El 15 de agosto de hace un año, un terremoto sacudió Perú. Casas, colegios e infraestructuras quedaron derruidas. Miles de ciudadanos perdieron sus medios de vida. Centenares de personas resultaron heridas, 500 fallecidas y sus familias destrozadas.
Pisco, Ica y Chincha fueron las ciudades más perjudicadas.
La población española se volcó con la población peruana. Pero todavía queda mucho por hacer. Un equipo de Entreculturas ha visitado las principales zonas afectadas un año después de la tragedia.
Se prevé que las consecuencias del terremoto aún duren mucho tiempo, a pesar de la primera ayuda humanitaria y pese a que la población peruana se movilizara de inmediato tras el seísmo.
Minutos después de que sus casas se derrumbaran, las mujeres se organizaron y formaron ollas comunes para dar de comer a sus familias. "De repente salí a la calle y me encontré a mi vecina llorando delante de su casa, que se había caído por el terremoto, y la vi tan triste que le pregunté qué iba a hacer de comida. Como no reaccionaba, le dije qué le parecía si hacíamos una sopa seca o un caldo. Me contestó `Ya pues´, y enseguida empezaron a unirse otras mujeres que fueron aportando la comida que tenían. Así fue como se formó la olla común", explica una residente de Chincha que, todavía hoy, continúa con la tarea que inició el día del terremoto; "Les agradecemos a ustedes su preocupación y su ayuda, pero seguimos necesitando apoyo pues la población sigue con muchas dificultades", afirma.
Otros vecinos se pusieron manos a la obra para levantar casas y aulas provisionales hechas de estera a fin de que los niños y las niñas pudieran retomar sus clases cuanto antes y para que muchas familias no tuvieran que dormir a la intemperie.
Entreculturas reaccionó al desastre de forma inmediata. Al día siguiente del terremoto, un equipo de emergencia inició el trabajo de distribución de alimentos, medicinas, y material médico para los heridos y damnificados. Posteriormente, se centró en la reconstrucción del sistema educativo -que ya apoyaba antes del terremoto-. En el barrio de Pueblo Nuevo (Chincha), cerca de 1.200 niños y niñas pudieron retomar las clases un mes después del seísmo gracias a aulas provisionales de madera. Hoy, transcurrido un año, estos mismos alumnos cuentan con un nuevo colegio que, además de haber mejorado sus prestaciones, ha ampliado su espacio para dar cabida a nuevo alumnado. Por su parte, las aulas provisionales se han trasladado a otros colegios del Movimiento de Educación Popular Fe y Alegría que apoya Entreculturas o se han cedido al servicio público mientras el Estado peruano termina de reconstruir otros centros escolares Entreculturas ha comprobado que todavía quedan colegios estatales sin reconstruir y que los niños y niñas siguen recibiendo las clases en aulas de esteras (paja entrelazada). Aún hay multitud de escombros por las calles y muchos hombres y mujeres están viviendo en situación precaria durante el frío invernal de estos días.
“A pesar de las necesidades que todavía tiene la población, también hemos podido ver colegios reconstruidos, aulas provisionales de madera que se han ido trasladando de un lugar a otro para aprovecharlas al máximo, profesores poniendo todo de su parte para sacar adelante a su alumnado, mujeres con la firme determinación de no dejarse vencer por la adversidad y organizarse en ollas comunes para poder alimentar a sus hijos e hijas, en definitiva, una sociedad civil con una capacidad de acción encomiable, articulándose por barrios, por profesiones, etc.“, comenta el equipo de Entreculturas que ha visitado Perú. Hemos pasado peripecias muy lamentables, nuestros estudiantes se encuentran con una autoestima muy por debajo de lo normal, lo que también se debe a que el 100% de las casas de nuestros alumnos han quedado en escombros. A la fecha de hoy, que ya son 12 meses desde el terremoto, nadie se ha acordado de ellos, ni tampoco de nuestra institución educativa, que resultó muy deteriorada.
Nuestros estudiantes están funcionando en dos aulas provisionales hechas de estera, hacinados y pasando frío... a los padres y a mí nos preocupa este abandono y la estabilidad emocional de los niños y niñas".
Cuenta Claudia Coronado, Directora de la Institución Educativa de Ilo.
La implicación de la población peruana está siendo importantísima en la reconstrucción educativa: cabe destacar el apoyo de los padres y madres que, de alguna manera, han intervenido en la edificación de los centros; el papel de las aulas provisionales que se han compartido y se siguen compartiendo de colegio en colegio, la voluntariedad de las madres que se han turnado para preparar la comida de los alumnos en las cocinas escolares o el tesón de los y las docentes para tranquilizar al alumnado y animarle a regresar a las clases a fin de recuperar la normalidad...
“Me gustaría dar las gracias a toda la gente buena que ha dejado la inacción y ha empezado a hacer posible la diferencia a favor del bien”, sentencia Víctor Palacios, Coordinador del Proyecto de la Oficina de Desarrollo Procura para la rehabilitación en Chincha.