filosojuris@gmail.com
Enseñar filosofía ¿por qué?
Introducción
Una compañera de trabajo, al informarse que estudiaba filosofía, me
abordó y me dijo con voz compasiva: “no pierdas tu tiempo amigo, estudia
algo que sirva”.
Esta es una metáfora de lo que la gente piensa de la filosofía,
pareciera que dedicarse al quehacer filosófico no sólo es un pasa tiempo
en el imaginario de nuestros conciudadanos, sino, sobre todo, que
simplemente no sirve o más bien no les sirve.
El objetivo de este ensayo es precisamente lo contario; que la
filosofía hoy más que nunca, no sólo en nuestro país, sino en el mundo
entero es urgente, para desvelar los mecanismos de injusticia e
impunidad protagonizado por instituciones que tienen licencia para
delinquir.
Para esto es necesario que la filosofía sea practicable, que aborde
problemas reales que aquejan a nuestro pueblos, que ponga los pies en la
tierra y camine por las calles desafiando los obstáculos que vulneran y
niegan la vida de las grandes mayorías de nuestros pueblos.
Filosofía ¿para qué?
El término filosofía ha sido empleado de múltiples maneras hasta caer
en la definición ridícula de que filosofía es igual a pensar y, de esta
manera postular que todos los hombres son filósofos o peor que cada uno
tiene una filosofía. Pensar es una cosa, pero pensar críticamente y con
claridad es otra.
En lo que a mí respecta, usaré el término filosofía como una actividad
humana, una forma de orientar el pensamiento, depurado de todo residuo
supersticioso, que sirve para pensar la vida y vivir el pensamiento,
para tomar las riendas de nuestra vida, de la historia con nuestras
manos.
En este sentido seguiré la línea del filósofo francés Michel Onfray
cuando afirma que “La filosofía proporciona medios para dominar nuestro
destino, para convertirnos en los actores de nuestra existencia, para
liberarnos de miedos inútiles y paralizantes y no abandonarnos, atados
de pies y manos, como niños, a los mitos de ayer y hoy” .
Los filósofos no somos unos tipos distraídos desligados de la
realidad y de los procesos históricos, ni mucho menos unos tipos raros y
extraños que andan fantaseando por la vida como muchas veces piensan o
intentan hacer creer los detractores del pensamiento filosófico y
promotores de la sin razón, la magia, el mito y la religión.
Pueda que resulten extraños, pero porque son tal vez los hombres más
involucrados con los problemas reales de la vida, porque los filósofos
incomodan lo que ya está dado por supuesto, porque precisamente hacen
preguntas incomodas para quienes detentan el status quo: “¿por qué la
gente muere de hambre en este mundo, si la tierra tiene la capacidad
para alimentar a 12 mil millones de seres humanos y apenas somos un poco
más de la mitad?” ¿Por qué hay tanta injusticia y corrupción? ¿Por qué
hay unos que tienen tanto y otros tan poco? ¿Por qué nuestro país o
nuestro departamento están gestionados de tal forma y no de otra? etc.
Son preguntas fundamentales que toca a la filosofía pensarlas
críticamente para desvelar la verdad escondida bajo la alfombra florida
de los discursos oficiales de los que gobiernan el mundo.
Muchas veces se dice que hay que decirle la verdad al poder o a los
poderes que dirigen nuestros pueblos, considero que al que hay que
decirle la verdad es al pueblo, porque el poder sabe muy bien lo que
hace y lo que omite; los pueblos necesitan saber la verdad, necesita
poder explicarse de forma racional, crítica y sencilla los fenómenos
naturales y sociales, el estado precario, vulnerable de su situación
para que a partir de la toma de conciencia de su situación, intenten
alternativas de resistencia, de cambios individuales y colectivas
autónomos.
Es por esto que se debe enseñar filosofía o mejor dicho siguiendo la
exhortación de Kant, se debe enseñar a filosofar; porque la filosofía
tiene algo que decir; porque el mundo entero está organizado de tal
manera que no nos permite pensar nuestros problemas para cambiarlos,
porque hoy más que nunca es urgente pensar nuestra situación personal y
colectiva, nuestro país necesita pensar, necesita salir de todo
mecanismo que distrae a nuestros ciudadanos a través del espectáculo
infinito de la mediocridad, promocionado por las iglesias, las escuelas,
las universidades, los medios de comunicación, etc. En general, en la
mayoría de ellos se trabaja para volver “estupiditos” a la gente: las
religiones a través de sus pastores, curas, monjas, obispos se ocupan de
vaciar los cerebros y fabricar “idiotas” , mientras que algunas
universidades toman el relevo para llenar los cerebros con clichés,
prejuicios, dogmatismos, y volverlos eximios sirvientes que el sistema
demanda para hacer funcionar el mercado.
Generalmente los voceros de los que detentan el poder, no dicen la
verdad real sino la verdad oficial, la verdad disfrazada, maquillada con
eufemismos que el poder quiere que sepamos, confundiendo niños con
enanos o cima con sima. Porque hay un enorme sistema que piensa que nos
ahorra la tarea de pensar por nosotros mismos y nos dicta lo que debemos
hacer y no hacer, es decir en palabras del filósofo Heigdegger:
“vivimos en estado de interpretados”: no pensamos; somos pensados, no
hablamos; somos hablados por el sistema, no elegimos, otros eligen por
nosotros. Nuestra subjetividad ha sido colonizada, somos una especie
diría Michel Foucault de “sujetos sujetados”, por los medios de
comunicación, por el poder político, económico, religioso; por el
mercado, por ese fenómeno denominado consumismo; es decir que el sistema
económico actual ha mercantilizado absolutamente todo, todo lo que toca
lo vuelve mercancía al servicio del bolsillo más exigente.
Nos crean la necesidad pero al mismo tiempo nos fabrican el producto
que calmará nuestro insaciable deseo; es decir que nos fabrican la
enfermedad pero también nos venden el antídoto, nos crean el problema
(gratuitamente) pero luego nos ofrecen la solución al problema con la
única diferencia que a cambio hay que dar dinero; de esta manera el
individuo adquiere el estatus de ciudadano rentable de acuerdo a los
parámetros de las denominada sociedades modernas, diseñadas por los
señores del mercado y las finanzas; patrocinados por organismos de
rango internacional, como el Fondo monetario internacional, el Banco
Mundial y la Organización Mundial del Comercio, para quienes “es
infinitamente más grave violar una regla de comercio internacional que
un derecho humano” que han condenado al anonimato a millones de seres
humanos considerados no rentables para sus intereses, mutilando el
“pienso luego existo” cartesiano y metiendo de contrabando como es la
lógica de su accionar el “consumo luego existo” como requisito para
entrar en la estadística del sistema.
De aquí que la filosofía necesita salir del museo de las ideas,
encarnarse, vitalizarse y “salir a la calle, al riesgo (…) hacerse
urbana sucia. Habitando una vez más el barro de la historia” , porque es
urgente oponer la cultura a las fuerzas sombrías, el pensamiento al
servicio de la insumisión, el saber en contra de la ignorancia, la
verdad como enemiga de la mentira, la filosofía al servicio de
inteligencia.
En este sentido la filosofía tiene mucho por hacer porque el
objetivo, parafraseando a Nietzsche sigue siendo hoy más que nunca
“perjudicar la estupidez” que siempre ha sido el enemigo principal y
declarado de la razón y de todo intento pensamiento crítico, libertario y
autónomo.
Una rápida mirada a la realidad de nuestras instituciones bastaría
para darnos cuenta que sigue vigente la sentencia que hizo Manuel
González Prada hace ya un siglo, que “para merecer el título de buen
ciudadano y figurar en la clásica nómina de los hombres cuerdos, se
necesita conformarse a los usos y prejuicios de nuestro tiempo,
venerando los absurdos de la religión en que se nace, justificando las
iniquidades de la patria en que se vive” .
En consecuencia, la filosofía o sea el filósofo hoy tiene un enemigo
con el cual luchar, el oscurantismo y; un objetivo por alcanzar, el
pensamiento crítico y la autonomía de la razón. La reflexión libre y
desembarazada de toda ligadura de dominación, capaz de expresar la vida
en su estado más puro, secuestrada desde hace siglos por la
“historiografía filosófica dominante de corte judeocristiano” que ha
modelado la subjetividad (pensamiento y sentimiento) de los filósofos
para convertirles en cómplices de ideas y prácticas nefastas de los
sectores hegemónicos, que han hecho de los países pobres su basurero y
han condenado a millones de hombres y mujeres a ser rebaños humanos
obligados a prostituirse. “Recordemos que las prostitutas (os) no son
dueños de sí mismos porque han sido desposeídos del uso independiente,
libre y autónomo de su cuerpo” , así como hoy el empleado moderno ha
sido desposeído de sus fuerzas de trabajo para servir al vorágine
apetito del capitalismo, hoy denominado hipócritamente libre mercado.
Enseñar filosofía dada las circunstancias que vivimos, es un deber
moral para con la sociedad. Mucho más en nuestro país que desde el año
2002 con el gobierno del señor Alejandro Toledo, ha dejado de ser parte
del plan de estudio del bachillerato.
De aquí que, urge promover la práctica del filosofar, como una
actitud y una manera de pensar y vivir, exigente y rigurosa consigo
mismo y con la sociedad; haciendo que el quehacer filosófico se
convierta en buena noticia para las grandes mayorías explotadas,
engañadas y en mala noticia para los victimarios.
El filósofo de origen noruego Jostein Garder señalaba que, “la
filosofía es un elogio a la conciencia humana”. Reivindiquemos esta
tarea humanizadora de la filosofía y no dejemos que los detractores de
la racionalidad lo conviertan en su instrumento predilecto para
legitimar su estupidez.
Conclusiones.
La filosofía, es una forma de orientar el pensamiento críticamente hacia
pensar la vida y vivir el pensamiento, desligado de todo maquillaje
supersticioso, que busca la autonomía del ser humano respecto a los
dioses que el pensamiento débil nos inventa.
Para esto, es urgente salir de los cánones historiográficos
tradicionales (de corte judeocristiano) y abordar problemas reales de la
vida cotidiana de los seres humanos.
En consecuencia, uno de los enemigos declarados de la filosofía
contra el cual luchar, es el oscurantismo, encarnada históricamente en
la religión y otras instituciones que se promueven falsamente como
defensores de la racionalidad y la verdad.
Por tanto, la filosofía tiene que salir a las calles y ensuciarse con
los problemas humanos, de tal manera que el quehacer filosófico no sea
visto como una pérdida de tiempo o una actividad inservible, sino más
bien se convierta en buena noticia para las víctimas y en una amenaza
para los victimarios. Desde esta perspectiva, hacer filosofía hoy es un
deber moral de todos los que tenemos el derecho a elegirla.
Notas:
Onfray, Michel (2001). Antimanual de filosofía. Barcelona, ADAF, p. 266.
2 Zieglar, Jean (2002). Los nuevos amos del mundo y los que les resisten. Paris, Fayard, p.3.
3 Sponville Comte, André (2005). Diccionario filosófico. Barcelona,
Paidós, p. 204. Falta de inteligencia: consiste en pensar como un animal
o, mejor, como se supone que piensan las bestias, o sea mal o demasiado
poco.
4 Ibid., p.268. Carencia extrema de la inteligencia.
5 Zieglar, Jean (2002). Los nuevos amos del mundo y los que les resisten. Paris, Fayard, p. 50.
6 Feinmann, Pablo (2008). La filosofía y el barro de la historia. Buenos Aires, Planeta, p. 13.
7 González Prada, Manuel (2004). Pensamiento y librepensamiento. Caracas, Colección Claves de América, p. 105.
8 Onfray, Michel (2007). Filosofía, una responsabilidad cósmica. El correo de la UNESCO, n° 9, p. 6.
9 Onfray, Michel (2011). Política del rebelde. Barcelona, Anagrama, p. 103
Bibliografía
Feinmann, Pablo (2008). La filosofía y el barro de la historia. Buenos Aires: Planeta.
González Prada, Manuel (2004). Pensamiento y librepensamiento. Caracas: Colección Claves de América.
Onfray, Michel (2001). Antimanual de filosofía. Barcelona: ADAF.
Onfray, Michel (2011). Política del rebelde. Barcelona: Anagrama.
Sponville comte, Andre (2005). Diccionario filosófico. Barcelona: Paidós.
Zieglar, Jean (2001). Los nuevos amos del mundo y los que les resisten. Paris: Fayard.