PHILOSHOPICUS 16-10.13
Si no hay acuerdo para elevar el techo de deuda antes del jueves 17 de octubre, el Tesoro no podrá cumplir con sus pagos
La economía de Estados Unidos vuelve a jugar con fuego. El
próximo jueves 17 de octubre el Tesoro norteamericano alcanza la
cantidad máxima de deuda que puede emitir: 16,699 billones de dólares.
A partir de entonces, necesita que el Congreso eleve dicho límite para
poder realizar sus pagos. Para ello, los republicanos, que son mayoría
en la Cámara de Representantes, piden a Obama que anuncie recortes que
rebajen el déficit y alivien la deuda, que ya se acerca al 100% del PIB.
El presidente ha afirmado en varias ocasiones que no está dispuesto a
negociar bajo amenaza de «default». Aún así, los representantes de ambas partes llevan acercando sus posiciones desde
el pasado jueves y admitieron ayer progresos importantes, lo que deja
intuir que la situación se desbloqueará a tiempo: el acuerdo está cerca.
Si no es así, el Tesoro no podría pagar sus facturas, lo que tendría consecuencias negativas en los mercados internacionales y en la economía mundial.
¿Qué es el techo de deuda?
Es el límite legal de endeudamiento que tiene el Gobierno
de EE.UU. para cumplir con sus obligaciones financieras. Es decir, la
cantidad máxima que puede pedir prestada en los mercados. Esta capacidad
está limitada por ley y es el Congreso quien tiene el poder de autorizar que se eleve dicho límite. Siempre que el presupuesto federal sea deficitario
-es decir, que sus ingresos sean inferiores a sus gastos- el Gobierno
tiene que afrontar el pago de esa diferencia con financiación a través
de emisión de deuda. Este techo se refiere tanto a la deuda que el país
debe a inversores externos como aquella a favor de sus propios
organismos, como la Seguridad Social. EE.UU. alcanzó este límite el
pasado 20 de mayo y desde entonces el Tesoro ha tomado una serie de «medidas extraordinarias» que, según su secretario Jack Lew, se acabarán el jueves 17 de octubre. Es la fecha clave, cuando dejará de poder pagar sus facturas.
¿Cuándo se creó este mecanismo fiscal?
Se aprobó en 1917 con la ley «Second Liberty Bond Act».
El objetivo de su creación era dar aire al Tesoro, que hasta entonces
tenía que pedir autorización al Congreso para cada emisión de bonos. El
Tesoro pidió más margen en un tiempo en el que había que financiar los
gastos de la Primera Guerra Mundial, explica a ABC Empresa Robert G. Murphy, economista de la universidad Boston College.
¿Qué pagos hace el Tesoro norteamericano?
Entre las obligaciones financieras a las que hace frente el Gobierno federal hay partidas gubernamentales como la Seguridad Social, los beneficiarios del Medicare (cobertura sanitaria),
los salarios de los militares, y otros pagos, y los intereses de la
deuda a los tenedores de bonos del Tesoro. Estas son las obligaciones
amenazadas si hay impago. Algunas voces políticas argumentan que, si se
llega a la situación de suspensión de pagos, el Tesoro podría priorizar
unos pagos a otros. Así, pagaría los intereses de la deuda a los
inversores antes que el resto de partidas con el objetivo de mitigar el
efecto del «default» en los mercados de bonos. Pero el propio secretario del Tesoro
y el Servicio de Estudios del Congreso han negado que el Tesoro tenga
potestad para tomar esas decisiones y dudan de que técnicamente sea
posible.
¿Cómo se financia el Gobierno de EE.UU.?
El Gobierno norteamericano se financia a través de lo que recauda con los impuestos y con la emisión de bonos del
Tesoro. Aquel que compra bonos del Tesoro recibe el pago de un interés
bastante rentable. En octubre, por ejemplo, el Tesoro debe pagar 13.000
millones de dólares en intereses; en noviembre, 25.000 millones de
dólares. En 2012, el pago total de intereses fue de 359.000 millones de
dólares.
¿Qué supone elevar el techo de deuda?
Elevar el techo de deuda permite al Tesoro financiar las
obligaciones ya existentes, contraídas por el Congreso y el presidente. No supone aumentar el gasto federal.
A la velocidad con la que gasta el Congreso, el techo de deuda suele
alcanzarse todos los años. Ha sido elevado más de setenta veces desde
1962. Su incremento ha sido un trámite en ocasiones y un arma de
negociación política, en otras.
¿Puede el presidente incrementar el tope legal?
En principio, no. El poder para elevar el límite de deuda corresponde exclusivamente a las cámaras legislativas.
Algunos expertos jurídicos (Eric Posner, profesor de Derecho en la
Universidad de Chicago, o Akhil Reed Amar, de la Universidad de Yale)
han argumentado que hay interpretaciones que abrirían alguna
posibilidad. Posner opina que la Constitución otorga al presidente un
poder «inherente» para actuar en casos de emergencia, como el actual.
Otros expertos interpretan que la Sección 4 de la Decimocuarta Enmienda
permite al presidente elevar el techo de deuda para garantizar los
pagos. Ambas opciones han sido rechazadas por el secretario de prensa de
la Casa Blanca, Jay Carney, y por la mayoría de los analistas y
expertos.
¿Cuáles serían las consecuencias de un «default»?
El Tesoro norteamericano ha sido contundente ante los
riesgos de una suspensión de pagos «que no tiene precedentes». En su
opinión, un «default» sería «catastrófico».
«Se congelaría el mercado de crédito, el valor del dólar podría
desplomarse, los tipos de interés se dispararían», creando una espiral
que se extendería por el mundo. Así, podría haber una nueva crisis financiera y recesión que podría ser «peor» que la de 2008. El mismo diagnóstico ha hecho el Fondo Monetario Internacional (FMI),
cuyo economista jefe, Olivier Blanchard, afirmó esta semana que el
«default» convertiría la recuperación económica en una recesión o «algo
peor». Hay consenso sobre la gran incertidumbre que generaría en los
mercados: el valor del dólar caería y las bolsas se desplomarían. Por si
acaso, bancos de inversión como JP Morgan ya
se han desprendido de la deuda norteamericana que tenían a punto de
vencer en los próximos meses. Además, las agencias de calificación
podrían rebajar la nota de la deuda norteamericana. En 2011, con la
última crisis, Standard & Poor’s le rebajó un grado la máxima
calificación. Murphy argumenta que la incertidumbre sobre los bonos del
Tesoro aumentaría la percepción de riesgo y, con ello, sus tipos de
interés. Esto elevaría de golpe la tasa de interés de hipotecas, bonos
de empresas y préstamos a consumidores, ya que los valores del Tesoro se
utilizan como punto de referencia. El impago técnico extendería la
incertidumbre por el mundo, ya que la credibilidad crediticia de Estados Unidos quedaría dañada.
¿Cuándo fue la última gran crisis del techo de deuda?
Estados Unidos se asomó al mismo peligro (la suspensión de pagos) en el verano de 2011. Entonces, republicanos y demócratas llegaron a un acuerdo para elevar el tope legal en el último minuto: el 2 de agosto, el día que se alcanzaba el techo. Aquel día se firmó la Ley de Control del Presupuesto de 2011 (Budget
Control Act of 2011), por la que se aprobaba un incremento del techo de
deuda en tres tandas, a cambio de aprobar unos futuros ajustes fiscales
muy contundentes (recortes de gasto y subidas de impuestos automáticas,
los conocidos como «abismo» y «secuestro» fiscal). La intención era que dichos ajustes forzarán a los políticos a negociar recortes más razonables para poner en orden las cuentas fiscales
y frenar el crecimiento de la deuda. No fueron muy disuasorios: el
«secuestro», por ejemplo, entró en vigor en marzo sin ningún matiz.
¿Sigue teniendo sentido este mecanismo?
Los expertos están divididos, aunque cada vez más voces critican su existencia. James Galbraith, economista de la Universidad de Texas,
argumenta que el techo de deuda sólo tuvo sentido político cuando se
creó en 1917. Murphy opina que es contraproducente imponer un tope que
entre en conflicto con las decisiones ya tomadas de gastos e impuestos
(que son lo que genera la necesidad de emitir deuda). Según el Servicio de Estudios del Congreso,
algunos economistas creen que el techo permite al Congreso reflexionar
sobre sus decisiones de gasto, teniendo en cuenta que no todos los
congresistas participan en las comisiones que aprueban dichas políticas.
¿Tiene esta crisis que ver con el cierre de la Administración?
La Administración federal lleva cerrada desde el 1 de octubre, día en el que dio comienzo el nuevo año fiscal. El motivo fue que el Congreso no se puso de acuerdo para
aprobar un nuevo presupuesto que permitiera al Gobierno seguir
funcionando. Esta situación, que no se producía desde hace 17 años,
llevó a 800.000 funcionarios a sus casas de forma temporal. La razón de
esta falta de acuerdo fue la exigencia de los republicanos de dejar sin
fondos la reforma sanitaria de Obama (Obamacare)
como condición para aprobar el presupuesto. El presidente ha ligado la
resolución de la crisis del techo de deuda a la apertura de la
Administración: las negociaciones están analizando ambas cuestiones.
¿Cuál es el debate que subyace en esta crisis?
La democracia más avanzada del mundo, EE.UU., suele
presumir de la estricta separación de sus poderes. En ocasiones, sin
embargo, este choque entorpece el desarrollo de los acontecimientos y
amenaza a la economía. La elevación del techo de deuda por el Congreso
ha sido un trámite que republicanos y demócratas han utilizado varias
veces como arma política. En tiempos de Ronald Reagan, para reducir el gasto militar; en tiempos de Bill Clinton,
para recortar la cobertura sanitaria. Ahora, el enfrentamiento ha
llegado muy lejos. Desde que entró en la Casa Blanca, las políticas
expansivas de Obama han engordado la deuda, que ya roza el 100% del PIB. Una tendencia a la que se oponen los republicanos, mayoría en la Casa de Representantes y forzados por la minoría radical del Tea Party,
que no teme poner a Washington al borde del abismo. En el fondo de la
crisis late un debate recurrente entre las dos almas del país: ¿qué
tamaño debe tener el Estado y cuánto debe intervenir en la economía?