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Los candidatos bolivianos cierran la campaña en un ambiente tranquilo

El presidente de Bolivia, Evo Morales, durante el cierre de su campaña, en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia

LA PAZ — Los candidatos cierran este jueves sus campañas de cara a las elecciones generales del domingo en Bolivia, en medio de un ambiente de calma e incluso de apatía ante la evidencia de que la victoria no se le escapa al actual mandatario, Evo Morales, quien hará su último acto proselitista en su fortín de El Alto.

El clima preelectoral en este país de 10 millones de habitantes contrasta con el que se vivía el año pasado en el referendo revocatorio que confirmó a Morales, cuando el país estaba virtualmente al borde de una guerra civil.

Ahora, con una oposición debilitada, la campaña llega a su fin con disputas políticas como la amenaza del mandatario contra Manfred Reyes Villa, su más inmediato seguidor, de que lo llevaría a la cárcel por unas acusaciones que éste tiene en su contra de malversación de fondos cuando era prefecto del central departamento de Cochabamba.

Por ley este jueves será el último día de campaña para los candidatos presidenciales y aspirantes al Congreso, que a partir de ahora se llamará Asamblea Legislativa Plurinacional.

Desde el viernes debe cesar el bombardeo de la propaganda electoral; estarán prohibidas las reuniones políticas y el consumo de alcohol.

Como cierre de campaña, Morales encabezará un acto en su principal plaza política, El Alto, vecina de La Paz, ciudades donde recoge el 70% de la intención de voto, según recientes sondeos.

Con cerca de 55% en las encuestas, Evo Morales supera de manera abrumadora a Reyes Villa (18%, derecha) y al empresario Samuel Doria Medina (10%, centro derecha).

Morales ha hecho una intensa campaña por todo el país -la oposición incluso lo acusa de poner todo el aparato del Estado a su disposición-, y el miércoles hizo un cierre de campaña en el principal bastión opositor, Santa Cruz.

Allí, ante una gran multitud, llamó a los bolivianos a derrotar a la derecha y apuntalar su nuevo gobierno con una mayoría absoluta en el Congreso.

Hasta hace muy poco era inimaginable que Morales lograra penetrar en Santa Cruz, pulmón del desarrollo económico boliviano, donde sus élites de derecha le tenían vedado el paso.

En un meditado golpe de timón, ahora Morales se apoderó del discurso de la derecha de Santa Cruz y aparece como abanderado del pedido de autonomía que sus líderes enarbolaron los últimos años. Sin embargo, según las encuestas, que le atribuyen 29%, esa región seguirá siendo adversa al mandatario.

Tan seguro está Evo de su triunfo a nivel nacional que en el tema de las autonomías anunció que "va a haber un trabajo con nuestros parlamentarios electos (...) desde el sábado 12 de diciembre" y llamó a una sesión de gabinete para el lunes, un día después de los comicios.

Desde temprano el jueves las calles de El Alto y de varios barrios de La Paz ostentan las banderas azules-negras-blancas, los colores característicos del Movimiento Al Socialismo (MAS), el partido que Morales fundó hace más de dos décadas, mientras los activistas cantan: "Un, dos, tres, Evo, otra vez" o "Bolivia avanza, Evo no se cansa".

La oposición también prepara cierres de campaña en Santa Cruz.

Manfred Reyes Villa llamó a sus adherentes a concentrarse en la principal plaza de Armas de Santa Cruz, según el candidato a diputado por su movimiento, Ruddy Rojo.

El sitio fue escogido porque "es un emblema de Santa Cruz" por sus luchas por la autonomía regional, añadió.

Unidad Nacional clausurará sus actividades en un coliseo deportivo donde habrá música "con artistas que van a participar y también el mensaje final de la campaña por el candidato Samuel Doria Medina", dijo el influyente senador opositor Oscar Ortiz.

Unos 5,1 millones de electores están llamados a votar el domingo.

¿Qué es la cumbre de Copenhague?

Lideres del mundo buscarán un acuerdo para reducir las emisiones de gases que están produciendo cambios drásticos en el clima del planeta.

Ciudad de México.- Líderes de todo el mundo se reúnen este 7 de diciembre en Copenhague, Dinamarca, para buscar un nuevo pacto contra las emisiones de gases que están produciendo drásticos cambios climáticos en toda la Tierra.

En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático se abordarán retos y se tendrán que tomar decisiones para evitar las emisiones de gases tipo invernadero que están convirtiendo al clima actual en un caos.

Para R K Pachauri, presidente del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, es urgente que el mundo se pronuncie y se movilice ante el cambio climático. Aseguró que los cambios en el clima son una realidad inequívoca y que más allá de cualquier duda científica, es necesario no debatir más acerca de la necesidad de actuar con prontitud.

El economista británico, Nicholas Stern, afirma que la cumbre climática debe constituir la culminación de dos años de negociaciones internacionales sobre un nuevo tratado mundial encaminado a abordar las causas y consecuencias de las emisiones de gases que provocan el efecto de invernadero.

Entre los grandes retos que enfrenta la cumbre a nivel de política internacional, están el debate interno de Estados Unidos sobre como establecer metas para reducir la emisión de gases y anudo a esto, la oposición presentada por varios países entre ellos China, Brasil, India y Sudáfrica, quienes no quieren fijar una meta de un máximo mundial en las emisiones hacia el 2020.

Además se encuentra el objetivo de limitar el calentamiento global a un máximo de 2 grados Celsius por encima de las épocas pre-industriales.

Fuente: Milenio.com

Perú escéptico frente a cumbre de cambio climático

03 de Diciembre de 2009

LIMA (AP) - Perú, uno de los países en mayor riesgo frente al cambio climático, expresó el jueves su escepticismo de que la próxima cumbre de Copenhague resulte en la adopción efectiva de políticas que ayuden a mitigar los efectos del calentamiento global, dijo el jueves el ministro del Ambiente Antonio Brack.

A pesar de su pesimismo el gobierno peruano planteará en la XV Cumbre Mundial de Cambio Climático, entre el 7 y 18 de diciembre próximo, que los países desarrollados se comprometan a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en 45% el 2020, y en 95% el 2050, con respecto a 1990.

"No creo que haya un acuerdo en Copenhague, será difícil alcanzar consenso", dijo Brack, quien irá a Copenhague presidiendo la delegación peruana.

Brack señaló que el presidente Alan García le delegó la representación de Perú en Copenhague tras desistir de viajar.

"Muchos van a reuniones internacionales, hay un gran show de fotos y ¿qué resultado tenemos?. Yo pienso que el trabajo es de acciones concretas y no de tomarse la foto", comentó Brack en rueda de prensa con corresponsales extranjeros.

Según se ha informado, Perú propondrá en Copenhague un programa de conservación de bosques, que en el caso peruano demandaría un desembolso anual de 350 millones de dólares al año. El gobierno ha previsto para ello un presupuesto de 80 millones de dólares de recursos propios, quedando una brecha de 270 millones de dólares anuales por cubrir.

El gobierno peruano plantea que los países desarrollados, los principales generadores de los gases de efecto invernadero, se comprometan en proveer el financiamiento necesario para la mitigación de los efectos del calentamiento global.

Perú es uno de los ocho países del mundo más vulnerables frente al cambio climático, según Brack. Más del 20% de sus glaciares se han derretido en las últimas décadas, y la provisión de agua hacia la costa, donde vive un 70% de la población peruana, se encuentra en riesgo.

Un estudio elaborado por el Banco Central de Reserva de Perú este año señala que bajo un escenario de aumento de la temperatura en dos grados centígrados y de 20% en la variabilidad de las lluvias al 2050, provocaría que en el año 2030, el producto interno bruto (PIB) sería entre 5,7% y 6,8% menor que el PIB. alcanzado sin cambio climático.

Ministro Salazar debe irse


Piden su renuncia como responsable de la patraña de “Los pishtacos”.


El caso “Los pishtacos”, el cuento del ministro Octavio Salazar. Está con un pie afuera.

Los ex ministros del Interior Fernando Rospigliosi y Remigio Hernani demandaron la renuncia de Salazar por su mal desempeño como ministro del Interior, a pesar de lo cual cuenta con el apoyo del presidente García y del partido de gobierno. Habría que preguntarse por qué lo apoyan tanto, señaló Hernani.
Congresistas, ex ministros y expertos en seguridad coincidieron ayer en pedir la renuncia del ministro del Interior, Octavio Salazar, como responsable político de la farsa policial montada en torno a una supuesta banda de “Los pishtacos”, mientras crece la convicción de que la farsa era una operación psicosocial de la que el destituido jefe de la Dirección de Investigación Criminal (Dirincri), general de la policía, Eusebio Félix Murga, era sólo un operador.

El jefe del gabinete Javier Velásquez negó que el caso de “Los pishtacos” haya sido usado como una cortina de humo para desviar la atención de la opinión pública de temas que afectan al gobierno, y sostuvo que el ministro Salazar cuenta con el “respaldo absoluto” del equipo ministerial, en un tono carente de entusiasmo que hizo recordar el respaldo que en su momento ofreció a Francis Allison, poco antes de su retiro del cargo de ministro de Vivienda.

Para el congresista Javier Bedoya de Vivanco, integrante de la Comisión de Defensa y Orden Interno del Congreso, el caso es “un psicosocial más, una más de las típicas y retorcidas maniobras apristas para ocultar casos que sí le interesan al país”.

Censuró a Salazar por haber utilizado a la institución policial como instrumento de la patraña y dijo que el ministro, como responsable de la seguridad interna, no ha demostrado seriedad ni aplomo en su gestión. “No es una persona que merezca seguir contando con la confianza para desempeñar este cargo”, señaló.

El nacionalista Cayo Galindo, igualmente miembro de la Comisión de Defensa, también consideró que Salazar no puede permanecer más tiempo en el cargo. El presidente Alan García debería prescindir de su presencia en el gabinete, pero como no sabemos cuál es su compromiso en el gobierno, lo más seguro es que lo ratifique.

Dijo que en el montaje del psicosocial de “Los pishtacos” la responsabilidad alcanza a Salazar, quien ayer insistió en negar su responsabilidad, dijo que la falsa noticia no fue una cortina de humo y señaló que su cargo está siempre a disposición del presidente.

Cuando se arma un psicosocial de este tipo hay que leer lo que quieren que no se vea, qué se quiere tapar, añadió Galindo, refiriéndose a los numerosos hechos irregulares que al gobierno le interesa ocultar.

Evo camina seguro hacia un triple triunfo

03-12-2009


La Epoca


A pocos días de las elecciones generales en Bolivia, Evo Morales está muy cerca de obtener un triple triunfo: ser el primer presidente reelecto democráticamente de manera continua, superar el porcentaje de votación con el que fue elegido la primera vez y contar con una representación nunca antes vista en el Parlamento, ahora llamada Asamblea Legislativa Plurinacional desde que fue aprobada la Constitución Política del Estado. Por si fuera poco, está a un paso de alcanzar los dos tercios en el Senado. Demasiada dosis para los que lo pensaban debilitado.

Por lo tanto, el lunes 7 de diciembre los medios de comunicación, nacionales y extranjeros, tienen bastante tela de dónde agarrarse y la oposición, que en algunos casos viene siendo lo mismo, tendrá mucho por meditar sobre su futuro político y respecto de las tácticas empleadas en cuatro años para debilitar el primer presidente indígena de Bolivia y América Latina.

Pero no es posible medir la magnitud de esta historia de récord de Evo Morales, así sea de manera breve, sin una mirada a la historia de las elecciones en este país enclavado en el corazón de Sudamérica y sin una revisión a la forma cómo se elegía el Presidente de la República.

Si bien este año Bolivia cumple 27 años de vida democrática continua, es recién en 1985 que puede hablarse de una historia de las elecciones generales. Años antes, en octubre de 1982, el doctor Hernán Siles Suazo, de la reformista Unidad Democrática Popular (UDP), asumió el timón del Estado sobre la base del resultado de las elecciones de 1980, cuyo proceso fue truncado el 17 de julio de ese mismo año por un golpe militar encabezado por el general Luis García Meza.

Democracia de pactos, escasa votación

Obligado Siles Suazo a anticipar las elecciones generales, en 1985 tres candidatos de derecha se perfilaban entre los seguros ganadores. La izquierda estaba reducida a su mínima expresión. El ex dictador Hugo Banzer (1971-1978) se ubicó en primer lugar con un 32,83% y Víctor Paz Estenssoro se le aproximaba con el 30,36%. El MIR de Paz Zamora apenas superaba el 11 por ciento. Esto es importante porque los tres partidos fueron luego el eje de la llamada “democracia pactada”.

Y estas raras combinaciones de partidos afines ideológicamente, aunque con distintos idearios políticos, empezó precisamente en 1985. Una alianza entre el MNR y el MIR hizo al candidato del primero el presidente del país. Es decir, la gente votó pero no eligió. El escenario de la legalización de los acuerdos fue el Congreso Nacional.

Cuatro años después, en 1989, Gonzalo Sánchez de Lozada, con la venia de Paz Estenssoro, alcanza con el MNR el primer lugar con un 26,65%. Le siguen Hugo Banzer de Acción Democrática Nacionalista (ADN) con un 25,24% y Paz Zamora con 21,83%. Y entonces, como no fue la población la que eligió sino sus representantes en el Congreso, el primero y el segundo fueron desplazados por un “golpe de mano” del tercero, quien asumió la conducción de Bolivia. Una alianza entre ADN y MIR viabiliza a Paz Zamora como presidente y le daba al banzerismo, el control del Congreso.

Culminado el período constitucional, unas nuevas elecciones generales ratificarían cuán lejos estaba la población de elegir a su presidente de manera directa. En 1993, Sánchez de Lozada obtiene el 35,55 de la votación y la coalición electoral Acuerdo Patriótico —que sellaba la unidad entre el ex dictador Banzer y los ex perseguidos del MIR— se ubicaba en un segundo lugar con sólo el respaldo del 21.95% de la votación. Esta es la primera vez en la que el Congreso respeta al que ganó las elecciones, aunque no alcanzó el 50% más uno que establecía la Constitución, y lo hace presidente.

Pero, como es obvio, esta forma de producir y reproducir política ingresa a un proceso de desgaste. En 1997 el binomio Hugo Banzer-Jorge Quiroga de ADN es declarado ganador con un 22,26%. Luego se ubican el MNR con Juan Carlos Durán (18,20%), CONDEPA de Remedios Loza (17,16%), MIR de Paz Zamora (16,77%) y Unidad Cívica Solidaridad (UCS) con 16,11%. El ex dictador conforma una amplia alianza (ADN, MIR, CONDEPA y UCS) y deja colgado al MNR. Con una Constitución ya reformada en 1994, que ampliaba a cinco años el período constitucional, Tuto Quiroga asume la conducción entre 2001-2002 debido a la renuncia de Banzer, quien se encontraba afectado de cáncer terminal.

Y la “democracia de pactos” ingresó a la última etapa de su recorrido. En las elecciones generales de 2002, con una abierta injerencia del embajador estadounidense Manuel Rocha, que ya advertía el crecimiento político de Evo Morales, a quien trató de expulsar del Congreso y meter a la cárcel un año antes, el candidato del MNR, Sánchez de Lozada, se ubicó en primer lugar con 22,45%. La “sorpresa” fue el MAS con Evo Morales, que se colocó en segundo lugar con 20,94%, seguido por Nueva Fuerza Republicana (NFR) de Manfred Reyes Villa (20,91%) y MIR de Paz Zamora con 16,31%.

Sánchez de Lozada asumió la conducción de Bolivia en una tarde lluviosa del 6 de agosto de 2002 y huyó el 17 de octubre de 2003 rumbo a Estados Unidos, tras una poderosa sublevación democrática. El vacío de poder, en medio de una fuerte confrontación entre el viejo bloque en el poder y el insurgente bloque nacional-indígena-popular, se mantuvo hasta fines de 2005 —primero con Carlos Mesa y luego con Eduardo Rodríguez Veltzé—, cuando el 18 de diciembre Evo Morales se corona ganador de las elecciones generales.

De récord en récord

La cualidad de la democracia en Bolivia se ha ido modificando a partir de 2005. Ya sea para consolidar su triunfo o para evitarlo, Evo Morales se ha convertido en el eje fundamental de las elecciones. Los márgenes de abstención y votos nulos —demasiado altos en las elecciones del período 1985-2002—, han dado paso a un nivel de participación nunca visto.

Las elecciones de diciembre de 2005 marcaron el punto final de la democracia de pactos —en la que los partidos hablaban por la gente— y el punto de partida de un nuevo período —en el que la gente habla por sí misma—. Evo Morales se alzó ganador con el 53,74 por ciento de la votación, seguido muy de lejos por Jorge Quiroga de Podemos —su nuevo partido que sustituyó a ADN— con un 28,59%, Samuel Doria Medina de Unidad Nacional (UN) con 7,79% y el tradicional MNR con 6,47%.

Estas eran las primeras elecciones, en más de 20 años, en las que la población votaba y elegía directamente al Presidente. Atrás quedaba ese largo historial de componendas y transacciones políticas sintetizadas en cuotas de poder en los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.

Otro resultado de ese masiva irrupción democrática, pues el nivel de participación supero el 85 por ciento de la población electoral en edad de voto, se tradujo en la composición del Congreso Nacional. El MAS se hizo de un total de 84 congresistas, de los que 72 llegaron en su condición de diputados y 12 al Senado, aunque tuvo que lamentar la deserción de dos en la cámara alta.

Podemos conquistó 56 escaños en total (13 senadores y 43 diputados), Unidad Nacional llegó a 9 (1 senador y 8 diputados) y el MNR a 8 ( 1 senador y 7 diputados).

La sorpresa no era para menos. En 2002 el MAS alcanzaba a 55 congresistas, de los que 27 eran diputados —entre los que estaba Morales— y 8 senadores, lo cual ya representaba al mismo tiempo un salto cualitativo pues en las elecciones de 1997, con la sigla de Izquierda Unida, la bancada indígena alcanzó a 4, de los cuales Evo era uno de ellos.

Pero Evo Morales iba a confirmar que los actos electorales en Bolivia habían cobrado otra magnitud. En la elección de representantes para la Asamblea Constituyente, el 2 de julio de 2006 el MAS obtuvo una votación importante. esto implica, que salvo el MAS, que confirmó su ascenso, Podemos y Unidad Nacional bajaron en un 15% y 7%, respectivamente, con un MNR reducido a Beni y parte de Santa Cruz.

Pero ahí no acabaría el historial de récord de Evo Morales. El 10 de agosto de 2008, en un referéndum revocatorio convocado por el Ejecutivo, tras una iniciativa del Senado, controlado por la oposición, el jefe del actual Estado Plurinacional recibió el 67 por ciento del electorado nacional. Un mes después, la victoria electoral merecería una respuesta de la ultraderecha: un intento de golpe cívico-prefectural que, alentado por Estados Unidos, pretendía la división del país.

Cinco meses después, el 25 de enero de 2009, Bolivia fue escenario de un referéndum constitucional en el que el pueblo, también por vez primera en más de 180 años de vida republicana, iba a decidir si aprobaba o no el texto constitucional redactado en la Asamblea Constituyente y modificado parcialmente en octubre de 2008 por el Congreso Nacional.

El acto electoral contó con el 85% de la población electoral. La Constitución fue aprobada por el 62%, lo que en buenas cuentas implicaba un masivo respaldo al programa electoral del MAS para el período 2010-2015. Otra victoria contundente del nuevo bloque en el poder.

¿Y cómo está el panorama para el 6?

De acuerdo a varias proyecciones realizadas hasta la semana previa a las elecciones del domingo 6, Evo Morales se perfila claramente a una victoria con una votación que se colocaría alrededor del 60 por ciento, es decir con 6 puntos adicionales al porcentaje con el cual fue electo presidente en 2005.

Si la tendencia se confirma el domingo y la CNE no le quita cerca del 7% de sus votos, con argumentos nada convincentes, la victoria no dará espacio a la duda, sobre todo después de cuatro años en los que el gobierno enfrentó campañas de especulación alimentaria, intento de golpe de Estado, estrategias de desgaste e incluso planes de magnicidio.

Con esa votación, el MAS obtendría en el Senado —que por disposición constitucional ha subido de 27 a 36 representantes— un total de 23 escaños y la coalición PPB-Convergencia 13. Con eso el partido de gobierno se ubica a un paso de obtener los dos tercios y deja en manos de Tarija, Chuquisaca o Pando la posibilidad de hacerlo.

En la cámara baja el MAS llegaría a 82 —es decir 10 más en relación con la elección de 2002 y 78 adicionales respecto de 1997—, seguido por PPB-Convergencia con 33, UN con 11 y 4 de Alianza Social (AS) del ex alcalde René Joaquino.

En cuanto a la representación de las circunscripciones indígenas para los pueblos con menos población, que la Constitución fija en 7 escaños, el MAS se llevaría todos.

Esto quiere decir, si la tendencia no cambia en la semana, que la Asamblea Legislativa Plurinacional tendría a 105 representantes del MAS, 46 de PPB-Convergencia, 11 de Unidad Nacional y 4 de Alianza Social.

Los dos tercios tienen una importancia relativa. Con ese grado de representación en la Asamblea Legislativa la designación de algunas autoridades del poder central (contralor, presidente Banco Central y otros) y una probable reforma constitucional tendrían el camino expedito.

Empero, aun sin dos tercios en la Asamblea, una reforma constitucional podría ser trabajada por iniciativa ciudadana, lo cual implica una cantidad —5%— de firmas del padrón electoral —que el MAS puede obtener en un cerrar y abrir de ojos— para luego someterla a referéndum popular. En síntesis, los dos tercios son la cereza de la torta.


http://www.la-epoca.com/modules.php?name=News&file=article&sid=1472

La guerra de Obama

03-12-2009

Afganistán


GAIN/Rebelión


El presidente de EEUU, Barack Obama, ha centrado su política exterior en Afganistán y por extensión en Pakistán. Al envío de 30.000 soldados se le une el anuncio de la retirada de las tropas, fijada para 2011. Para muchos, su estrategia se asemeja a la que podían haber diseñado John McCain y Sarah Palin de haber ganado.

El reciente anuncio, televisado en hora de máxima audiencia para todo el país, de ampliar el número de tropas estadounidenses y aliadas en suelo afgano, al tiempo que señalaba tres años más de ocupación, podría situarse en la línea argumental de sus predecesores. Incluso, como ha señalado algún analista, podría ser «el mismo guión que se podía esperar de John McCain y Sarah Palin si éstos hubieran ganado las elecciones de 2008».

Ya en marzo pasado, el presidente Obama presentó los pilares de lo que iba a ser su estrategia hacia Afganistán. Entonces, «lo que en realidad era una estrategia contrainsurgente, se vendió al público norteamericano como una táctica antiterrorista». El discurso oficial, tanto antes como ahora, ha estado adornado de supuestos objetivos centrales: «La instauración de la democracia, combatir a Al Qaeda y construir un Estado afgano estable y duradero».

Sin embargo la realidad se muestra de una manera totalmente opuesta. Lo que realmente prima en la estrategia de la Casa Blanca es una evidente militarización de la ocupación. Esta política va a suponer un alto coste político y humano, y sus consecuencias se han venido mostrando desde hace meses. Cada día que pasa es más que evidente la supremacía del poder militar, que, como en la era de Bush, sigue siendo clave y decisivo para marcar las líneas centrales de la política exterior. Parece que el discurso neocon se ha vuelto a imponer, ya que en su día tan sólo éstos y los militares seguían defendiendo la posibilidad de «una victoria militar» en Afganistán.

Seguir afirmando que la defensa de la democracia en Afganistán es uno de los pilares estratégicos suena a burla, sobre todo si hacemos un breve repaso a las recientes elecciones presidenciales en aquel país. La cita electoral estuvo marcada por la inseguridad, el auge de la resistencia y un fraude sistemático. La retirada de Abdullah Abdullah permitió la reelección automática de Hamid Karzai, que a lo largo de todo el proceso supo manejar a su favor el aparato institucional y las fuerzas de seguridad a su favor en todo el proceso. También recibió un trato privilegiado de los medios de comunicación locales y fue capaz de colocar «hábilmente» a sus seguidores en la llamada Comisión Electoral Independiente.

Mientras que EEUU y sus aliados desencadenaban una campaña contra Karzai, en busca de un cambio en la presidencia, Karzai se fue rodeando de importantes aliados regionales, muchos de ellos antiguos señores de la guerra, lo que unido a los abusos electorales le ha permitido repetir en el cargo.

Todos esos acontecimientos no han pasado desapercibidos para la población local. La participación real podría situarse en torno al 20 ó 25%, con un apoyo para Karzai en torno al 10 ó 15%. Por todo ello, buena parte de la población piensa que ese sistema «democrático» es una verdadera tomadura de pelo.

La excusa de Al Qaeda tampoco parece que funcione. Cada vez son más las voces que señalan que la interrelación entre esa organización yihadista y la resistencia afgana es muy pequeña. También son muchos los que apuntan a que la militancia de ese grupo no se nutre de afganos, sino de ciudadanos egipcios o saudís, poniendo sobre la mesa una evidente contradicción entre lo que se dice o justifica en Washington y la realidad. Cayendo además en el error de ocultar las evidentes diferencias ideológicas y estratégicas entre el movimiento yihadista transnacional y la resistencia afgana, que busca la instauración de un emirato islámico en Afganistán.

Tampoco se puede defender la idea de construir un Estado estable y duradero, sobre todo si observamos que buena parte del país está en manos de la resistencia y que la labor del Gobierno y de las instituciones impulsadas por la ocupación apenas tiene incidencia en algunas partes de la capital. Un próximo revés para los defensores de esas teorías lo podremos encontrar cuando Karzai deba «pagar los favores y apoyos recibidos en la campaña electoral, algunos de los cuales ya se han visualizado de una u otra manera.

Algunos analistas señalan que, tras la ofensiva militar, la Casa Blanca estaría buscando un nuevo escenario, donde una parte de la resistencia debilitada por las acciones de los ocupantes estaría dispuesta a buscar un acuerdo, poniendo en marcha una división entre sus filas. Algunos esperan que personajes como Hekmatyar apuesten por esa vía, y acaben enfrentándose a los elementos «más intransigentes», que serían los que se sitúan en torno al consejo de Quetta y a los militantes de Haqqani.

La militarización se ha convertido en el eje central de la estrategia de EEUU. Esa apuesta de Obama está generando un importante coste económico y político. La sociedad norteamericana, castigada por la crisis, deberá hacer frente a importantes gastos para mantener la apuesta ocupante, con el añadido de un aumento del número de muertos en sus propias filas. Todo ello puede acabar pasando factura a la Administración. Dentro de las filas demócratas se han comenzado a escuchar voces contra esa medida.

Tampoco van a salir muy bien paradas las relaciones con sus aliados. Muchos analistas coinciden en que la supuesta cooperación es mínima y si en el pasado el papel de la ONU quedó muy dañado, en estos meses puede acabar ocurriendo algo similar con la propia OTAN.

El escenario afgano se presenta lleno de dificultades. La corrupción del Gobierno de Karzai seguirá campando a sus anchas, la ineficacia de las fuerzas policiales y militares también aumentará, con divisiones étnicas y deserciones masivas.

No se puede olvidar el papel de Pakistán. Los elementos del ISI y del complejo militar siguen maniobrando en torno al país vecino, deseosos de recuperar su influencia y preocupados por la nueva estrategia norteamericana, que podría dejarles en un lugar delicado.

El control de las principales ciudades, los bombardeos indiscriminados en las zonas rurales y la intensificación de la contra-insurgencia se presentan como la opción elegida por Obama.

Afganistán se está convirtiendo en la guerra de Obama. No son pocos los que buscan paralelismos con Vietnam. Los estrategas norteamericanos pueden estar recogiendo los frutos de sus maniobras y conspiraciones en Afganistán, cuando, en plena guerra fría, impulsaron la desestabilización del país y el auge de los movimientos islamistas y yihadistas contra el régimen del PDPA y de sus aliados soviéticos. Los asesores de la Casa Blanca no deben olvidar que el pueblo afgano es «muy paciente». Supo esperar «90 años para convencer a los británicos que cualquier intento de ocupación estaba condenado al fracaso, y lo mismo hicieron durante una década con los soviéticos».

Tras ocho años de ocupación, y con el anuncio de un mínimo de otros dieciocho meses más, EEUU y sus aliados deberían aprender un poco más de la historia de Afganistán.

Txente Rekondo. Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)