Las
autoridades de la zona euro aprobaron un rescate de la banca española
por 100.000 millones de euros a cambio de un gravoso ajuste que supone
aumentar el IVA del 18 al 21%, los mismos niveles que ese tributo tiene
en la Argentina, y que como sabemos afecta en mayor medida a los
sectores de menores ingresos de la sociedad.
Esa
ofensiva contra el gasto social también se concentra en los
trabajadores, ya que se presiona para profundizar las reaccionarias
medidas que viene asumiendo el Partido Popular en la gestión del Estado
Español, ahora reduciendo los subsidios al desempleo, el que se acerca
al 25%, y si se considera solo la demanda laboral juvenil al 45%.
La
decisión del ajuste está legitimada por el Parlamento, de una mayoría
de derecha recientemente electa en castigo a la previa gestión de la
socialdemocracia (¿izquierda?), gobernante durante las primeras
manifestaciones de la crisis.
Tratamiento político sobre la crisis
Es
importante destacar como la institucionalidad europea, con larga
tradición democrática y puesta de ejemplo por su “Estado benefactor”, es
la que aboga por el ajuste, más allá de declaraciones de fracciones que
son corresponsables de la situación de crisis, y especialmente del
ajuste, que tiene historia y no empezó ahora con la derecha en el
gobierno.
Terminar
con el Estado benefactor es la tarea del capitalismo contemporáneo, que
solo se justificó mientras el mundo era bipolar, no ahora, luego de la
caída del socialismo en el este europeo.
Vale
destacar que el ajuste continúa siendo resistido en España con masivas
movilizaciones que incorporan otra opinión política sobre el tratamiento
de la crisis.
Los
partidos del sistema, sean la derecha (PP) y la izquierda (PSOE), tanto
como sus organizaciones sociales y sindicales vinculadas y/o asociadas,
son responsables de la política que desemboca en la crisis actual. El
otro actor es la movilización popular, que incluye por cierto a
organizaciones políticas y sociales de izquierda.
Son
elementos para considerar el carácter político de la crisis, la que no
solo puede definirse por sus facetas económicas o financieras.
Las
movilizaciones intentan llamar la atención sobre la crisis desde otra
perspectiva, donde lo que predomina es el NO al ajuste, sin quedar muy
en claro cuáles son los SI para sustentar un programa alternativo al
hegemónico capitalista en curso.
El
NO es algo que se generaliza en el movimiento de indignados que recorre
el mundo. De hecho, presenta una situación similar a los NO del reclamo
sustentado en las movilizaciones en torno al 2001 en nuestro país.
El
interrogante es si esas movilizaciones pueden torcer el rumbo del
ajuste y la regresiva reestructuración en Europa y encaminar un rumbo de
cambio político, asunto esencial para pensar en otro desarrollo
económico.
Las
clases dominantes sugieren profundizar el rumbo neoliberal, de apertura
y cambios estructurales del orden capitalista, contra el trabajo y a
favor del capital y la seguridad jurídica de las inversiones. Otra
variante es la “tercera vía”, que en su momento difundió el laborismo
inglés y los demócratas estadounidenses, como rumbo entre el “salvajismo
ortodoxo” y la socialdemocracia tradicional de los gloriosos treinta
años (1945-1975).
Es
interesante destacar la aparición del “otro” en la lucha política (de
clases se decía en otra época). Ese otro es el sujeto movilizado. No
solo hay disputa de proyecto en el marco del capitalismo, sino nuevas
búsquedas sin precisiones, tal como ocurría en un largo ciclo que se
reconoce desde la aparición del Manifiesto Comunista hasta la caída del
socialismo en el este de Europa. He ahí el dato relevante de la época.
Una
conclusión (muy rápida a mi criterio) que se venía construyendo en el
último tiempo era que la salida de la crisis suponía una mayor ofensiva
de las derechas, y con ella el restablecimiento del programa de apertura
y liberalización de la economía, algo que se materializaba, por
ejemplo, con los gobiernos tecnócratas en Grecia e Italia.
Se
enfatizaba esa opinión luego de la reciente votación griega, que
desplazó a un segundo plano a las expresiones electorales de la
resistencia, el Syriza (la izquierda radical asociada al movimiento
altermundialista) y el KKE (los comunistas, liderando buena parte del
sindicalismo clasista).
Lo
que no se vislumbra, más allá de los matices de las proposiciones de la
resistencia griega, es que estas propuestas instalaron en el debate
programático medidas como la auditoria de la deuda y el rechazo a los
salvatajes con cláusula de ajuste, algo que recordó por estas horas el
economista heleno Costa Lapavitsas, de paso por la Argentina. (1)
Pretendo
enfatizar que no solo existe la mentada ofensiva de la derecha, sino
también la irrupción de los NO y en forma emergente de los SI, los que
comienzan a constituirse en programa de un sujeto transformador en
formación.
Es
un proceso que se desarrolla en un ciclo de luchas sociales y políticas
que supone una nueva experiencia humana, que aprende del pasado y
renueva la perspectiva, sin las certezas de otras épocas, pero en la
búsqueda de nuevos horizontes emancipadores. De ello da cuenta la
realidad nuestramericana de este comienzo del Siglo XXI.
El ejemplo regional, entre la producción y la política
El
interés del profesor griego en el acontecer de la región
latinoamericana se asocia al aprendizaje que puede obtenerse de los
cambios políticos ocurridos, ya que es impensable repetir en cualquier
territorio y condiciones, unas políticas, que están asociadas a
determinada estructura económico-social y productiva.
Para
ser concretos, Grecia no tiene soja, ni la diversidad y extensión de
recursos naturales que nutre a Sudamérica. ¿Cuál es la base productiva
para pensar políticamente una superación alternativa de la crisis
griega, española o europea, e incluso mundial?
Queda
claro con las movilizaciones que los pueblos rechazan el ajuste, y que
muchos teóricos, políticos o militantes extra continentales miran hacia
nuestramérica en búsqueda de inspiración, ya que nuestros países ofrecen
una evolución macroeconómica que en apariencia la aleja de los
problemas que hoy presentan países del norte desarrollado.
Digo
en apariencia, porque el crecimiento económico esconde en el
diagnóstico el fenómeno de la crisis. Buena parte del crecimiento
regional está condicionado al alza de los precios de exportación de
nuestros países, los que se explican por la crisis. (2)
Ni
el oro, ni el petróleo o la soja expresan subas de precios por cambios
en la productividad de sus ramas específicas, sino por imperio de
multiplicidad de crisis, entre las que destaca la alimentaria, la
energética o medio ambiental, los problemas financieros, especulativos y
de mercado.
Es
más, ahora empieza a sentirse en forma directa el impacto de la crisis,
con la desaceleración de Brasil e incluso de China e India; tres
motores del fenómeno “emergente” de los últimos años.
Las
autoridades argentinas explican la caída de la producción local por la
baja en la demanda brasileña, especialmente de automotores, adonde se
dirige la mitad de la producción automotriz del país.
En
efecto, el INDEC informa que en mayo 2012 la producción se retrajo un
0,5% contra el mismo mes del 2011 (3), un leve crecimiento del 0,2%
contra el mes de abril del 2012, y una evolución del 3% para el año
transcurrido, bastante menos que el crecimiento del 2011 y lo previsto
en el Presupuesto para el 2012 en curso.
Los
registros del INDEC, dan cuenta de 360.000 puestos de trabajo perdidos
durante el semestre transcurrido desde octubre del 2011 a marzo del
2012, con la consecuente suba de la tasa de desempleo respecto del
registro trimestral previo.
La
situación más delicada, según las cifras oficiales, se presentan en la
retracción industrial. La contracara es el agro, con precios record de
las comodities, especialmente el maíz y la soja. Más allá de los datos
del crecimiento o la desaceleración, se confirma el sentido del modelo
productivo y de desarrollo extractivista, acompañando la tendencia de la
demanda mundial. Se confirma una producción local para el mercado
mundial, lo que condiciona a la baja los salarios.
Sea
para aquellos que analizan desde afuera la realidad de cambio político
en la región, o incluso para el pensamiento de nuestros pueblos, la
mirada no debe colocarse solo en la producción, o en lo económico
propiamente dicho, sino y principalmente en la política, en las
condiciones subjetivas de lucha política que motorizan las mutaciones en
la región.
Es
un debate no cerrado, en especial sobre los beneficios, o no, de la
orientación esencialmente extractivista del modelo productivo
generalizado en nuestra región, más allá de definiciones a la derecha o a
la izquierda de los gobiernos. (4)
Precisamente,
en estas horas se discute en Paraguay la base económica y productiva
(sojera) del golpe institucional, que a horas del ilegitimo
acontecimiento de desplazamiento de Lugo, el viejo nuevo régimen aprobó
trascedentes medidas para la difusión de los transgénicos en el agro y
consolidó posiciones de transnacionales en la actividad económica.
La
reflexión apunta a pensar que haber favorecido y fortalecido en
Paraguay en estos años la economía extractivista, contra otras formas de
producción agraria, sea campesina, indígena, cooperativa, o de
producción familiar, es parte de la desmovilización popular en el
sustento de un cambio estructural.
Nuestros
comentarios apuntan a destacar el papel de la política y la
construcción de sujetos organizados y movilizados por objetivos de
cambio estructural, de modelo productivo y de desarrollo. No hay
economía al margen de la política, ni viceversa.
El que no llora no mama, pero…¿cuál es el rumbo del reclamo?
Quizá
convenga, a propósito de lo dicho, reflexionar sobre el tema del pago
del aguinaldo a los estatales de la Provincia de Buenos Aires.
Más
allá de las disputas en el gobierno, entre CFK y Scioli, fue la
movilización de estatales, judiciales, médicos o docentes los que
indujeron una “solución”, la que se ejecutará con aportes de la ANSES y
el endeudamiento del estado bonaerense.
Convengamos
que es una solución a medias, porque en el camino queda el compromiso
público de cancelar las nuevas deudas públicas, lo que puede significar
nuevas propuestas de ajuste al salario de los estatales o al gasto
social, ya que sería una gran sorpresa que el tema se resolviera con
reformas progresivas del régimen tributario.
Se
sugiere en discursos oficiales que el “modelo resuelve más que la
protesta”. Lo reiteró la presidenta en varios discursos, especialmente
con los sindicalistas empresarios de la “nueva CGT”. La realidad
demuestra lo contrario, dando la razón que asiste al tango cuando frasea
que “el que no llora no mama”.
La
coyuntura mundial, regional y local evidencia que la crisis continúa y
se profundiza, afectando a los sectores más desprotegidos, que son los
mismos que salen a las calles reclamando en contra del ajuste, y que en
algunos casos empieza a dotarse de un programa en otro sentido al
hegemónico.
¿En
qué sentido? Ese es uno de los problemas, ya que el rumbo alternativo a
la crisis capitalista no está delineado a priori. Lo llaman socialismo
en Cuba, en proceso de renovación; socialismo del siglo XXI en
Venezuela, en situación de discusión permanente, especialmente ahora en
época electoral; o socialismo comunitario en Bolivia, recogiendo la
tradición de organización y cultura comunal en el altiplano.
No es tanto el problema sobre como se lo denomina, sino el sentido de las medidas que se asumen.
El
problema no es crecer o no crecer, sino qué, cómo, con quién y para
quién producir; qué necesidades se pretende satisfacer. La cuestión es
el contenido y objetivo del orden económico, social, político y cultural
que se propone.
La discusión es de orden civilizatorio.
Notas:
1)
Lapavitsas destacó “el éxito de la renegociación de la deuda argentina
luego del 2001” tal como puede leerse en el sitio en internet del
Ministerio de Economía, con foto de Hernán Lorenzino y el profesor de
Economía y Decano de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la
Universidad de Londres.
2)
No es solo por el comercio internacional, ya que buena parte del
crecimiento industrial (automotores, por ejemplo), de la construcción, o
de los planes sociales, se asocian al superávit comercial o fiscal que
genera la situación de elevados precios de los bienes de exportación. El
consumo y la inversión en crecimiento no es ajena a la evolución
extractivista del comercio exterior.
3) INDEC. Estimador mensual de actividad económica, al 20/7/2012 (consultado el 21/7/12) en: http://www.indec.mecon.ar/
4)
Venezuela o Colombia; Chile o Bolivia; Argentina, Brasil, Paraguay o
Uruguay, con diferencias o matices políticos en sus gobiernos, todos
definen en el extractivismo la base de la acumulación económica.