Philosophicus, 07-09-2013
Autor : Jeffrey St. Clair
COUNTERPUNCH
¿Quién va a intervenir?
GUERRA BACTERIOLÓGICA: LOS ANTECEDENTES DE EE.UU.
Estados Unidos ha desplegado su arsenal de armas químicas y biológicas
contra Filipinas, Puerto Rico, Vietnam, China, Corea del Norte, Vietnam,
Laos, Camboya, Cuba, Canadá y haitianos emigrantes, además de exponer a
cientos de miles de ciudadanos estadounidenses a una asombrosa variedad
de agentes infecciosos y productos químicos tóxicos, matando a docenas
de personas.
Los experimentos de EE.UU. con armas biológicas se remontan a la
distribución de mantas infectadas con gérmenes del cólera entre pueblos
indígenas de Norteamérica en la década de 1860. En 1900, médicos del
ejército de EE.UU. infectaron en Filipinas a cinco prisioneros con una
variedad de plagas y 29 prisioneros con Beriberi. Al menos cuatro de
esas personas murieron. En 1915, un doctor cuyo trabajo estaba
financiado por el gobierno, expuso a 12 prisioneros en Mississippi a la
pelagra, una enfermedad que produce discapacidades al atacar el sistema
nervioso central.
Después de la I Guerra Mundial, EE.UU. desarrolló un amplio abanico de
armas químicas, produciendo millones de barriles de gas mostaza y
lewisite. Miles de soldados estadounidenses fueron expuestos a estos
agentes químicos para "probar la eficacia de las máscaras antigás y de
los trajes protectores". La Agencia para Veteranos de Guerra se negó a
reconocer los reclamos por discapacidad presentados por las víctimas de
tales experimentos. El ejército también usó gas mostaza para reprimir
manifestaciones anti-EE.UU. en Puerto Rico y las Filipinas en las
décadas de 1920 y 1930.
En 1931, el Dr. Cornelius Rhoads, quien entonces trabajaba para el
Instituto Rockefeller de Investigaciones Médicas, inició sus espantosos
experimentos con cáncer en Puerto Rico, inoculando células cancerígenas
en docenas de personas -que desconocían por completo la naturaleza de
los experimentos. Al menos trece de las víctimas murieron.
Posteriormente, Rhoads dirigió la división de Armas Biológicas del
Ejército de EE.UU. y formó parte de la Comisión de Energía Atómica,
donde supervisó experimentos con radiaciones realizados con miles de
ciudadanos estadounidenses. En memos al Ministerio de Defensa, Rhoads
expresó su opinión de que los disidentes de Puerto Rico podrían ser
"erradicados" con el oportuno uso de bombas bacteriológicas.
En 1942, médicos del ejército y de la armada de EE.UU. infectaron con
malaria a 400 prisioneros en Chicago, un experimento diseñado para
obtener "un perfil de la enfermedad y desarrollar un tratamiento contra
ella". La mayoría de los presos eran afroamericanos y ninguno recibió
información sobre los riesgos que corrían. Estos experimentos con la
malaria en Chicago fueron invocados en la defensa de médicos nazis en el
juicio de Nuremberg.
Al finalizar la II Guerra Mundial, el ejército de EE.UU. contrató al Dr.
Shiro Ishii, jefe de la unidad de guerra biológica del Ejército
Imperial de Japón. El Dr. Ishii había empleado una variedad de agentes
químicos y biológicos contra tropas chinas y de los aliados. También
manejaba un importante centro de investigación en Manchuria, donde se
realizaban experimentos con armas biológicas usando a prisioneros de
guerra chinos, rusos y estadounidenses. Ishii infectó a los prisioneros
con tétanos; les dio tomates contaminados con tifoidea; infectó pulgas
con plagas; inoculó la bacteria que produce sífilis en un grupo de
mujeres; realizó disecciones en prisioneros vivos; e hizo explotar
bombas bacteriológicas sobre docenas de hombres estaqueados. Como
resultado de una negociación con el General Douglas MacArthur, Ishii le
entregó al ejército de EE.UU. más de 10.000 páginas de sus "datos
investigativos", eludió un juicio por crímenes de guerra y fue invitado a
dar una conferencia en Fort Detrick, el centro de armas biológicas del
ejército de EE.UU. en Frederick, Maryland.
En 1950, la armada de EE.UU. fumigó grandes cantidades de Serratia
marcescens, un agente bacteriológico, sobre San Francisco, causando el
brote de una enfermedad similar a la neumonía y provocando la muerte de,
al menos una persona, Ed Nevins.
Un año después, el Primer Ministro de China, Chou En-lai denunció que
los militares y la CIA de EE.UU. habían usado agentes biológicos contra
Corea del Norte y China. Chou presentó declaraciones de 25 prisioneros
de guerra estadounidenses que respaldaron su reclamo de que EE.UU. había
lanzado plumas contaminadas con ántrax, mosquitos y pulgas portadores
de fiebre amarilla y volantes contaminados con cólera sobre Manchuria y
Corea del Norte.
De 1950 a 1953, el ejército de EE.UU. lanzó nubes químicas sobre seis
ciudades de EE.UU. y Canadá. Las pruebas tenían la finalidad de hacer
tests de patrones de dispersión de armas químicas. Los registros del
ejército señalan que los componentes usados en Winnipeg, Canadá, donde
se registraron numerosos casos de enfermedades respiratorias, incluían
cadmio, un químico altamente tóxico.
En 1951, el ejército de EE.UU. contaminó de manera secreta el Centro de
Abastecimiento Naval de Norfolk, en Virginia, con una bacteria
infecciosa. Se escogió un tipo especial de bacteria a la que los
afroamericanos eran más susceptibles que los blancos. Un experimento
similar ocurrió un año más tarde en el Aeropuerto Nacional de
Washington, DC. La bacteria, se determinó después, había estado
conectada con envenenamientos del torrente sanguíneo y de alimentos, y
con problemas respiratorios.
Savanna, Georgia, y Avon Park, Florida, fueron el foco de repetidos
experimentos con armas biológicas en 1956 y 1957. Investigadores del
ejército en armas químicas y biológicas lanzaron millones de mosquitos
en dos pueblos para poner en prueba la habilidad de los insectos para
transmitir la fiebre amarilla y el dengue. Causaron la enfermedad de
cientos de residentes, que sufrieron episodios de fiebre, problemas
respiratorios, encefalitis, muerte fetal y tifoidea. Los investigadores
del ejército fingieron ser empleados de salud pública para fotografiar a
las víctimas y hacer tests con ellos. Se reportaron varias víctimas
fatales.
En 1965, el ejército de EE.UU. y la Dow Chemical Company inyectaron
dioxina en 70 prisioneros (la mayoría afroamericanos) de la prisión
estatal Holmesburg, en Pennsylvania. Los presos presentaron lesiones
graves, y no recibieron tratamiento durante siete meses. Un año después,
el ejército de EE.UU. lanzó la operación de guerra química más
ambiciosa en la historia.
De 1966 a 1972, EE.UU. lanzó más de 12 millones de galones de Agente
Naranja (un herbicida con dioxina) sobre aproximadamente 1,82 millones
de hectáreas en Vietnam del Sur, Laos y Camboya. El gobierno de Vietnam
estimó que el Agente Naranja causó la muerte de más de 500.000 civiles.
El legado continúa con altos niveles de defectos congénitos en áreas que
habían sido saturadas con químicos. Decenas de miles de soldados
estadounidenses también se cuentan entre las víctimas del Agente
Naranja.
En un experimento que continúa con la categoría de "clasificado" hasta
hoy, el ejército de EE.UU. fumigó con un agente bacterial no
identificado el sistema de transporte subterráneo de Nueva York en 1966.
Se desconoce si el test causó algún tipo de enfermedad.
Un año después, la CIA colocó una sustancia química en las fuentes de
agua potable de la sede central de la Agencia de Alimentos y
Medicamentos en Washington, DC. El test había sido diseñado para
comprobar si era posible envenenar el agua potable con LSD u otros
alucinógenos.
En 1969, el Dr. D.M. McArtor, vicedirector de Investigación y Tecnología
del Ministerio de Defensa, solicitó al Congreso $10 millones de dólares
para desarrollar un agente biológico sintético que sea resistente "a
los procesos inmunológicos y terapéuticos de los que dependemos para
mantener una libertad relativa de las enfermedades infecciosas".
En 1971, los primeros casos documentados de gripe porcina en el
hemisferio occidental ocurrieron en Cuba. Un agente de la CIA
posteriormente (en marzo de 1991) admitió que había recibido
instrucciones para entregar el virus a exiliados cubanos en Panamá,
quienes luego lo transportaron hasta Cuba. Esta asombrosa admisión
recibió escasa atención de la prensa estadounidense.
En 1980, cientos de hombres haitianos, que habían sido prisioneros en
campos de detención en Miami y Puerto Rico, presentaron síntomas de
ginecomastia después de haber sido inyectados con "hormonas" por médicos
de EE.UU. Ginecomastia es una patología en la que el tejido del seno
masculino se agranda.
En 1981, Fidel Castro acusó a la CIA de ser la responsable de un brote
de dengue hemorrágico en Cuba. El dengue hemorrágico mató a 188
personas, incluyendo 88 niños. En 1988, un líder del exilio cubano
llamado Eduardo Arocena admitió haber transportado "algunos gérmenes" a
Cuba en 1980.
Cuatro años después, una epidemia de dengue hemorrágico azotó Managua,
Nicaragua. Casi 50.000 personas se enfermaron y docenas murieron. Este
fue el primer brote de dengue hemorrágico en Nicaragua. Ocurrió en el
momento más álgido de la guerra contra el gobierno sandinista y después
de una serie de vuelos bajos de "reconocimiento" sobre la ciudad
capital.
En 1996, el gobierno de Cuba acusó nuevamente a EE.UU. de "agresión
biológica". Esta vez por la presencia de un insecto que destruye los
cultivos de papa, las palmeras y otras plantas. El insecto, Thrips
palmi, apareció por primera vez en Cuba el 12 de diciembre de 1996, poco
después de que vuelos rasantes de aviones fumigadores de EE.UU.
sobrevolaran la isla. EE.UU. logró frenar una investigación de Naciones
Unidas sobre el incidente.
Al finalizar la Guerra del Golfo, el ejército de EE.UU. hizo estallar un
depósito de armas químicas iraquíes en Kamashiya. En 1966, el
Ministerio de Defensa finalmente admitió que más de 20.000 militares de
EE.UU. habían sido expuestos a gases VX y sarín a raíz de la operación
realizada en Kamashiya. Eso podría ser una de las causas de la llamada
"enfermedad de la Guerra del Golfo". Otra de las causas fue, sin duda,
la inoculación experimental de vacunas en más de 100.000 militares.
Jeffrey St. Clair
JEFFREY ST. CLAIR es el editor de CounterPunch y autor de Been Brown So
Long It Looked Like Green to Me: the Politics of Nature, Grand Theft
Pentagon y Born Under a Bad Sky. Su último libro es Hopeless: Barack
Obama and the Politics of Illusion. Puede ser contactado en: [email
protected].