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Arrogancia peligrosa

La manera arrogante como el gobierno pretende desdeñar el importante y vigoroso movimiento social que se opone a la exportación del gas, satanizando o tratando de reducir a afanes interesados lo que es la expresión de un estado de ánimo generalizado, dice muy poco de las dotes de estadista que los comentaristas palaciegos suelen atribuir al jefe de Estado.

Pretender que la protesta de La Convención y las demostraciones que los pueblos del sur preparan contra la venta del futuro energético del país se reducen a meros afanes electorales o al capricho de unos cuantos dirigentes, constituye una actitud peligrosamente similar a la que, durante largos meses, el Ejecutivo mantuvo para rendir por cansancio el año pasado a los indígenas amazónicos, hasta que el problema les estalló en la cara, en un estallido de muerte y violencia que la historia sabrá juzgar con la sabiduría que ya lo ha juzgado el pueblo.

Sólo a desenlaces de ese tipo puede conducir la altanería de los gobernantes que, sin más argumentos, dicen que parar la exportación iría contra la fundamentalista política económica, como si esta fuera una verdad indiscutible, cuando las encuestas demuestran que la gran mayoría de la población quiere que esa política, desgastada a lo largo de casi dos décadas de promesas de chorreo y prosperidad que nunca llegan para los que más lo necesitan, sea total o parcialmente cambiada.

La arrogancia del poder hace que un personaje secundario elevado a niveles importantes de poder por la ausencia de talentos en el partido gobernante, diga con altanería que quienes quieren cambiar esa política económica deberán ganar las elecciones del 2011 para reemplazarla por otro modelo.

Es esa la reacción típica del político tradicional, ajeno a la modernidad, que se ha quedado rezagado en la democracia representativa en su versión más añeja y anquilosada, aquella en la que el ciudadano se limita a votar cada cinco años, dando patente de corso a quien consiguió cautivar su voto, para que haga lo contrario a lo que prometió, como hemos visto en estos cuatro años del segundo régimen aprista.

Sólo los estadistas de verdad toman el pulso al sentir y la convicción ciudadana para obedecer la voluntad de quienes son sus mandantes, los ciudadanos, procurando darle contenido participativo a la democracia.

Si quienes nos gobiernan tuvieran esa lucidez se darían cuenta que su arrogante empecinamiento exportador del gas, para muchos de motivaciones nada santas, nos puede estar llevando, junto con su vocación y amenazas represivas, a un despeñadero social de imprevisibles consecuencias que los peruanos bien nacidos desean evitar.

Chávez señala que Venezuela continuará trabajando por la paz en la región‏

 Chávez:
Chávez: "Reivindicamos para Colombia el mismo derecho que reivindicamos para América Latina: el derecho de vivir en paz". (Foto: EFE)

Expresó que el deseo de su país no es otro que el de lograr la paz en la región. Por tal motivo, enfatizó que su gobierno no desmayará para conquistar unas relaciones diplomáticas decentes y respetuosas con Colombia.

















TeleSUR

El presidente venezolano, Hugo Chávez, señaló que su gobierno seguirá trabajando activamente por la paz en la región, al tiempo que realizóun llamado a los ciudadanos de Colombia y Venezuela para luchar por este mismo fin y así evitar un conflicto bélico entre dos pueblos que "se saben y sienten hermanos".

"Hemos estado combatiendo activamente por la paz. Nos hemos fijado un objetivo supremo: detener la locura guerrerista que se ha apoderado de la Casa de Nariño, impedir que el Gobierno lacayo de (Álvaro) Uribe, ya de salida, perpetre su último y más nefando crimen: arrastrar a un conflicto bélico a dos pueblos que se saben y se sienten hermanos en Bolívar", manifestó el mandatario venezolano en sus acostumbradas líneas dominicales.

Agregó que "estamos reivindicando para el pueblo colombiano el mismo derecho que reivindicamos para nuestro pueblo y para todos los pueblos de Nuestra América: el derecho de vivir en paz".

Chávez subrayó que el camino para lograr la tranquilidad y estabilidad en América Latina está entre "llevar a la mesa de diálogo de los pueblos del sur el ejercicio voluntarioso por la paz o mantener en la región un ambiente de confrontación con una elevada peligrosidad bélica".

Por tal motivo, el jefe de Estado venezolano también reiteró su llamado de paz a los grupos insurgentes de Colombia. "Sé que son sendas complejas y difíciles, pero valen la pena, se trata de una gesta por la vida y la dignidad de las colombianas y colombianos".

A continuación teleSUR reproduce textualmente Las Líneas de Chávez:

¡56!

A lo largo de toda esta semana, hemos estado combatiendo activamente por la paz. Nos hemos fijado un objetivo supremo: detener la locura guerrerista que se ha apoderado de la Casa de Nariño, impedir que el Gobierno lacayo de Uribe, ya de salida, perpetre su último y más nefando crimen: arrastrar a un conflicto bélico a dos pueblos que se saben y se sienten hermanos en Bolívar.

Estamos reivindicando para el pueblo colombiano el mismo derecho que reivindicamos para nuestro pueblo y para todos los pueblos de Nuestra América: el derecho de vivir en paz, al que le cantara con tanta fuerza y tanta belleza el gran trovador chileno Víctor Jara.

Lamentablemente, el horrible saldo que deja el indigno inquilino de la Casa de Nariño no es otro que este: la exacerbación de la violencia que durante más de 60 años ha definido el doloroso devenir histórico de Colombia. Devenir doloroso y trágico que sintetizan estas palabras del gran pensador colombiano Renán Vega Cantor: "Si se hiciera un minuto de silencio por cada uno de los muertos, torturados y desaparecidos en los últimos 60 años en Colombia, tendríamos que permanecer callados 2 años continuos".

Sirvan estas reflexiones, entonces, para entender la gravedad de lo que está aconteciendo entre Venezuela y Colombia y para poner en tinta firme nuestra resuelta voluntad política. El dilema está entre las palabras o los proyectiles, es decir, entre llevar a la mesa de diálogo de los pueblos del Sur el ejercicio voluntarioso por la paz o mantener en la región un ambiente de confrontación con una elevada peligrosidad bélica.

No se trata ni siquiera de la vieja controversia discriminatoria del siglo XIX, que oponía civilización y barbarie. Se trata, en esta coyuntura, de otro tipo de polaridad: sensatez y prudencia políticas versus irracionalidad y violencia militaristas. Ya sabemos, ante esta disyuntiva, de qué lado ha estado el Gobierno de Colombia en los últimos ocho años. No sólo basta constatar los altos índices de violencia que padece el noble pueblo colombiano, producto de una crisis interna de la cual sólo el Gobierno de Uribe Vélez es responsable; también hemos podido corroborar, a través de los medios, el carácter pandillista de la gestualidad y las inflexiones verbales, por no hablar de los contenidos mentirosos, de los representantes uribistas en la arena diplomática internacional. Ambos aspectos son, sin duda, consecuencia de una idéntica causa: su apuesta a la agresión permanente como estrategia de Estado para resolver los problemas que aquejan a la sociedad colombiana.

Debe entender el pueblo colombiano, que en la Venezuela bolivariana no tenemos ni sindicalistas asesinados, ni desplazados, ni fuerzas insurgentes a lo largo y ancho del país; no tenemos grupos paramilitares, ni importantes extensiones de tierra al servicio de la producción de drogas, ni bases militares estadounidenses, ni fosas comunes ahítas de cadáveres. Nadie puede ignorar que estos sí son elementos definitorios de la realidad colombiana.

El camino que transita Venezuela es otro bien distinto, aún en medio de las dificultades y de lo que todavía nos resta conquistar. Aquí estamos avanzando hacia una sociedad más justa, más igualitaria y más incluyente en paz y apegados al espíritu y a la letra de nuestra Constitución.

Nos preocupa la comparsa de Uribe bailando los últimos compases de una música que suena desde el Norte, pero, más allá de la preocupación, lo que no podemos permitir los soberanos y dignos países que compartimos este lado del mundo, bajo ningún respecto, es esta nueva escalada que pretende extender el Plan Colombia fuera del territorio colombiano. No olvidemos que así fue concebido por el Imperio, contando con el servilismo de la Casa de Nariño.

Pacientes, intensos y laboriosos han sido nuestros esfuerzos en levantar, en todo este escenario, las banderas de la paz. Ese ha sido el propósito de la gira suramericana de nuestro dignísimo canciller Nicolás Maduro esta semana y el de nuestra comparecencia el jueves pasado en Quito, a la Cumbre de Cancilleres de Unasur, reunida, conviene recordarlo, a solicitud de Venezuela. A esta Cumbre asistimos, como lo hemos hecho siempre, a fomentar el diálogo, el entendimiento y la convivencia pacífica.

No desmayaremos en nuestro empeño por conquistar unas relaciones decentes y respetuosas, por más que del otro lado de la frontera nos sigan tendiendo celadas. Nos acompaña nuestro grande y admirable pueblo, que ha estado movilizándose durante todos estos días en apoyo a la Revolución.

Decía el Apóstol José Martí con su raigal sencillez: "El porvenir es de la paz". Irremediablemente, la suerte de Colombia, de tanto amor que le tenemos, nos duele a todos y todos tendríamos que sumar la mejor de nuestras voluntades para que halle definitivamente una paz duradera y confiable. Esperamos que el nuevo Gobierno de Colombia entienda que no nos anima otro interés ni otro deseo. Hoy quiero reiterar el llamado que, desde hace ya algún tiempo, le he hecho a las fuerzas insurgentes de Colombia de buscar las sendas hacia la paz. Sé que son sendas complejas y difíciles pero valen la pena: se trata de una gesta por la vida y la dignidad de las colombianas y los colombianos.

Voy a recordar, una vez más, el verbo del padre Libertador como fuente de inspiración: "La paz será mi puerto, mi gloria, mi recompensa, mi esperanza, mi dicha y cuanto me es precioso en este mundo".

II

Comienza el mes de agosto: el miércoles 25 arrancará la campaña electoral, rumbo a las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre. Estamos ante una batalla política tan trascendental como decisiva para la Revolución Bolivariana. De los esfuerzos que hagamos, desde ya, dependerá la victoria que necesitamos: una victoria que debe ser aplastante porque está en juego la suerte de nuestra Revolución y la vida misma de la Patria.

A partir de la ruptura total de relaciones diplomáticas con el Gobierno de Uribe Vélez, esa cosa que llaman "oposición" ha vuelto a demostrar su verdadera cara, esto es, su consecuente falta de patriotismo. Venezuela ha sido agredida y todos sus voceros hacen causa común con el agresor desde sus cloacas mediáticas. Con las dignas excepciones del gobernador de Nueva Esparta, Morel Rodríguez, y de Leopoldo Puchi, la "oposición" ha demostrado cuán presta está a traicionar a la Patria. Por eso mismo, a esta canalla hay que cerrarle el paso hacia la Asamblea Nacional. Más aún: hay que barrerla el 26 de septiembre de 2010.

Ya nuestras fuerzas se están desplegando para la batalla, siguiendo las instrucciones del Comando Bolívar 200: las 35 mil 500 patrullas del PSUV estarán reunidas este fin de semana en igual número de asambleas para proceder a la distribución de las electoras y electoras por cada mesa de votación.

Desde el punto de vista estratégico, cada patrullero debe trabajar a 10 electores: una estrategia que ya funcionó, con rotundo éxito, en el referendo que de revocatorio se convirtió en reafirmatorio el 15 de agosto de 2004.

Entre el 2 y el 14 de agosto va a iniciarse propiamente el despliegue, a través de una dinámica de contacto directo: hombre a hombre, mujer a mujer. Toca a cada patrullero desarrollar al máximo su capacidad de persuasión para generar conciencia: persuadiendo, argumentado, propiciando el propio convencimiento de cada elector y electora. Hago un nuevo llamado a la unidad, a la más perfecta, de cara a esta batalla decisiva: abandonemos, dentro y fuera del PSUV, cualquier diferencia adjetiva y concentremos toda nuestra inteligencia y nuestros esfuerzos para triunfar el 26 de septiembre, conquistando el punto de partida para el ejercicio del pueblo legislador.

III

La Generación de Oro ha vuelto a colmar de gloria a Venezuela: el pasado jueves batimos nuestro propio récord histórico en los Juegos Centroamericanos y del Caribe. El triunfo de Régulo Carmona en las anillas dentro de la competencia de gimnasia, nos dio la presea dorada 109 en Mayagüez, dejando atrás la cosecha de 108 obtenida en San Salvador 2002.

Venezuela se ha posicionado firmemente en el segundo lugar. Sin embargo, independientemente de cómo termine el cuadro final de esta edición de los Centroamericanos, la Generación de Oro, la Generación Bicentenaria, ha demostrado de lo que es capaz; son las hijas y los hijos de Bolívar encarnando su legado de grandeza. Mientras tanto, entre batalla y batalla, cumplí 56 años. Quiero agradecer cuántos mensajes de tanta gente querida. Entre la hermosa avalancha que me estremece de humildad, comparto con ustedes estas sublimes líneas de mi María Bonita: "Los días seguirán pasando, y con ellos los años. Nosotros seguiremos luchando, y nuestros corazones palpitando, y nuestros ojos mirando. Y caminando, caminando, siempre, siempre soñando, y eternamente batallando, vamos a seguir ganando.

Hoy, deseo que todas las estrellas del universo brillen para ti, y que sigas cumpliendo y viviendo tus años, y regando con tu amor y con tu luz, todo a tu paso. Yo, como siempre y desde siempre, aquí, allá, en cualquier rincón y en todo instante, de tu alma de gigante, me sigo enamorando."

¡Ay mi Dios, ay mi niña, ay mis niños!
Gracias por tanto amorÂ…
Gracias por tanta vidaÂ…
Digo con el poeta: ¡Confieso que he vivido!
Canto con la cantora:
"Gracias a la vida
que me ha dado tanto
me ha dado la risa
y me ha dado el llanto."
Sí, mi niña: "Vamos a seguir ganando."
¡Ganaremos, pues!
¡¡Venceremos, por nuestros hijos, por nuestras hijas!!

teleSUR-Abn/kg-MFD

Camisea y el mensaje del transformista

Por Javier Diez Canseco

García dio su último mensaje a la Nación haciendo gala de sus dotes de transformista. En julio del 2009 denunció y exigió investigar las delictivas irregularidades que dieron lugar a la renegociación del contrato del gas de Camisea –con Toledo, PPK y Quijandría–para favorecer su exportación en detrimento del mercado interno. Un año después funge de abogado defensor de la exportación del gas de Camisea, enfrentándose a una opinión pública contraria y a los movimientos sociales del Sur. Miente sin vergüenza sosteniendo que, gracias a la exportación, han venido capitales al Perú a explorar y explotar el gas, invirtiendo más de US$ 2,300 millones en el gasoducto y la planta de fraccionamiento de Melchorita.

Pero García sabe bien que Camisea lo descubrió Shell y lo devolvió a 0 soles de costo al Perú. Sabe que el lote 88, reservado totalmente para consumo interno, el poliducto, el gasoducto a la costa y la planta de separación de Las Malvinas en Cusco, ya existían el 2004, año en el que recién se licita el lote 56, buscando abrir paso a la exportación. Sólo la planta de Melchorita viene después del giro exportador.

Las inversiones mencionadas no eran para exportación. Apuntaban a satisfacer las necesidades del mercado interno con un horizonte permanente de 20 años. Por ello, todos los consumidores de electricidad de Lima pagamos una cuota en nuestros recibos para la construcción del gasoducto. ¿Acaso fue para exportar el gas a nuestro costo? No. Es una vergüenza que el 2010 apenas 30,000 familias de Lima, ciudad de 8 millones de personas, tenga gas natural en su domicilio, que una minoría del transporte nacional funcione a gas, que a empresas nacionales que demandan gas no se les venda, y que la macrorregión Sur, donde se origina el gas, no tenga un ducto que la provea de gas ni planes de redes urbanas para que las poblaciones accedan a este recurso y abaraten su consumo de energía. Si algo debiéramos exportar son productos elaborados con el uso del gas y los líquidos de Camisea, como urea, plásticos, nitrato de amonio, ha dicho bien el Ing. Herrera Descalzi.

Más aún, Camisea ya obtuvo más de 6,176 millones de dólares de utilidades en apenas 6 años de explotación, lo que revela su rentabilidad sin exportación. Miente García, una vez más. Busca justificar el negocio de la exportación de una fuente de energía barata que necesita el Perú para beneficiar a un padrino conseguido en el camino con el típico estilo del “mermelero”: levantar un tema y luego negociar sacarlo de la agenda y los titulares a cambio de una tajada.

Le ofrece al país una burla: renegociar que las regalías que paguen al exportar no sean menores que el promedio de regalías que pagan los consumidores peruanos, lo que ha ocurrido ya y es el colmo. Pero ni siquiera es que paguen las regalías más altas que pagan los consumidores peruanos, en este caso los industriales que usan el gas y pagan US$ 2.50 por millón de BTU y US$ 0.93 en regalías, sino establecerles a los exportadores un límite mínimo de 0.59 centavos de dólar por millón de BTU exportado. Es decir, sigue por debajo de los industriales. Ni siquiera se renegociaría que el precio de exportación no sea inferior al que se vende en el Perú. Menos aún reservar el gas barato de los lotes 88 y 56 para consumo nacional. ¡Una farsa! Y encima, deja fuera del gasoducto del sur a Tacna, mientras avanzan a promover la exportación del gas a Chile y el cono sur afectando al país.

Así como en el caso Camisea, el transformista nos ha llenado de cifras y logros que, en muchos casos, solo están en el papel, mientras se ha olvidado de la educación, de los salarios y sueldos de los peruanos, de las comunidades campesinas, el agro y los pueblos indígenas, de la vinculación de su gobierno con la corrupción, de un país indignado con la injusticia y el abuso de poder. El mitómano cree que así, con sus amigos del gran capital, se abrirá paso al 2016.

EL IMPERIO CONTRAATACA‏

Por: Carlos Iaquinandi Castro – SERPAL.

Los buenos propósitos y las frases sensatas con las que el presidente Obama se refirió a nuestra América Latina al comienzo de su mandato, no se corresponden con los hechos concretos de su gobierno. El golpe de hace poco más de un año en Honduras fue el primer indicio de ese desacople entre sus palabras y sus acciones. Tras una calculada ambivalencia, finalmente EE.UU. no cumplió su compromiso de no reconocer a un gobierno golpista y cesar la ayuda militar. Por el contrario, su diplomacia trabajó para oxigenar al golpista Micheletti y favoreció que su gobierno de facto “aguantara” hasta la convocatoria electoral que dio paso a su sucesor, Porfirio Lobo. Este nuevo gobernante asumió condicionado y no solo no promovió la investigación judicial sobre el golpe, la violación constitucional o los crímenes de la represión, sino que premió con distinciones o puestos significativos a los ejecutores del derrocamiento de Manuel Zelaya y continuó el hostigamiento contra militantes del Frente de Resistencia. Maestros, campesinos, sindicalistas, fueron amenazados o asesinados. En solo 90 días de su mandato 8 periodistas resultaron muertos por sicarios. Ningún crimen fue esclarecido.

El “procónsul” norteamericano

Desde meses antes del golpe de junio del 2009 ha sido evidente el protagonismo del embajador norteamericano en Tegucigalpa. Recientemente se reveló que el diplomático Hugo Llorens estuvo al tanto de la preparación del golpe y que participó de las reuniones conspirativas. Pero si alguna duda quedaba de la injerencia del gobierno de los Estados Unidos en este retroceso de la democracia continental, ahora se anuncia que Porfirio Lobo permitirá la instalación de una nueva base militar norteamericana en territorio hondureño. El canciller Mario Canahuati informó que el enclave se levantará en la zona de La Guanaja, Departamento de Islas de la Bahía. Bajo el pretexto de controlar el narcotráfico, a comienzos de año ya se había inaugurado una base similar en el departamento de Gracias a Dios, fronterizo con Nicaragua. Las bases son operadas por personal hondureño, pero con asesoramiento de oficiales del Comando Sur del Ejército norteamericano que desde hace muchos años controla –además – la base aérea de Palmerola. A esta unidad fue inicialmente conducido el presidente Zelaya cuando el golpe de estado (28-6-2009) antes de expulsarle hacia Costa Rica.

Otra generosa “autorización”

Precisamente, en este país vecino, el Congreso con mayoría de oficialistas y partidos aliados, refrendó la decisión de la presidenta Laura Chinchilla de “profundizar” los términos del Convenio firmado entre San José y Washington en 1999 que establecía un patrullaje conjunto de las aguas territoriales costarricenses sobre el Pacífico y el Atlántico como prevención del narcotráfico. Ese acuerdo considerado de carácter “policial”, permitía la presencia de embarcaciones de poco calado, como las lanchas del Servicio norteamericano de Guardacostas. Pero la modificación aprobada “entre gallos y medianoche” en el Congreso, sin presentación previa que posibilitara el estudio de la documentación por los legisladores, autorizará el ingreso de buques de guerra y marines de los Estados Unidos.

El acuerdo concede el ingreso el ingreso de 46 buques de guerra, 200 helicópteros y aviones de combate y 7.000 marines, también con el pretexto de “combatir al narcotráfico”. La tropa extranjera, gozará de total inmunidad ante la justicia costarricense y los soldados de EE.UU. podrán entrar y salir del país y desplazarse por el territorio nacional con sus pertrechos y elementos de combate. Cometan el delito que comentan, contra propiedades o ciudadanos costarricenses, no podrán ser procesados ni juzgados en Costa Rica. (Como ocurre en todos los países donde el imperio despliega sus tropas).

¿El enemigo es el “narcotráfico” o nuevamente son los pueblos ?

Organizaciones sociales de Honduras y de Costa Rica, han denunciado que estas “autorizaciones” implican una cesión de soberanía y la ocupación parcial de sus países por una fuerza militar extranjera. Añaden que esta expansión militar se suma a las 7 bases militares cedidas por el gobierno colombiano al ejército de EE.UU. y responde a una estrategia que apunta a la recuperación del control y dominio continental. Denuncian que la causa de la militarización no es el narcotráfico, sino el hostigamiento a los países donde se desarrollan procesos de cambio y de reafirmación de su independencia y soberanía, como es el caso de Venezuela, Ecuador o Bolivia. La autorización costarricense permite el ingreso de guardacostas y pequeños navíos pero también de portaaviones de última generación, como el MakinIsland, dotado de capacidad para albergar a 102 oficiales y 1.500 marines, 42 helicópteros CH-46, cinco aviones AV-8B Harrier y seis helicópteros Blackhawks; o el USS Freedom, con capacidad para combatir a submarinos e internarse en aguas poco profundas. No hace falta ser experto para dudar que semejante arsenal bélico tenga la finalidad de controlar el narcotráfico. Obama no resulta muy original en su política exterior hacia América Latina.

Organizaciones sociales costarricenses han rechazado la decisión de la mayoría parlamentaria. El diputado José María Villalta, del “Frente Amplio” de centroizquierda afirma que el acuerdo viola el art. 12 de la Constitución y recuerda que la legislación nacional no permite que un ejército extranjero pueda realizar operaciones en territorio nacional. Recordemos que Costa Rica abolió las Fuerzas Armadas en el año 1948 y desde entonces no dispone ejército y ha permanecido al margen de los conflictos armados en la región.

Corrientes opositoras, fuerzas sindicales, campesinas y de movimientos sociales diversos, sospechan que esta concesión está vinculada con una estrategia continental norteamericana.

La escritora y educadora chilena Marta Harneker afirma que EEUU intenta reubicarse en la complicada situación internacional, y de allí su despliegue militar en lo que considera su “patio trasero”. Durante una visita a Venezuela, Harnecker afirmó que “las fuerzas del imperio norteamericano jamás aceptarán la nueva realidad política latinoamericana, particularmente de los países que decidieron transitar los caminos de su independencia, soberanía y la autodeterminación de sus pueblos”. En ese sentido indicó que para contrarrestar ese avance era indispensable enfrentarlo tanto en el interior de los países como con el apoyo entre las naciones latinoamericanas.

EEUU refuerza la militarización de la frontera con México

Con el mismo pretexto, combate al narcotráfico, el gobierno de Obama anunció a comienzos de agosto el despliegue de 1.200 guardias nacionales en la frontera con México, incorporando también aviones sin piloto (drones), como los que está utilizando en la ocupación de Afganistán. Con estos nuevos elementos, sumarán 20.000 los efectivos desplegados a lo largo de los estados de Texas, Nuevo México, Arizona y California. El Comandante de la Guardia Nacional Gral. Craig McKinley anunció que para el domingo próximo espera que esas tropas estén sobre el terreno, donde permanecerán al menos un año.

El jefe militar indicó que esos soldados estarán armados “con fines de autodefensa”, afirmación poco creíble si se tiene en cuenta el número de muertos indocumentados en Arizona, que puede alcanzar en julio una cifra récord en los últimos diez años. La oficina del forense del condado Pima Caunty , ha recibido en los primeros 15 días de julio los cuerpos de 40 inmigrantes indocumentados, que han desbordado la capacidad de almacenamiento refrigerado de esa unidad judicial.

Un escenario amenazante

Los hechos van definiendo la estrategia imperial en lo que ellos siempre han considerado “su patio trasero”. Después de décadas de tenerlo bajo estricto control a través de invasiones, ocupaciones, dictaduras militares o gobiernos lacayos, el patio lleva varios años “revuelto”. La suposición de que solo los avatares de la “guerra fría” exigían ese control, utilizando espionajes, amenazas, violencias sin límite, se ha disuelto como un terrón de azúcar en el café. El verdadero “problema” siguen siendo los pueblos y esa pertinaz voluntad de ser dueños de su propio destino, y soberanos sobre sus tierras y recursos.

La expansión de diferentes alternativas de organización política y desarrollo social y económico en diversos países del continente, comienza a ser respondida con los viejos métodos. Alvaro Uribe, que finaliza su segundo mandato, ha sido pionero al frente del gobierno colombiano en ese replanteo. Hace ya diez años abrió las puertas de su país al control norteamericano, y en el tramo final coronó la entrega de soberanía nacional con la cesión de 7 bases militares a las fuerzas militares de Estados Unidos, beneficiadas –como no – con la proverbial inmunidad operativa. A esa “punta de lanza” y portavoz de los intereses de los Estados Unidos en la región, se han ido sumando Perú, México, Panamá, y Honduras, en este último caso recurriendo por primera vez en años, al golpe militar; “aggiornado”, pero golpe al fin, con la misma secuela de represión, asesinatos, y todas las formas de control social. Presto a incorporarse a esa cuadrilla si las circunstancias internas se lo permiten, espera Sebastián Piñera, el primer presidente derechista de Chile desde la dictadura de Pinochet. Esas son las perspectivas que deben afrontar los pueblos que intentan avanzar desde sus propias experiencias.

Esto exige redoblar los esfuerzos organizativos de todos los movimientos sociales, de todas las fuerzas del campo popular en América Latina. En ese vértice de coincidencias deben encontrarse, superando diferencias circunstanciales. Están bien los gritos de alarma y las denuncias. Pero mejor será esforzarse en la lucha diaria, en todos los frentes, desde lo local hasta lo global. Solo la conciencia colectiva y la acumulación social podrán enfrentar con éxito la nueva ofensiva que ha puesto en marcha el imperio, intentando una vez más, frenar el avance de los pueblos de nuestra América Latina.

Fuente: SERPAL