Entrevista con Patrick McManus, vocero de la asociación danesa Rebelión “La historia no se ha acabado”
Son las tres de la tarde. Oscurece ya. La llovizna permanente hace enfriar más el cemento, la carne y los huesos. Es Copenhague, la capital de un reino. Muy lejos y muy cerca de Colombia. Se realiza aquí la conferencia internacional “Legislación antiterrorista, derechos políticos y solidaridad internacional”, con representantes de 11 países.
Hay cosas nuevas en este país. En Cristiania, la famosa en el mundo ciudad libre, ya no se ve el mercado organizado y permitido de marihuana y hachís, pero se puede tomar una cerveza y comer un buen almuerzo. Cuando sales de este barrio autogestionado, que incluso tiene fábricas de bicicletas, se puede leer un letrero grande que dice: “En este momento usted está entrando a la Unión Europea”.
Un parlamentario danés de derechas se queja hoy en el diario de la devoción a los derechos humanos, dice que no se debería legislar para proteger a los homosexuales, considera que “no son más que un problema mental, como los cleptómanos, los pedófilos y los pirómanos”. “Al paso que vamos, con tanta minoría protegida, van a llegar a ser mayoría”, enfatiza. Leyendo esto es comprensible que ser marica o comunista sea todavía una molestia para algunos y una desgracia para otros.
Rassmusen, el primer ministro danés, consorte de Bush, mandó al ejército a invadir con los gringos Iraq y Afganistán. Mientras se desarrolla la cruzada humanitaria, un periódico local ridiculizaba a Mahoma en caricaturas. Varios consulados daneses fueron agredidos y quemados en el mundo musulmán.
Hay paranoia antiterrorista aquí también. En el aeropuerto revisan cuidadosamente, se teme al terror que desata una bomba. Se le prohibió a una ONG que enviara dinero a los niños huérfanos palestinos y se le abrió un proceso judicial, el argumento es que así se promovía la inmolación de hombres y mujeres bomba en Palestina. Algunos extranjeros están en la cárcel básicamente por ser musulmanes. Existe una vacuna política e ideológica contra la paranoia y contra los derechos políticos que se llama ley antiterrorista danesa.
Un amigo mío, estudiante de historia, dice que aquí se vive un auge de la moral y del cristianismo. El poder considera que el principal problema de este rico país es la inmigración, esa gente que limpia el reino y hace los trabajos más duros por menos dinero.
Los veo en sus bicicletas, raudos por toda la ciudad y pienso, mientras pedaleo, que la absoluta mayoría de los daneses son buena gente. Al reunirme con el sindicato de trabajadores no cualificados de Dinamarca, para hablar de lo que nos pasa en Colombia, me sorprendió que una mujer se supiera de memoria la cifra de sindicalistas asesinados en nuestro país en los últimos años. Este sindicato es uno de nuestros aliados políticos aquí y el que financia el arriendo de Prensa Rural en el ciberespacio.
Algunos sectores de la sociedad danesa critican el discurso y la vigencia de los derechos humanos. La iglesia popular de los protestantes daneses considera, por ejemplo, que los derechos humanos no son compatibles con el cristianismo. El parlamentario de derechas cierra su entrevista de prensa diciendo que “los que quieren imponernos los derechos humanos son los mismos que intentaron imponernos el nazismo y el comunismo”.
Estoy precisamente con un defensor de derechos políticos, Patrick McManus, profesor de historia y filosofía, vocero de Opror (Rebelión), 62 años, ha escrito varios libros, entre ellos dos de poesía. Pronto deberá afrontar un proceso judicial por haber contrariado la legislación antiterrorista danesa, es posible que vaya a la cárcel.
Me apuro un remedio de trigo destilado contra el frío y la tristeza que da este mundo como está y pregunto:
¿Qué pretendían ustedes cuando le enviaron dinero a las FARC, una guerrilla que guarda el dinero en guacas bajo tierra?
Primero que todo, para la Asociación Opror las FARC son un ejemplo de una resistencia legítima contra un estado ilegítimo. El envío de dineros a las FARC fue una acción simbólica, es decir, se escogió a las FARC y al FPLP (Frente Popular para la Liberación de Palestina) como una muestra ejemplarizante de una cantidad importante de movimientos de liberación nacional que luchan contra la opresión en todo el mundo y que están incluidos en las listas negras de terroristas internacionales.
Pero, ¿el objetivo era financiar a las FARC o buscar algo más allá de esta acción?
El objetivo no era financiar a las FARC. Es posible que pudiéramos haber hallado organizaciones con más necesidad de dinero. Las FARC son una organización que ejerce control en vastos territorios y son como un estado en las zonas bajo su influencia, con la posibilidad de generar y obtener ingresos. Se trataba entonces de un acto simbólico para cuestionar el discurso de la guerra antiterrorista y desafiar la legislación antiterrorista en Dinamarca y a nivel internacional.
¿Cuál fue la repercusión de esa acción en la sociedad y en la política danesa?
En Dinamarca el gobierno lo ha tomado como una provocación, y ese era nuestro propósito, nuestra intención.
¿ Después de la acción de Opror, hay en Dinamarca realmente un debate sobre la legislación antiterrorista en la opinión pública, los medios de comunicación, los partidos políticos y los movimientos sociales?
Definitivamente sí existe un debate. Un problema que viene del discurso de la guerra contra el terrorismo es que se invisibiliza la existencia de organizaciones legítimas que luchan por la liberación en diferentes partes del mundo. Con la llamada guerra global contra el terrorismo se pretende crear la imagen de que se ha acabado la historia. Nuestra posición en este debate es que la historia no se ha acabado, que se continúa luchando contra la opresión y por la libertad. Con las actividades de Opror se permitió a diferentes sectores de la sociedad danesa recordar que aquí también hubo una resistencia a un poder ilegítimo durante la ocupación extranjera nazi en la segunda guerra mundial.
En aplicación de la ley antieterrorista se sabe que es posible que usted vaya a la cárcel.
La fiscalía exige una pena de carcel incondicional y es posible que la corte lo acepte.
¿Qué va apasar si el vocero de Opror termina finalmente en la cárcel?
Esa sería una razón para incrementar nuetras actividades y fortalecer el trabajo. Quiero agregar algo. Antes de la cárcel vamos a hacer todo lo posible para internacionalizar y dar a a conocer el proceso jurídico, eso quiere decir solidaridad, apoyo, asistencia jurídica y observadores internacionales.
En Colombia, el anterior ministro del Interior dijo que ustedes son unos muchachos locos que no saben a quién financian. ¿Cuántos y cuál es el perfil de los miembros de Opror?
Son 700 los integrantes de Opror. Cuando se habla de muchachos locos, puedo decir que sus miembros reflejan la totalidad de la sociedad danesa, como tú mismo te has podido dar cuenta en tus entrevistas con miembros de Opror. En el caso hipotético y desafortunado de encontrarme con Uribe o con algun miembro de su gobierno se darían cuenta de que no soy propiamente un joven y mucho menos un loco.
¿Qué va a extrañar cuando esté en la cárcel y sea un preso político?
En el caso de que me metan preso extrañaré por encima de todo a mis nietos.