Autor: Jorge Gonzáles
Un amigo me pregunta -desde Miami- si es cierto lo que, por teléfono,dicenalgunos cubanos a la radio de allí, sobre desórdenes, levantamientospopulares, asaltos a tiendas para buscar comida porque estándesesperados ynadie los ayuda con sus problemas después de los huracanes...
No había oído nada de esas idioteces: al fin y al cabo, hace mucho quecasinadie oye Radio Martí, es más, ni siquiera sé si sigue existiendo -noya laTV de igual nombre que jamás entró a nuestras pantallas- y confiesoque huboun momento en que también, como parte de la información a la que tengoderecho como ciudadano libre de un país libre y una Constitución quemeampara, escuchaba a esa emisora para contrastar aristas de un mismotema yquedé muy desilusionado, como muchos más que necesitamos oír verdades,notergiversaciones y malas intenciones.
Nuestra radio -y nuestra prensa en general- no es lo mejor del mundo,peroal menos objetividad en las informaciones no le faltan; es cierto quenotodo lo profunda que quisiéramos, crítica como debía serlo ante lascosasmal hechas, pero al menos no pierde el tiempo, ni se lo hace perder alosque escuchan la radio, ven la televisión o leen los periódicos, conboberíassin sentido. Me gustaría una prensa más crítica de los errores que se cometen adiario,que sea capaz de someter al juicio público a dirigentes que se vanalejandodel pueblo y que pida la destitución de aquellos que se acomodan yviran laespalda a los problemas reales que el cubano de a pie pasa, sinescudarse enel falso criterio que "criticando esas cosas ayudamos al enemigo",mientras seguimos arrastrando los problemas como una rémora atada a nuestro cuerpo.
Desearía, igualmente, que los cambios que la población ha planteadodesdehace más de un año en reuniones muy abiertas, no tuvieran que esperardécadas para darles solución, pero también estoy consciente de que notodopuede hacerse en un día, ni en un mes, ni en un año y que aun quedanmuchosfuncionarios a los que deben ajustárseles las cuentas porque hanvivido acosta de leyes y decretos que, de eliminarse, los pondrían en un buenaprieto al no tener asidero legal que ampare sus fechorías, de ahí que entorpezcan o traten de entorpecer esas nuevas soluciones quedemandamos,pero que llegarán inexorablemente cuando se necesite. Ya el país venía bien encaminado en ese sentido y se trabajaba paracambiarmuchas cosas: la agricultura estaba tomando una línea definida paratratarde solucionar los requerimientos alimentarios de todos –incluyendo aaquellos que no son para nada amantes de la Revolución y delsocialismo-; seestablecían planes de fabricación de viviendas; se eliminaban arcaicasyodiadas prohibiciones como el posible ingreso de cubanos a los hoteleseinstalaciones turísticas; la prensa daba espacio a las opiniones delosciudadanos y comenzaba una actitud menos benevolente con lassituacionesnegativas encontradas en cualquier lugar y en cualquier rama de laeconomía, lo que agradaba a todos; de pronto, llega la debacle con dos potentesydestructivos huracanes en menos de ocho días, que han dejado sinvivienda amás de cincuenta mil familias y otras cientos de miles sufren dañosmayores,además de perder sus moradores una gran parte o todo lo que poseían desusbienes materiales; el país calcula sus daños generales en más de cincomilmillones de dólares… entonces, ¿es este el instante para pensar encambios?No, es un momento para restaurar el país y esos cambios llegaráncuando lacalma vuelva. No tengo apuro alguno, mientras un solo hombre o mujernoposea hoy donde pasar la noche junto al resto de su familia. Parece mentira que en vez de hablar de los reales daños causados porloshuracanes, de la mano tendida por los vecinos con viviendas más sólidas alos que no contaban con una así y que fueron derribadas por latormenta o detodo el esfuerzo interno que se hace por ayudar a los necesitados,existancubanos que digan a emisoras de Miami que se están produciendo asaltosatiendas, levantamientos: ¡Mentiras todas! Vivo aquí también, hablo por teléfono o mantengo contacto por correoelectrónico con decenas de paisanos que me cuentan del desastre, perotodoscoinciden en que la solidaridad barrial es lo que mantiene en pie alosdamnificados que ven como, día a día, van llegando los recursosestatales ylas donaciones externas para reconstruir sus viviendas; que allí estánlosdirigentes del lugar y de más "arriba" junto a ellos, preocupadoshasta eldetalle de todas las carencias; que hay un dominio de lo que hay quehacer,cómo y cuándo se restablecerá éste u otro servicio básico, perofundamentalmente, la esperanza está con ellos, porque hay confianza enlaRevolución que jamás ha dejado desamparado a nadie y ésta no sería laexcepción de la regla. Ni lo es, según apreciamos cada día. Cual émulos de Goebbels lanzan a rodar falsedades para ganar méritosantelos que los mantienen con el dinero del contribuyente norteamericano;a esosfalsos apóstoles de la libertad no les interesa ni su país, ni susvecinos,ni desean realmente que los daños se recuperen y menos aún que sea elgobierno comunista de la Isla quien esté al frente de todo; no puedenconcebir que la verdad es esa que nos mantiene unidos, por encima debarreras políticas e ideológicas que, hace mucho, no son laproblemáticareal de Cuba. Acá tenemos diferencias de opinión, no somos un monolitoenideas, eso sería un disparate mayúsculo si se afirmara, pero el solohechode saber que hay un gobierno que quiere dividirnos, que nos acosa, quenosbloquea desde hace décadas y quiere matarnos por hambre, siempre hahechoque la mayoría se una y entonces, sí, somos como un bloque pétreoinfranqueable, capaz de luchar sin descanso por defender la patria,que esde "todos y para el bien de todos", como quería nuestro Apóstol JoséMartí.
Cada día vemos reír a quienes debían estar llorando: cuando Kcho, esepintorpinero, con los amigos artistas que reunió de un día para otro,brindan suarte a los que milagrosamente sólo salvaron sus vidas y muy pocaspertenencias, porque todo lo demás se fue con los vientos y las aguashaciael mar; cuando oímos que niñas y niños muy pequeños irán los fines desemanaa actuar para los pinareños, llevando la alegría y la inocencia quesóloellos pueden entregar, siento el orgullo de ser cubano y de que mehayatocado la dicha de vivir en este tiempo para apreciar la solidaridadde losmíos entre los míos, igual que la brindan a cualquier país y puebloque enel mundo los solicite en el campo de la salud, el deporte, la culturao enlo que sea más útil a otros que poseen menos.
Pero no son sólo estos, muchos artistas e intelectuales, tradicionalmentecómodos en las ciudades, han cargado su mochila y salido -sin saber donde pasarán la noche, de manera voluntaria, sin cobrar un centavo ydejando deganar muchos en giras al exterior-, hacia los sitios más terriblementegolpeados por los meteoros porque la sensibilidad hacia sus semejantesjamáspodrá tener un precio y lo que la Patria ha aportado en su formacióntampocolo tiene y ellos lo saben y son agradecidos. ¿Por qué esos mal nacidosnocuentan estas verdades? Porque eso no pagaría su traición. No es esolo quequieren escuchar sus amos de la "prensa libre", "sin censura oficial"y,menos aún, los dinosaurios miamenses que les pagan sus salarios, o másbienlas migajas que se merecen. Es igualmente hermoso ver cada día como el buzón se me atesta demensajesque llegan desde muchos países preguntando cómo pueden ayudar anuestropueblo: que dónde, en qué cuenta, pueden depositar dinero para paliarlosdaños y, en ocasiones, son mensajes tan hermosos, llenos de unhumanismo sinlímites, que me hacen llorar de alegría al comprender que no todo elplanetapiensa igual y que el mundo que conocemos puede salvarse si queremos,porqueno todo es egoísmo y mentiras echadas a rodar como si fuesen guijarrosmarinos, que al final desaparecen en el agua. Porque vemos cuántos gobiernos -algunos discrepantes de nuestrosistemapolítico y social-, no han puesto condiciones para ayudarnos y, día adía,llegan sus aviones repletos de comida, materiales de construcción,clavos,agua potable; que han enviado barcos que están por llegar, donandinero enefectivo… sin embargo, qué diferencia la ayuda condicionada por losEstadosUnidos, queriendo traer evaluadores propios para contabilizar dañoscomo sino contáramos con suficiente experiencia y educación sobre desastresparaello, subestimándonos, negándose a entregar a nuestro gobierno lo quemandasen por temor a que no sería entregado a los damnificados –segúnexpresaron algunos de sus funcionarios- y sí a personas como los quellamana Miami para decir mentiras que ofenden nuestra dignidad y nuestrosprincipios éticos e históricos… ¡Jamás admitiremos un nuevo tutelaje a nuestra soberanía nacional!; deahíque concuerde plenamente con la respuesta dada por nuestra Cancilleríaa suspetulancias y las palabras de Fidel en sus Reflexiones. La mayoría deloscubanos no podríamos aceptar condicionamientos del Imperio que nosquieresometer por hambre con su injusto BLOQUEO de décadas; si ese es elprecio asu "generosidad" en esta hora, preferimos un dólar aportado por unapersonade Estados Unidos, pobre y limpia de espíritu y de alma, a miles demillonesde dólares que provengan de un gobierno que nos desprecia como pueblo,porque no han podido aplastar nuestra dignidad, ni habrán de lograrloaunquevengan dos, tres, mil huracanes y destruyan cual bomba nuclear todo loquemis compatriotas han construido en cincuenta años de duro batallar. Una y otra vez nos volveremos a levantar de las ruinas y haremos entretodoslos cubanos -y los amigos de verdad que poseemos de sobra en todos loscontinentes-, una Cuba más bella, si es posible.