el insustituible Pedro Joaquín Chamorro Cardenal y de Pablo Antonio Cuadra en sus “Escritos a Máquina”.

Ahora parecen elaborados -eso sí, con buena gramática- en un sombrío recoveco de la calle atravesada de Granada, la ciudad más conservadora y bella de Nicaragua.

Cuando triunfó la revolución sandinista se afirmaba con desfachatez de cómo se estaban agotando las lagunas de Managua por que se llevaban el agua -sin explicar cómo- para saciar la sed de los cubanos y que Fidel nos visitaba cada fin de semana para darnos órdenes.

Ahora es Venezuela

Chávez, discípulo de Fidel, es solidario con Nicaragua hasta la pared de enfrente e igual que el dirigente cubano es respetuoso y delicado, aunque a diferencia de Fidel no nos da ni siquiera corteses consejos.

Los nicaragüenses más bien deberíamos de estar agradecidos con la Venezuela bolivariana y con el Alba, el más grande proyecto regional: se disiparon las tinieblas gracias, entre otros factores, a su esplendida solidaridad.

Imaginémonos, por un momento un gobierno de derecha en Venezuela o, peor aún, una úlcera reaccionaria en Nicaragua: estaríamos en oscuridad perpetua y, para colmo, en todo el sentido de la palabra.

El gobierno sandinista, si nos fijamos bien, nos salvó de la desesperación. La derecha esta incapacitada para fijarse bien.

La Revolución Bolivariana y Las Antillas

8 Febrero 2010

Me gustaba la historia como a casi todos los muchachos. También las guerras, una cultura que la sociedad sembraba en los niños del sexo masculino. Todos los juguetes que nos ofrecían eran armas.

En mi época de niño me enviaron para una ciudad donde nunca me llevaron al cine. Entonces no existía la televisión y en la casa donde vivía no había radio. Tenía que usar la imaginación.

En el primer colegio adonde me llevaron interno, leía con asombro sobre el Diluvio Universal y el Arca de Noé. Más tarde consideré que era quizás un vestigio que la humanidad guardaba del último cambio climático en la historia de nuestra especie. Fue, posiblemente, el final del último período glacial, que se supone tuvo lugar hace muchos miles de años.

Como es de suponer, más tarde leí con avidez las historias de Alejandro, César, Aníbal, Bonaparte y, por supuesto, todo cuanto libro caía en mis manos sobre Maceo, Gómez, Agramonte y demás grandes soldados que lucharon por nuestra independencia. No poseía cultura suficiente para comprender lo que había detrás de la historia.

Más adelante centré mi interés en Martí. A él le debo en realidad mis sentimientos patrióticos y el concepto profundo de que “Patria es humanidad”. La audacia, la belleza, el valor y la ética de su pensamiento me ayudaron a convertirme en lo que creo que soy: un revolucionario. Sin ser martiano, no se puede ser bolivariano; sin ser martiano y bolivariano, no se puede ser marxista, y sin ser martiano, bolivariano y marxista, no se puede ser antiimperialista; sin ser las tres cosas no se podía concebir en nuestra época una Revolución en Cuba.

Hace casi dos siglos, Bolívar quiso enviar una expedición al mando de Sucre para liberar a Cuba, que mucho lo necesitaba, en la década de 1820, como colonia azucarera y cafetalera española, con 300 mil esclavos trabajando para sus propietarios blancos.

Frustrada la independencia y convertida en neocolonia, no se podía en Cuba alcanzar jamás la dignidad plena del hombre, sin una revolución que pusiera fin a la explotación del hombre por el hombre.

“…yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre.”

Martí, con su pensamiento, inspiró el valor y la convicción que llevó a nuestro Movimiento al asalto de la fortaleza del Moncada, lo que jamás habría pasado por nuestras mentes sin las ideas de otros grandes pensadores como Marx y Lenin, que nos hicieron ver y comprender las realidades tan distintas de la nueva era que estábamos viviendo.

Durante siglos, en nombre del progreso y el desarrollo, se justificó en Cuba la odiosa propiedad latifundista y la fuerza de trabajo esclava, que había sido precedida por el exterminio de los antiguos habitantes de estas islas.

De Bolívar, Martí dijo algo maravilloso y digno de su gloriosa vida:

“…lo que él no dejó hecho, sin hacer está hasta hoy: porque Bolívar tiene que hacer en América todavía.”

“Déme Venezuela en qué servirla: ella tiene en mí un hijo.”

En Venezuela, como en las Antillas hicieron otras, la potencia colonial sembró caña, café, cacao, y llevó también como esclavos a hombres y mujeres de África. La resistencia heroica de sus indígenas, apoyándose en la naturaleza y extensión del suelo venezolano, impidió el aniquilamiento de los habitantes originales.

Con excepción de una parte al Norte del hemisferio, el inmenso territorio de Nuestra América quedó en manos de dos reyes de la Península Ibérica.

Sin temor puede afirmarse que, durante siglos, nuestros países y los frutos del trabajo de sus pueblos han sido saqueados, y continúan siéndolo por las grandes empresas transnacionales y las oligarquías que están a su servicio.

A lo largo de los siglos XIX y XX, es decir, durante casi 200 años después de la independencia formal de la América Ibérica, nada cambió en esencia. Estados Unidos, a partir de las 13 colonias inglesas que se rebelaron, se expandió hacia el Oeste y el Sur. Compró Luisiana y Florida, le arrebató más de la mitad de su territorio a México, intervino en Centroamérica y se apoderó del área del futuro Canal de Panamá, que uniría los grandes océanos al Este y el Oeste del continente por el punto donde Bolívar deseaba crear la capital de la mayor de las repúblicas que nacería de la independencia de las naciones de América.

En aquella época, el petróleo y el etanol no se comercializaban en el mundo, ni existía OMC. La caña, el algodón y el maíz eran cultivados por esclavos. Las máquinas estaban por inventarse. Avanzaba con fuerza la industrialización a partir del carbón.

Las guerras impulsaron la civilización, y la civilización impulsó las guerras. Estas cambiaron de carácter, y se hicieron más terribles. Finalmente se convirtieron en conflictos mundiales

Por fin éramos un mundo civilizado. Incluso, lo creemos como cuestión de principios.

Pero no sabemos qué hacer con la civilización alcanzada. El ser humano se ha equipado con armas nucleares de inconcebible certeza y aniquiladora potencia, mientras desde el punto de vista moral y político, ha retrocedido bochornosamente. Política y socialmente, estamos más subdesarrollados que nunca. Los autómatas están sustituyendo a los soldados, los medios masivos a los educadores, y los gobiernos empiezan a ser sobrepasados por los acontecimientos sin saber qué hacer. En la desesperación de muchos líderes políticos internacionales se aprecia la impotencia ante los problemas que se acumulan en sus despachos de trabajo y las reuniones internacionales cada vez más frecuentes.

En esas circunstancias, tiene lugar en Haití una catástrofe sin precedentes, mientras en el lado opuesto del planeta continúan desarrollándose tres guerras y una carrera armamentista, en medio de la crisis económica y conflictos crecientes, que consume más del 2,5% del PIB mundial, una cifra con la que podrían desarrollarse en poco tiempo todos los países del Tercer Mundo y tal vez evitar el cambio climático, consagrando los recursos económicos y científicos que son imprescindibles para ese objetivo.

La credibilidad de la comunidad mundial acaba de recibir un duro golpe en Copenhague, y nuestra especie no está mostrando su capacidad para sobrevivir.

La tragedia de Haití me permite exponer este punto de vista a partir de lo que Venezuela ha hecho con los países del Caribe. Mientras en Montreal las grandes instituciones financieras vacilan sobre qué hacer en Haití, Venezuela no vacila un minuto en condonarle la deuda económica, de 167 millones de dólares.

Durante casi un siglo las mayores transnacionales extrajeron y exportaron el petróleo venezolano a ínfimos precios. Venezuela se constituyó durante decenios en el mayor exportador mundial de petróleo.

Es conocido que cuando Estados Unidos gastó cientos de miles de millones de dólares en su guerra genocida de Vietnam, matando e invalidando millones de hijos de ese heroico pueblo, también rompió unilateralmente el acuerdo de Bretton Woods suspendiendo la conversión en oro del dólar, como estipulaba el acuerdo, y lanzando sobre la economía mundial el costo de esa sucia guerra. La moneda norteamericana se devaluó y el ingreso en divisas de los países caribeños no alcanzaba para pagar el petróleo. Sus economías se basan en el turismo y las exportaciones de azúcar, café, cacao y otros productos agrícolas. Un golpe anonadante amenazaba las economías de los Estados del Caribe, con excepción de dos de ellos exportadores de energía.

Otros países desarrollados eliminaron las preferencias arancelarias a exportaciones agrícolas caribeñas, como el banano; Venezuela tuvo un gesto sin precedentes: le garantizó a la mayoría de esos países suministros seguros de petróleo y facilidades especiales de pago.

Nadie se preocupó, en cambio, por el destino de esos pueblos. De no haber sido por la República Bolivariana una terrible crisis habría golpeado a los Estados independientes del Caribe, con excepción de Trinidad-Tobago y Barbados. En el caso de Cuba, después que la URSS colapsó, el Gobierno Bolivariano impulsó un crecimiento extraordinario del comercio entre ambos países, que incluía el intercambio de bienes y servicios, que nos permitió enfrentar uno de los períodos más duros de nuestra gloriosa historia revolucionaria.

El mejor aliado de Estados Unidos, y a la vez el más bajo y vil enemigo del pueblo, fue el farsante y simulador Rómulo Betancourt, Presidente electo de Venezuela cuando triunfó la Revolución en Cuba en 1959.

Fue el principal cómplice de los ataques piratas, los actos terroristas, las agresiones y el bloqueo económico a nuestra patria.

Cuando más lo necesitaba nuestra América, estalló finalmente la Revolución Bolivariana.

Invitados a Caracas por Hugo Chávez, los miembros del ALBA se comprometieron a prestar el máximo apoyo al pueblo haitiano en el momento más triste de la historia de ese legendario pueblo que llevó a cabo la primera Revolución social victoriosa en la historia del mundo, cuando cientos de miles de africanos al sublevarse y crear en Haití una República a miles de millas de sus tierras natales, llevaron a cabo una de las más gloriosas acciones revolucionarias de este hemisferio. En Haití hay sangre negra, india y blanca; la República nació de los conceptos de equidad, justicia y libertad para todos los seres humanos.

Hace 10 años, en instantes en que el Caribe y Centroamérica perdieron decenas de miles de vidas durante la tragedia del huracán Mitch, se creó en Cuba la ELAM para formar médicos latinoamericanos y caribeños que un día salvarían millones de vidas, pero en especial y por encima de todo, servirían como ejemplo en el noble ejercicio de la profesión médica. Junto a los cubanos estarán en Haití decenas de jóvenes venezolanos y otros latinoamericanos graduados en la ELAM. De todos los rincones del continente han llegado noticias de muchos compañeros que estudiaron en la ELAM, que desean colaborar junto a ellos en la noble tarea de salvar vidas de niños, mujeres y hombres, jóvenes y ancianos.

Habrá decenas de hospitales de campaña, centros de rehabilitación y hospitales, donde prestarán servicios más de mil médicos y estudiantes de los últimos años de la carrera de Medicina, procedentes de Haití, Venezuela, Santo Domingo, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Brasil, Chile y los demás países hermanos. Tenemos el honor de contar ya con un número de médicos norteamericanos que también estudiaron en la ELAM. Estamos dispuestos a cooperar con aquellos países e instituciones que deseen participar en estos esfuerzos para prestar servicios médicos en Haití.

Venezuela aportó ya casas de campaña, equipos médicos, medicamentos y alimentos. El gobierno de Haití ha brindado toda su cooperación y apoyo a este esfuerzo por llevar los servicios de salud gratuitamente al mayor número posible de haitianos. Será para todos un consuelo en medio de la mayor tragedia que ha tenido lugar en nuestro hemisferio.

Fidel Castro Ruz
Febrero 7 de 2010
8 y 46 p.m.

Haya y la politología criolla

Por: Pedro Godoy

8-2-2010


"El antimperialismo y el APRA" de Víctor Raúl Haya de la Torre es un clásico de nuestra politología. Cuando digo "nuestra", obvio, aludo a Iberoamérica concebida como Patria Común. Constituye tal texto un desmentido rotundo a quienes, ubicados en la barricada cipaya, proclaman que padecemos de esterilidad doctrinaria. Tal denuncia la formulan para legitimar plagios de teorías exóticas y trasplante de experiencias forasteras. Estas –a veces- en las remotas patrias donde son engendradas ya han sido superadas por la bullente realidad. Otra carga negativa es que contribuyen a vulnerar el ethos nativo acentuando un proceso de desnacionalización que favorece la penetración imperialista.

La obra brilla con luz propia pese a los virajes del autor y las volteretas de quien hoy se proclama discípulo y es Presidente del Perú. Pocas veces un volumen reducido en páginas contiene tan alto número de enfoques originales, de interpretaciones lúcidas y anticipaciones atrevidas. Se publica en Santiago de Chile en 1936. Hasta entonces la nación iberoamericana carecía de una teoría orgánica de la unidad de la veintena de repúblicas provincianas. A estos –como se sabe- la miopía de las oligarquías lugareñas y la codicia metropolitana precipitaron al desmembramiento, la pobreza y la desidentificación. El autor rescata el programa de los libertadores y proporciona textura de militancia a las intuiciones de José Vasconcelos y a las precursoras tesis de Manuel Ugarte así como a la insurgencia reformista de la Universidad Nacional de Córdoba.

Hay quienes juzgan añejo el texto. Estiman que 1936 es el paleolítico. Estiman pasados de moda incluso a Laski, Popper y Marcuse. Habrá que extirparles el snobismo manifestándoles que "La República" de Platón" es del siglo V aC, Tomás de Aquino teoriza en el XIII, Maquiavelo en el XVI, en el XIX Marx igual que León XIII. Son los mismos que pese a proclamarse "tomistas" o "neotomistas", "nacionalistas", "marxistas" o "socialcristianos" estiman que Bolívar es sólo un militar. Como tal incapaz de generar doctrina política. Posee dos factores adversos: uno, es del ayer y no "moderno". Eso se disculpa sólo a los "clásicos" anotados. El otro, es venezolano y la politología para los cipayos sólo puede florecer en Europa y constituir para el Nuevo Mundo artículo importado.

"El antiimperialismo y el APRA" ha sido vivero fecundo de ideas y actitudes desplazadas a través de canales diversos. Es cierto que su autor animó la iniciativa de constituir Partidos Apristas en cada república. En los 30 se organiza el APRA cubano cuyo órgano de expresión es la revista "Atuey", en Chile influye sobre el PS a través de Eugenio Matte Hurtado y también se funda el APRA argentino. Sin embargo, –por motivos que se ignoran- Haya y su entourage opta por vigorizar sólo el Partido Aprista Peruano. Las tácticas para alcanzar el poder van de la revolución popular al complot castrense pasando por procesos electorales en que siempre la oligarquía le birla la victoria. Con Alán García llega a Casa de Pizarro, pero ya es una caricatura. Un abismo separa a Gorbachof de Lenín, a Chiang Kai Shek de Sun Yan Sen. Igual ocurre ente el I Víctor Raúl y el Alán de hoy.

El aprismo si bien en lo político institucional se repliega a lo exclusivamente peruano en lo ideológico influye poderosamente. Sin duda, sus tesis palpitan en la 3ª Posición de Perón que intenta cristalizar en el ABC y en los EEUU andinoplatenses, en el arevalismo que impulsa la integración de Centroamérica, en los postulados primigenios de la revolución que impulsa el MNR en Bolivia, en el elán bolivarista del fidelismo de la hora prima, en la pugna de la Legión del Caribe contra los déspotas locales, en el impulso dado por Eduardo Frei Montalva al Pacto Andino antes que lo sedujera Kennedy y lo abrumara el vuelco de La Habana a un marxismo extranjero, en las obras –entre otros- de Joaquín Edwards Bello y Felipe Herrera.

Haya siempre reivindica los afluentes nativos que generan sus textos perdurables y su otrora pujante movimiento. Maneja una frase que cito de memoria: el APRA posee un padre: el México revolucionario; una madre: la Córdoba insurgente de 1918. Un espíritu que fluye del solemne Cuzco, corazón del Incanato. De los dos primeras fuentes proviene la vocación bolivariana –Haya prefiere manifestar "indoamericana"- y de la alusión a lo incaico deriva la utopía de un mundo con justicia social y vocación continentalizadora. De esto derivan no pocos analistas una vertiente indigenista. Sin duda la hubo, pero también se exalta lo afro, lo asiático y lo hispano. En lo racial, promociona la mestizofilia.

En lo sociológico se opone al monoclasismo que, como dogma, impone la COMINTERN. Sostiene: "Los países nuestros son preindustriales. El proletariado fabril a la europea, inexistente. Las muchedumbres campesinas constituyen latente fuerza revolucionaria y en las capas medias se reclutan líderes del proceso libertador. En consecuencia el APRA es tan multirracial como policlasista". Tempranamente Haya rechaza la tutoría del Kremlin. Difunde la consigna "¡Ni Washington ni Moscú, sólo el APRA salvará al Perú!". Con ello se anticipa a Tito, Mao o Togliatti y, por cierto, al tardío eurocomunismo de Berlinger, Marchais y Carrillo. Cosecha la acusación de "socialfascista" con que también se etiqueta al PS de Chile encabezado por el coronel Marmaduqe Grove. Es el momento en que la excomunión de los rusólatras se expresa en el opúsculo "¿Qué es el ARPA?" de Julio Antonio Mella.

Al exaltar el Tahuantinsuyo los adversarios creen ver la misma inspiración de Mussolini respecto a la Roma imperial. En la milicia aprista –apodados "búfalos"- imaginan "camisas pardas". En la estructura piramidal, verticalista y compartimentada sostienen se esconde el totalitarismo. El mismo Jorge A, Ramos –no sin ocultar simpatía- aludía al stalinismo incaico que representara el autor de "El antimperialismo y el APRA". Este logra –algo poco frecuente- ser, de modo simultáneo, ideólogo y conductor de masas. El deterioro de su doctrina comienza con su deceso en 1979. No obstrante, ya durante la II Guerra Mundial se desplaza a una postura "aliadófila". Argumenta: cooperar con la victoria de las democracias sobre el nazifascismo. Luego se adscribe a la II Internacional y el PAP se hace socialdemócrata. Alán García administra aquella "cuesta abajo la rodada" .

Al cumplirse el centenario del estallido de la Guerra del Pacífico, en 1979, CEDECH proclama a Víctor Raúl postulante al Premio Nobel de la Paz. Sin duda una manifestación opositora no armada contra el régimen del general Pinochet. Simultáneamente, no sin sacrificios pecuniarios y dificultades con la censura, se reedita la obra magna que comentamos. Recuerdo que se hizo un canje semiclandestino de cien ejemplares que viajan a Buenos Aires y la retribución son cien de "Historia de la nación latinoamericana" editada por Peña y Lillo. Mientras "El antimperialismo y el APRA" –hoy- continúa resplandeciente, la estructura partidaria generada con tanta creatividad por Haya apenas si respira asfixiada en el sarcófago de la democracia inspirada por el modelo neoliberal.



Prof. Pedro Godoy P.
Centro de Estudios Chilenos CEDECH
director@cedech.cl
www.premionacionaldeducacion.blogspot.com

25 postulados para entender el “Vivir Bien”

08-02-2010


La Razón

En una entrevista, el ministro de Relaciones Exteriores y experto en cosmovisión andina, David Choquehuanca, explica los detalles principales de este planteamiento que sitúa a la vida y a la naturaleza como ejes centrales.


El Vivir Bien, el modelo que busca implementar el gobierno de Evo Morales, se puede resumir como el vivir en armonía con la naturaleza, algo que retomaría los principios ancestrales de las culturas de la región. Éstas considerarían que el ser humano pasa a un segundo plano frente al medio ambiente.

El canciller David Choquehuanca y uno de los estudiosos aymaras de ese modelo y experto en cosmovisión andina, conversó con La Razón durante una hora y media y explicó los detalles de estos principios reconocidos en el artículo 8 de la Constitución Política del Estado (CPE)

“Queremos volver a Vivir Bien, lo que significa que ahora empezamos a valorar nuestra historia, nuestra música, nuestra vestimenta, nuestra cultura, nuestro idioma, nuestros recursos naturales, y luego de valorar hemos decidido recuperar todo lo nuestro, volver a ser lo que fuimos”.

El artículo 8 de la CPE establece que: “El Estado asume y promueve como principios ético–morales de la sociedad plural: ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no seas flojo, no seas mentiroso ni seas ladrón), suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida armoniosa), teko kavi (vida buena), ivi maraei (tierra sin mal) y qhapaj ñan (camino o vida noble).

El Canciller marcó distancia con el socialismo y más aún con el capitalismo. El primero busca satisfacer las necesidades del hombre y para el capitalismo lo más importante es el dinero y la plusvalía.

Según D. Choquehuanca el Vivir Bien es un proceso que recién comienza y que poco a poco se irá masificando.

“Para los que pertenecemos a la cultura de la vida lo más importante no es la plata ni el oro, ni el hombre, porque él está en el último lugar. Lo más importante son los ríos, el aire, las montañas, las estrellas, las hormigas, las mariposas (...) El hombre está en último lugar, para nosotros, lo más importante es la vida”.

En las culturas

Aymara • Antiguamente los pobladores de las comunidades aymaras en Bolivia aspiraban a ser qamiris (personas que viven bien).

Quechuas • De igual manera las personas de esta cultura anhelaban ser un qhapaj (gente que vive bien). Un bienestar que no es el económico.

Guaraníes • El guaraní siempre aspira a ser una persona que se mueve en armonía con la naturaleza, es decir que espera algun día ser iyambae.

El Vivir Bien da prioridad a la naturaleza antes que al humano

Éstas son las características que poco a poco se implementarán en el nuevo Estado Plurinacional.

Priorizar la vida

Vivir Bien es buscar la vivencia en comunidad, donde todos los integrantes se preocupan por todos. Lo más importante no es el humano (como plantea el socialismo) ni el dinero (como postula el capitalismo), sino la vida. Se pretende buscar una vida más sencilla. Sea el camino de la armonía con la naturaleza y la vida, con el objetivo de salvar el planeta y da prioridad a la humanidad.

Llegar a acuerdos en consenso

Vivir Bien es buscar el consenso entre todos, lo que implica que aunque las personas tengan diferencias, al momento de dialogar se llegue a un punto neutral en el que todas coincidan y no se provoquen conflictos. “No estamos en contra de la democracia, pero lo que haremos es profundizarla, porque en ella existe también la palabra sometimiento y someter al prójimo no es vivir bien”, aclaró el canciller David Choquehuanca.

Respetar las diferencias


Vivir Bien es respetar al otro, saber escuchar a todo el que desee hablar, sin discriminación o algún tipo de sometimiento. No se postula la tolerancia, sino el respeto, ya que aunque cada cultura o región tiene una forma diferente de pensar, para vivir bien y en armonía es necesario respetar esas diferencias. Esta doctrina incluye a todos los seres que habitan el planeta, como los animales y las plantas.

Vivir en complementariedad

Vivir Bien es priorizar la complementariedad, que postula que todos los seres que viven en el planeta se complementan unos con otros. En las comunidades, el niño se complementa con el abuelo, el hombre con la mujer, etc. Un ejemplo planteado por el Canciller especifica que el hombre no debe matar a las plantas, porque ellas complementan su existencia y ayudan a que aquél sobreviva.

Equilibrio con la naturaleza


Vivir Bien es llevar una vida de equilibrio con todos los seres dentro de una comunidad. Al igual que a la democracia, a la justicia también se la considera excluyente, según el canciller David Choquehuanca, porque sólo toma en cuenta a las personas dentro de una comunidad y no a lo que es más importante: la vida y la armonía del hombre con la naturaleza. Es por eso que Vivir Bien aspira a tener una sociedad con equidad y sin exclusión.

Defender la identidad

Vivir Bien es valorar y recuperar la identidad. Dentro del nuevo modelo, la identidad de los pueblos es mucho más importante que la dignidad. La identidad implica disfrutar plenamente una vida basada en valores que se han resistido por más de 500 años (desde la conquista española) y que han sido legados por las familias y comunidades que vivieron en armonía con la naturaleza y el cosmos.

Uno de los objetivos principales del Vivir Bien es retomar la unidad de todos los pueblos

El ministro de Relaciones Exteriores, David Choquehuanca explicó que el saber comer, beber, danzar, comunicarse y trabajar son también algunos aspectos fundamentales

Aceptar las diferencias

Vivir Bien es respetar las semejanzas y diferencias entre los seres que viven en el mismo planeta. Va más allá del concepto de la diversidad .”No hay unidad en la diversidad, sino es semejanza y diferencia, porque cuando se habla de diversidad sólo habla de las personas”, dice el Canciller. Este planteamiento se traduce en que los seres semejantes o diferentes jamás deben lastimarse.

Priorizar derechos cósmicos

Vivir Bien es dar prioridad a los derechos cósmicos antes que a los Derechos Humanos. Cuando el Gobierno habla de cambio climático, también se refiere a los derechos cósmicos, asegura el Ministro de Relaciones Exteriores. “Por eso el Presidente (Evo Morales) dice que va a ser más importante hablar sobre los derechos de la madre tierra que hablar sobre los derechos humanos”.

Saber comer

Vivir Bien es saber alimentarse, saber combinar las comidas adecuadas a partir de las estaciones del año (alimentos según la época). El ministro de Relaciones Exteriores, David Choquehuanca, explica que esta consigna debe regirse en base a la práctica de los ancestros que se alimentaban con un determinado producto durante toda una estación. Comenta que alimentarse bien garantiza la salud.

Saber beber

Vivir Bien es saber beber alcohol con moderación. En las comunidades indígenas cada fiesta tiene un significado y el alcohol está presente en la celebración, pero se lo consume sin exagerar o lastimar a alguien. “Tenemos que saber beber, en nuestras comunidades teníamos verdaderas fiestas que estaban relacionadas con las épocas estacionales. No es ir a una cantina y envenenarnos con cerveza y matar las neuronas”.

Saber danzar

Vivir Bien es saber danzar, no simplemente saber bailar. La danza se relaciona con algunos hechos concretos como la cosecha o la siembra. Las comunidades continúan honrando con danza y música a la Pachamama, principalmente en épocas agrícolas; sin embargo, en las ciudades las danzas originarias son consideradas como expresiones folclóricas. En la nueva doctrina se renovará el verdadero significado del danzar.

Saber trabajar

Vivir Bien es considerar el trabajo como fiesta. “El trabajo para nosotros es felicidad”, dice el canciller David Choquehuanca, quien recalca que a diferencia del capitalismo donde se paga para trabajar, en el nuevo modelo del Estado Plurinacional, se retoma el pensamiento ancestral de considerar el trabajo como una fiesta. Es una forma de crecimiento, por eso en las culturas indígenas se trabaja desde pequeños.

Retomar el abya laya

Vivir Bien es promover que los pueblos se unan en una gran familia. Para el Canciller, esto implica que todas las regiones del país se reconstituyan en lo que ancestralmente se consideró como una gran comunidad. “Esto se tiene que extender a todos los países, es por eso que vemos buenas señales de presidentes que están en la tarea de unir a todos los pueblos y volver ser el Abya Laya que fuimos”.

Reincorporar la agricultura


Vivir Bien es reincorporar la agricultura a las comunidades. Parte de esta doctrina del nuevo Estado Plurinacional es recuperar las formas de vivencia en comunidad, como el trabajo de la tierra, cultivando productos para cubrir las necesidades básicas para la subsistencia. En este punto se hará la devolución de tierras a las comunidades, de manera que se generen las economías locales.

Saber comunicarse

Vivir Bien es saber comunicarse. En el nuevo Estado Plurinacional se pretende retomar la comunicación que existía en las comunidades ancestrales. El diálogo es el resultado de esta buena comunicación que menciona el Canciller. “Tenemos que comunicarnos como antes nuestros padres lo hacían,y resolvían los problemas sin que se presenten conflictos, eso no lo tenemos que perder”.

El Vivir Bien no es “vivir mejor” como plantea el capitalismo

Entre los preceptos que establece el nuevo modelo del Estado Plurinacional, figuran el control social, la reciprocidad y el respeto a la mujer y al anciano.

Control social

Vivir Bien es realizar un control obligatorio entre los habitantes de una comunidad. “Este control es diferente al propuesto por la Participación Popular, que fue rechazado (por algunas comunidades) porque reduce la verdadera participación de las personas”, dijo el canciller Choquehuanca. En los tiempos ancestrales, “todos se encargaban de controlar las funciones que realizaban sus principales autoridades”.

Trabajar en reciprocidad

Vivir Bien es retomar la reciprocidad del trabajo en las comunidades. En los pueblos indígenas esta práctica se denomina ayni, que no es más que devolver en trabajo la ayuda prestada por una familia en una actividad agrícola, como la siembra o la cosecha. “Es uno más de los principios o códigos que nos garantizarán el equilibrio frente a las grandes sequías”, explica el Ministro de Relaciones Exteriores.

No robar y no mentir

Vivir Bien es basarse en el ama sua y ama qhilla (no robar y no mentir, en quechua ). Es uno de los preceptos que también están incluidos en la nueva Constitución Política del Estado y que el Presidente prometió respetar. De igual manera, para el Canciller es fundamental que dentro de las comunidades se respeten estos principios para lograr el bienestar y confianza en sus habitantes. “Todos son códigos que se deben seguir para que logremos vivir bien en el futuro”.

Proteger las semillas

Vivir Bien es proteger y guardar las semillas para que en un futuro se evite el uso de productos transgénicos. El libro “Vivir Bien, como respuesta a la crisis global”, de la Cancillería de Bolivia, especifica que una de las características de este nuevo modelo es el de preservar la riqueza ancestral agrícola con la creación de bancos de semillas que eviten la utilización de transgénicos para incrementar la productividad, porque se dice que esta mezcla con químicos daña y acaba con las semillas milenarias.

Respetar a la mujer


Vivir Bien es respetar a la mujer, porque ella representa a la Pachamama, que es la Madre Tierra poseedora de dar vida y cuidar a todos sus frutos. Por estas razones, dentro de las comunidades, la mujer es valorada y está presente en todas las actividades orientadas a la vida, la crianza, la educación y la revitalización de la cultura. Los pobladores de las comunidades indígenas valoran a la mujer como base de la organización social, porque transmiten a sus hijos los saberes de su cultura.

Vivir Bien y NO mejor

Vivir Bien es diferente al vivir mejor, que se le relaciona con el capitalismo. Para la nueva doctrina del Estado Plurinacional, vivir mejor se traduce en egoísmo, desinterés por los demás, individualismo y solamente pensar en el lucro. Considera que la doctrina capitalista impulsa la explotación de las personas para la captación de riqueza en pocas manos, mientras que el Vivir Bien apunta a una vida sencilla que mantenga una producción equilibrada.

Recuperar recursos

Vivir Bien es recuperar la riqueza natural del país y permitir que todos se beneficien de ésta de manera equilibrada y equitativa. La finalidad de la doctrina del Vivir Bien también es la de nacionalizar y recuperar las empresas estratégicas del país en el marco del equilibrio y la convivencia entre el hombre y la naturaleza en contraposición con una explotación irracional de los recursos naturales. “Ante todo se debe priorizar a la naturaleza”, agregó el Canciller.

Ejercer la soberanía


Vivir Bien es construir, desde las comunidades, el ejercicio de la soberanía en el país . Esto significa, según el libro “Vivir Bien, como respuesta a la crisis global”, que se llegará a una soberanía por medio del consenso comunal que defina y construya la unidad y la responsabilidad a favor del bien común, sin que nadie falte. En ese marco se reconstruirán las comunidades y naciones para construir una sociedad soberana que se administrará en armonía con el individuo, la naturaleza y el cosmos.

Aprovechar el agua

Vivir Bien es distribuir racionalmente el agua y aprovecharla de manera correcta. El Ministro de Relaciones Exteriores comenta que el agua es la leche de los seres que habitan el planeta. “Tenemos muchas cosas, recursos naturales, agua y por ejemplo Francia tampoco tiene la cantidad de agua ni la cantidad de tierra que hay en nuestro país, pero vemos que no hay ningún Movimiento Sin Tierra, así que debemos valorar lo que tenemos y preservarlo lo más posible, eso es Vivir Bien”.

Escuchar a los mayores

Vivir Bien es leer las arrugas de los abuelos para poder retomar el camino. El Canciller destaca que una de las principales fuentes de aprendizaje son los ancianos de las comunidades, que guardan historias y costumbres que con el pasar de los años se van perdiendo. “Nuestros abuelos son bibliotecas andantes, así que siempre debemos aprender de ellos”, menciona. Por lo tanto los ancianos son respetados y consultados en las comunidades indígenas del país.

Fuente: http://www.la-razon.com/versiones/20100131_006989/nota_247_946416.htm

Un millón de personas sigue sin hogar en Haití

Lunes 8 de Febrero de 2010

LOS TITULARES DE HOY


EL RESTO DE LA HORA DE DEMOCRACY NOW!

  • Michael Pollan habla sobre su libro “Food Rules: An Eater’s Manual” (Las reglas de la comida: manual para el comensal)

    Pollan-foodrules-democracynow

    Michael Pollan, autor de The Omnivore’s Dilemma (El dilema del omnívoro) y In Defense of Food (En defensa de la alimentación), habla sobre la relación entre la atención médica y la dieta, los peligros de la comida procesada, el poder de lobby de la industria de la carne, el “complejo nutricional-industrial”, el impacto que la agricultura industrial tiene sobre el calentamiento global y sus sesenta y cuatro reglas para la alimentación. “Los mercados están llenos de lo que yo llamo sustancias comestibles parecidas a la comida, pero que debemos evitar”, afirma Michael Pollan. “Así que muchas de las reglas están para ayudarte, ya sabes, para navegar por ese traicionero paisaje que es el supermercado estadounidense”. Hoy emitimos un fragmento del documental nominado al Óscar "Food, Inc.” (Comida S.A.) y pasamos el resto del programa hablando con Michael Pollan.

    Escuche/Vea/Lea (en inglés)