Si bien la semana pasada, la sangre no llegó al río, a raíz del debate que se dio por el proyecto de irrigación de Olmos, sí sirvió para poner en evidencia la necesidad de conocer, además del costo fiscal de estos proyectos, los temas referentes al uso del agua y el precio de las tierras.Además, hay otros temas igual de importantes a los que no se les está dando mucha atención.
Raúl Chau Ayón, gerente general, de la Asociación de Promoción Agraria (Aspa), sostiene que este tipo de megaproyectos de irrigación va a ampliar la frontera agrícola, pero si las nuevas tierras se dedican a producir alimentos para el mercado interno, puede afectar a los productores nacionales a través de la caída de los precios.Ello porque las áreas cultivadas actualmente en costa y sierra para la producción de alimentos para el mercado interno son suficientes para satisfacer la demanda salvo unos pocos productos, como el maíz amarillo. Por ello, recomendó que las nuevas tierras se dediquen a la agroexportación.
Costo de tierras
Otro tema a tener en cuenta es el costo de las tierras y el precio al cuál serán vendidas una vez habilitadas con el proyecto de irrigación. Por ejemplo, en el caso de Olmos la inversión para el transvase del río tiene un costo fiscal cercano a los US$ 480 millones. Además, independientemente de sí se hace por un proyecto privado o por una concesión pública, se necesitan invertir otros US$ 250 millones. Entonces, los precios de venta deberían cubrir todos los costos proporcionales de habilitación (considerando todas las etapas planeadas del proyecto, incluso la hidroeléctrica). De lo contrario el estado (gobierno central y/o regional) estaría subsidiando las tierras con recursos de todos los peruanos.
Chau refiere que en el mercado actualmente el precio promedio de la hectárea (ha) de tierra en la costa está entre US$ 8,000 y US$ 10,000. Como se ha informado, el precio base al que serán licitadas las tierras del proyecto Olmos es de US$ 4,100 por ha, según Odebrecht(aunque el MEF lo pone en US$ 5,100 si el proyecto va por concesión), el cual para Chau está bien porque los nuevos propietarios de las tierras habilitadas tendrán que hacer una inversión adicional para acondicionarlas y garantizar su productividad.
Opinión contraria manifestó Fernando Cillóniz, presidente de Inform@cción, para quien las tierras de Olmos van a salir al doble o el triple del precio base, pues tierras similares o peores ya se venden hoy a US$ 10,000, US$ 12,000 y US$ 15,000 por ha. Consideró que el Estado va a recuperar más de lo que estima, pues las tierras están subiendo mucho y más en el norte ya que Piura y Lambayeque están de moda.Por su parte, Guillermo Van Oordt, presidente de Asociación de Gremios Agroexportadores del Perú (AGAP), explicó que los precios de las tierras son muy variables y tienen que ver con la zona donde se encuentren (pues existen microclimas), con la disponibilidad de agua (la calidad y cantidad), el tipo de cultivo que se puede desarrollar y a qué distancia esté de la carretera.
"En términos gruesos, las tierras pueden costar entre US$ 10,000 y US$ 20,000 por ha, hay lugares donde se ha llegado a pagar más que eso, por la zona, o por las necesidades del comprador", precisó.Explicó que si bien ya no se puede generalizar y decir que las tierras del sur cuestan más que las del norte, sabe de tierras en Piura por las que se ha pagado más que las ubicadas en Ica.
En la costa hay unas 600 mil ha cultivadas, la mayor parte de las cuales se destina a arroz, maíz amarillo, caña y algodón.
Entre 75,000 y 100,000 ha. se destinan a la agroexportación, lo que representa alrededor del 4% del total de tierras de cultivo del país y la sexta parte del total de tierras eriazas con aptitud agrícola en la costa.
Se requieren US$ 2,000 millones para aumentar en 100,000 ha las tierras para la agroexportación, según reveló Ismael Benavides, en setiembre del 2009, cuando era ministro del sector. Con ello se crearían 200 mil puestos de trabajo.
En esa oportunidad, Benavides también reveló otro de los problemas que sufre la agroexportación: la atomización de parcelas que le impide la producción a gran escala, tema que debería enfrentar la política del gobierno.
El uso del agua en el país es, en general, ineficiente. En el agro, ello está incentivado por el bajo nivel que tienen las tarifas.
Además, la tarifa es más cara para el riego tecnificado (que es más eficiente porque ahorra agua) que para el riego por gravedad e inundación.
Uno de los argumentos más usados en favor de impulsar la inversión privada en la habilitación de tierras eriazas con grandes proyectos de irrigación, es que se generarán muchos puestos de trabajo. Por ejemplo, en el caso de Olmos se habla de 60,000 puestos de trabajo cuando las 38,000 ha de nuevas tierras estén produciendo y se destinen a la exportación.
Raúl Chau sostiene que efectivamente, ese es el nivel de empleo que se genera, pero aclara que la mayor parte de ese trabajo es eventual. "Genera empleo masivo pero desgraciadamente no es empleo permanente, debido a la característica estacional de la actividad agrícola", recalcó. Si bien hoy existe un régimen laboral especial que otorga beneficios, el problema es el carácter eventual de este empleo.
Chau estima que en promedio, solo un 20% sería el personal permanente que requiere la empresa agrícola.El régimen laboral del sector agrícola otorga a sus trabajadores un ingreso mensual que incluye una remuneración mínima, más un porcentaje por CTS y otro por la gratificación. Asimismo, su descanso vacacional es de 15 días al año y la indemnización por despido injustificado es de medio sueldo por año completo de servicios.